martes. 23.04.2024
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GUÍA INTERACTIVA DE LECTURA

Cocorí, de Joaquín Gutiérrez

Jaime Panqueva

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Collage de Francisco Marcos.
Cocorí, de Joaquín Gutiérrez

Hace un par de años, cuando recibimos la visita del escritor morelense Gilberto Rendón, me dejó una recomendación de un autor de Costa Rica, Joaquín Gutiérrez. Hago acá el comentario de que se trata de un libro para niños, del que lamentablemente tuve noticia ya bien entrada mi adultez, aún cuando mis primeros recuerdos infantiles se remontan a las calles de Moravia, la colonia de San José en la que viví la inauguración de mi memoria. El maestro Rendón, multipremiado autor de decenas de títulos imperdibles para niños y jóvenes, comentaba que Cocorí era un libro extraordinario que le encantaría ver editado en México, porque habla de las primeras sensaciones como niño inocente y curioso en un mundo selvático y exuberante, que afronta diferentes aventuras tras descubrir su primer amor.

No pude conseguir ningún ejemplar ni en línea, ni impreso (lo mantengo de tarea para cuando vaya de visita). Sin embargo, el asunto volvió a mí hace unas semanas, cuando en el noticiero se comentaba que la comunidad afrocostarricense, descendiente en su mayor parte de jamaiquinos llevados a finales del siglo XIX para trabajar en el ferrocarril y las bananeras, había vetado cualquier reedición o trabajo artístico derivado del libro de Gutiérrez por considerarlo racista. Me sorprendí por la noticia y la contrastaba con la ternura de la que hablaba Rendón. No puede negarse que dicha comunidad fue segregada durante décadas y apenas hacia 1948 se le concedieron plenos derechos civiles, pero Cocorí no es un testamento del KKK ni mucho menos. Vale la pena, como leer al escritor de ascendientes jamaiquinos como Quince Duncan, quien analiza con detalle los mecanismos étnicos y lingüísticos que considera perniciosos en el libro.

La polémica sigue servida y podría también trasladarse a México con los debates sobre el racismo de Memín Pinguín o las canciones de Cri-cri como el Negrito Sandía o el Negrito Bailarín, o a las ediciones norteamericanas de Las aventuras de Huckleberry Finn, rasuradas de insultos raciales. Al igual que como el curioso morenito de Gutiérrez, estas obras fueron escritas en contextos diferentes a los que vivimos en la actualidad, sin el ánimo de ofender a un grupo en particular y, antes de erigirse en un manzana de la discordia y de prohibirse para evitar enfrentamientos políticos o sociales, deberían ser debidamente explicados a las generaciones actuales.   

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