Vira-lata na Via Láctea de Tom Zé nos lleva por lugares que parecen conocidos. Pero al voltear la cabeza, ya no está lo que creíamos haber visto. Por alguna razón, creemos que la música brasileña siempre suena más o menos igual: asumimos que el tropicalismo de Gilberto Gil y Caetano Veloso junto a Zé, nos llevara al mismo punto. En este disco no hay nada de eso. Tanto la música como las letras tienen un humor peculiar: son sardónicas. Tampoco hay ese manejo que planteó desde mediados de los 70’s del siglo pasado: discos con un concepto interno que mantenía durante todo el álbum. Aquí juega a ser profeta, futurólogo desquiciado, intérprete de un futuro melancólico y gris atravesado por risas ante todo lo que damos por sentado. Un golpe directo en el estómago a todos los que jugamos a pertenecer a una generación (X, geek, Y, emo, hípster). Zé nos deja ver cómo se hace un disco maravilloso, bello, intenso y altamente intelectual. Ciencia, arte y humor, ingredientes constantes en cada pieza. Y si todo eso no nos interesa, el disco se mantiene y no se amilana un ápice. Por cierto, muchos de los músicos actuales brasileños colaboran aquí: Emicida, Criolo, Kiko Dinucci, etc. Pero también dos de aquellos músicos tropicalistas de toda la vida: Milton Nascimiento y Caetano Veloso.

En Sobre Crianças, Quadris, Pesadelos e Lições de Casa, Emicida muestra una imagen del Color. Ser negro, estar conectado a ese espacio inmenso que se nombra como África, es más que simplemente enunciarlo. Como lo anuncia el título: infancia, caderas, pesadillas y lecciones hogareñas, ser negro es una tradición que arrasa. Algo atraviesa esta multitud de temas: la asunción que da el color. Música más que rap, rap que se sabe poesía. Un testimonio de cómo la cultura africana entrevera Brasil. Nos lleva por retratos de la madre, la calle, los recuerdos y vistas panorámicas del país. La crítica lo ha recibido bastante bien, pues podemos reconocer a Tim Maia y a Leo Leobons, el sonido tropicalista, el candomble, el R’n’B y Heitor Villa-Lobos; y claro, hip hop de alta factura.

Desde Mali llega uno de los mejores discos de rare grooves actuales: Ba Power de Bassekou Kouyaté y Ngoni Ba. Primero conviene aclarar que el ngoni es una mezcla de arpa y laúd de la zona de África comprendida por Senegal, Mali y Burkina Faso, con 7 cuerdas afinadas en una escala pentatónica. Después de este dato y al escuchar el disco entendemos por qué las críticas europeas y africanas lo consideran el Jimmy Hendrix de tal instrumento. Pieza a pieza, las emociones están a flor de piel y uno no sabe bien de dónde provienen esos sonidos imposibles. La voz es impresionante y emotiva. El cerebro tiene una confusión: no sabe si sentarse y deleitarse ante aquellos sonidos o ponerse a bailar irremediablemente. Música que supera las expectativas, en verdad vale la pena cada segundo que uno dedique a escucharle.