miércoles. 24.04.2024
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De la Independencia a la Revolución: antecedentes y orígenes de la opinión pública en la prensa de Guanajuato

Federico Velio Ortega Delgado

De la Independencia a la Revolución: antecedentes y orígenes de la opinión pública en la prensa de Guanajuato

De la Independencia a la Revolución: antecedentes y orígenes de la opinión pública en la prensa de Guanajuato

 

 

“La opinión pública no es algo estático, sino algo sujeto a la transformación, a la alteración en el transcurso de la historia; la opinión pública cambia y se modifica con otros factores, está influida por diferentes elementos y las interpretaciones que existen entre ellos”.

 

Raúl Rivadeneira Prada, La Opinión Pública. Análisis estructural y métodos para su estudio, p. 5.

 

Introducción

 

La finalidad principal de este ensayo es presentar una visión general sobre el desarrollo de la opinión pública, desde sus orígenes hasta el periodo revolucionario en el estado de Guanajuato, expresada en la prensa como canal de comunicación situado en un momento histórico determinado y con una estructura, contenidos y estética específicos, representados en el periodismo como su forma de escritura.

El texto tiene como punto de partida la concepción de la opinión pública como un proceso cuya constante transformación debe ser explicada desde la  perspectiva de la Historia más allá de la dimensión cuantitativa con la que la llamada mercadotecnia política, la ciencia de la comunicación y la ciencia política suelen abordarla[1]. La encuesta, los grupos de enfoque, los análisis de contenidos y de discurso son herramientas muy prácticas para mostrar a la opinión pública en un momento específico y para una utilidad generalmente planteada con fines políticos, pero no proporcionan una visión académica desde las ciencias sociales como objeto de estudio en tanto elemento estructural en el desarrollo de una sociedad.

En principio, se establece que opinión pública es una forma de manifestación y debate de ideas surgidas a partir de una interpretación de acontecimientos y opiniones generados por los actores políticos de un conglomerado humano, que tiene un consumo y una influencia en la sociedad y que, de igual manera que ésta, se transforma continuamente. La opinión pública es también el reflejo de la pugna por el poder tanto entre quienes lo detentan como entre quienes aspiran a él, acción que en el marco de una sociedad capitalista es un indicador de cómo los grupos o clases sociales pueden expresar sus conflictos y contradicciones[2].

La Prensa, como un “medio de comunicación social que usa la imprenta como instrumento”[3], por su función social es un “conjunto de publicaciones impresas en papel, de tirada diaria o periódica, destinadas principalmente a difundir información o noticias, en especial sobre la actualidad, y que tiene una influencia en la opinión pública y en las decisiones de los grupos de poder”[4]. Asimismo, “la prensa en sí misma es una fuente y no hay otro vehículo más eficaz (que ella) para la comunicación de los hechos de la res publica[5].

Añado a las definiciones anteriores que la prensa, como entidad impresora y de publicación, es un espacio que incluye a editores y redactores y, aunque indebidamente se le homologa con la publicación periódica, edita también impresos de periodicidad irregular, que son productos periodísticos por el  hecho de tener un  carácter informativo o de opinión[6]. Por lo anterior, Prensa es la entidad de editores y redactores que publican impresos de carácter informativo y/o noticioso y de opinión, no necesariamente periódicos, que impactan e influyen en su entorno social.

     El periodismo, por su parte, “se ocupa de la cosa pública, del acontecer social, de los personajes y hechos que protagonizan y determinan la vida colectiva en sus niveles locales, nacionales e internacionales”[7]. Implica también la acción de opinar y debatir ideas. El periodismo es, por lo anterior,  una de las formas de escritura de la prensa y es, esencialmente, la escritura de los acontecimientos y opiniones de carácter noticioso y de contenido político, social, económico y cultural generados por una sociedad.

En segundo lugar, tras hacer las precisiones conceptuales correspondientes, para explicar la dimensión histórica de la opinión pública expresada en el prensa a través del quehacer periodístico como parte de un proceso social y político, se abordará el tema desde finales del siglo XVIII y principios del siglo XX; esto es, desde el histórico siglo XIX enmarcado en su inicio como proceso de larga duración con las reformas borbónicas y como final con la Revolución Mexicana.

Una vez realizada la correspondiente revisión historiográfica sobre lo que se ha escrito sobre la prensa guanajuatense en el periodo de estudio, fue evidente que la mayor parte de los textos ofrecen una relatoría de periódicos impresos en el siglo XIX en la entidad y son referidos, en todo caso, como fuentes para explicar la política o la cultura de una época determinada. La gran mayoría de los autores no abordan a la opinión pública, la prensa o el periodismo como objetos de estudio, temas que ofrecen una oportunidad para una trabajo historiográfico muy enriquecedor si se toma en cuenta que tan sólo en los repositorios del estado existen más de tres mil ejemplares de periódicos editados durante el siglo XIX y principios del siglo XX, lo que demanda una labor más completa tanto para hacer una revisión historiográfica como para ofrecer otras explicaciones y nuevos enfoques sobre la historia de la opinión pública, la prensa y el periodismo en el estado.

Por lo anterior, en honor a una autocrítica, el presente texto constituye, desde la perspectiva de la historia, un primer abordaje a los problemas heurísticos y deja abierta una serie de retos hermenéuticos para un análisis que sea la pauta hacia una investigación más profunda. En ese sentido ofrece más preguntas que respuestas: ¿qué función han tenido la prensa, el periodismo y la opinión pública en la vida política, social y cultural del estado y cuál ha sido su trascendencia?; ¿qué han significado los medios impresos ante la sociedad en las diversas épocas de la historia de la entidad?; ¿qué contribuciones han hecho periodistas, redactores y editores?

El ensayo es un punto de partida que permitirá establecer los primeros conceptos y reflexiones para explicar con mayor profundidad y atingencia las características de la opinión pública guanajuatense contemporánea con base en el planteamiento de que la función teórica de la historia consiste en explicar el movimiento anterior de la sociedad y su función social es organizar el pasado en función de los requerimientos del presente[8]. En otras palabras: conocer el pasado (la historia), para explicar el presente y, en especial, la política actual y su manifestación mediática conocida como opinión pública.

Se trata de una primera aproximación que sirve de punto de arranque para el trabajo de ubicación, organización e interpretación de fuentes primarias, esencialmente periódicos del siglo XIX y principios del XX. De esta manera se deduce que la Historia de la prensa, el periodismo y la opinión pública en Guanajuato están por escribirse.

1. Precedentes y albores de la opinión pública en México y Guanajuato

El más señalado antecedente histórico de la prensa en México es la publicación de “gacetas” y “hojas” desde las primeras décadas del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, impresos que tuvieron una función esencialmente evangelizadora[9].  Las publicaciones del periodo colonial contribuyeron a “nacionalizar” la cultura novohispana, informaron y “culturizaron” a una población “que no tenía sino conocimientos muy elementales en torno a las características geográficas, históricas y físicas del enorme territorio en el que vivía”[10].

Sin embargo, no se puede hablar de una opinión pública impresa y desarrollada acorde al modelo capitalista en este momento histórico. Durante el periodo novohispano, la prensa estuvo bajo censura y control del gobierno colonial. En esa época “ningún periódico, ninguna publicación de la clase que fuera, habría escapado a la censura eclesiástica y civil, complementadas con el fin de privar la divulgación de ideas que pudieran trastornar la vida plácida de la colonia”[11].

La guerra de independencia generó las condiciones para el nacimiento de la opinión pública impresa en México en el contexto de su historia política. Los intereses de lucha por el poder que dieron lugar a la ruptura entre las elites dominantes integradas por criollos y peninsulares, expresada como una confrontación entre liberalismo y absolutismo o, si se le atiende desde otro enfoque, como una pugna de tradicionalismo-reformismo, crearon las condiciones para forjar una dinámica de opinión pública expresada en un sistema de periodismo militante que caracterizó posteriormente al México del siglo XIX: por una parte, la visión tradicional con evocaciones al imperio español y, por otra, el modelo liberal con influencia del ejemplo estadounidense, las ideas de la Ilustración y la herencia político-cultural gaditana. 

Fue el inicio de la construcción del Estado mexicano, en donde, aunque hubo permanencias monarquistas,  pesó más la tradición liberal y surgieron factores que contribuirían a una base de construcción de nación como la representación, el espacio público, la búsqueda de nuevas formas de gobierno, el imaginario, la sociabilidad, el liberalismo, las instituciones, las prácticas y los actores políticos, quienes,  “estaban más interesados en conservar un Estado unido que en construir una sociedad plural a partir de una amplia dotación de derechos individuales y deberes colectivos para establecer que el liberalismo y el conservadurismo románticos de mediados del siglo XIX se construyeron en México sobre la frustración de un primer republicanismo popular y federalista” [12].  A partir de este enfoque se puede establecer de qué manera la prensa refleja su perspectiva del quehacer y pensamiento políticos de su momento histórico[13].

En lo que se refiere al Guanajuato novohispano, los libros de historia general de Guanajuato poco ilustran sobre la prensa, el periodismo y la opinión pública en el periodo virreinal en esta región. Sin embargo, la existencia de órdenes religiosas que evangelizaron el territorio de lo que ahora es el estado y la creación del Hospicio de la Purísima Concepción en 1734, origen de lo que hoy es la Universidad de Guanajuato, son indicadores de que existía el consumo de textos esencialmente religiosos y educativos, pero que seguramente eran impresos en otros lugares

El único referente sobre la posibilidad de impresos en ese periodo es el registro de un intento por establecer una imprenta en la ciudad de Guanajuato en el siglo XVIII, relatado por Lucas Alamán:

“En los primeros años de mi juventud, intenté, unido con los hijos de Riaño y don Bernabé Bustamante, formar un establecimiento de grabado de música, que era entonces muy escasa y cara, y adentramos a este joven en grabar los punzones, que fue en la escuela en que se formó para grabar los troqueles de la Casa de Moneda. Todavía conservo entre mis papeles música grabada con los punzones que hizo. No he podido recordar su nombre ni saber la suerte que corrió”.[14]

No se conoce el nombre del “herrero joven, que había dado muestras de habilidad en el grabado del acero” y que iba a ser el encargado de la imprenta, pero es posible que esa persona haya colaborado con la causa de Miguel Hidalgo[15]. Ese referente permite inferir que en el Guanajuato colonial había lectura y entre los guanajuatenses ilustrados comenzó a formarse una conciencia liberal, resultado de la lectura de textos surgidos con la Ilustración a mediados y finales del siglo XVIII[16].

La revuelta de 1766 contra el impuesto al tabaco, en respuesta a las reformas borbónicas impuestas en la Nueva España, y la de 1767, en protesta contra la expulsión de los jesuitas, indican que en la ciudad se generó un clima de opinión pública que no necesariamente fue publicada en impresos, pero que fue suficiente para generar una respuesta política y social que culminó en actos de protesta[17].

Asimismo, aquel incipiente hospicio se había convertido en el Colegio de la Purísima Concepción y el trabajo educador del fraile Marcelino Mangas fueron muestra de que la rica provincia guanajuatense tenía una vida académica y, por ende, había lectura y debate o difusión de ideas, elementos consustanciales de la opinión pública[18].

Sin embargo, ante la falta de documentos y fuentes en los archivos estatales que sustenten la existencia de impresos en el Guanajuato colonial, sólo un trabajo heurístico en impresos novohispanos nacionales podría aportar elementos que ilustren la difusión  de ideas en medios escritos en la región durante esa época. De ahí que se considere que fue hasta la guerra de independencia y tras la consumación de la emancipación mexicana cuando la imprenta y el periodismo, como unidad formal, se instalan y desarrollan en Guanajuato.

La prensa insurgente, creada en contraparte al aparato propagandístico colonial, constituyó el origen de la opinión pública mexicana. Primero, como una respuesta directa, desde El Despertador Americano, hasta la Gazeta del Gobierno Americano, nombre que se contraponía a la realista Gazeta del Gobierno Mexicano. La base jurídica para la opinión pública en proyecto de independencia quedó especificada en el artículo 40 de la Constitución de Apatzingán (1814), un documento consustancialmente republicano que señalaba que "la libertad de hablar, de discurrir y de manifestar sus opiniones por medio de la imprenta, no debe prohibirse a ningún ciudadano, a menos que en sus producciones ataque el dogma, turbe la tranquilidad pública u ofenda el honor de los ciudadanos", no obstante que limitaba la libertad de expresión en materia religiosa al prohibir cualquier religión que no fuera la católica[19].

En ese contexto nacional, en el curso de los años los impresos se multiplicaron para dar lugar a una tradición periodística que en el caso de Guanajuato se remonta a la primera mitad del siglo XIX. El Despertador Americano y El Sueño fueron los dos primeros periódicos insurgentes impresos en Guanajuato en 1810. Dos años más tarde se imprimió en un islote de la laguna de Yuriria, llamado “Isla Liceaga”, La Gazeta del Gobierno Americano[20].

Así, el movimiento liberal insurgente sentó su base en Guanajuato, pero el liberalismo no sería el sello exclusivo del periodismo: la herencia cultural hispánica, la fortaleza de la Iglesia y los grupos conservadores contribuyeron a establecer una contraparte y de esa manera la prensa guanajuatense se desarrolló como un espacio tanto para la difusión de hechos de interés público como para el debate de ideas en el marco de la búsqueda de un  modelo de nación en el siglo XIX.

2. Siglo XIX: la opinión pública en el periodismo militante

Es en esta etapa de pugnas entre los dos grandes proyectos de nación (liberal y conservador/monárquico y republicano y sus variantes al interior de cada uno de ellos) surgen la confrontación y el debate tanto en el ámbito de la esfera pública general (los espacios sociales de convivencia), como en los impresos.

En consecuencia, este periodo se caracterizó por una prensa nacional que expresaba las posiciones de cada bando y que ampliaba el proceso de difusión cultural e ideológica, así como una contribución al debate en torno a la construcción de un proyecto de nación.  Si bien la historiografía resalta a la prensa liberal, el bando opuesto (conservadores y eclesiásticos) también se distinguió por la profusión de publicaciones y su discurso fue igual de rico y variado que su contraparte.

En el siglo XIX, tanto para la vida social, pero particularmente para las cuestiones políticas, la prensa fue ampliamente utilizada por los adversarios de uno y otro bando, liberales y conservadores, en los años de la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa y el II Imperio. También el Gobierno y la Iglesia se sirvieron de la prensa y aparecieron prácticas de control, censura y corrupción. Así, “la actividad periodística se orientó hacia el planteamiento de los nuevos problemas que inevitablemente salieron a la luz pública al alcanzarse la emancipación política: monarquía o república?, ¿república federal o unitaria?, ¿masonería escocesa o yorkina?, ¿liberalismo o conservatismo?, ¿apoyo al gobierno establecido o revolución? Cada una de estas expresiones políticas tuvo su representante periodístico” [21].

Como pasaba a nivel nacional, en Guanajuato la opinión pública difundida en la prensa tomaba forma paulatinamente en el marco del debate ideológico y de posiciones políticas de grupo, en un proceso en que periódicos y periodistas tomaban partido en contraparte a la “imparcialidad” u “objetividad” que supuestamente distinguen al periodismo moderno.

Los periódicos

Consumada la independencia, circularon en Guanajuato una serie de periódicos, en su mayor parte de corte liberal y distantes del formato y estilos de la prensa virreinal. Sin embargo, no existen evidencias de estas publicaciones y se tiene en El Buscapiés, impreso por Agustín Chávez  y cuyo primer número apareció el 25 de junio de 1824, así como La Sombra de Mina, con un primer número fechado el 20 de agosto de ese año, ambos en la ciudad de Guanajuato, como los ejemplares más antiguos existentes en los repositorios[22]. No hay referencias de otras ciudades y sólo existe como dato que en León pudo haber existido una imprenta en la década de 1820 y está documentada la instalación de una en 1840, pero los periódicos más antiguos que circularon en la ciudad y están registrados por la historiografía, La Iniciación Política y El Monitor Republicano, datan de 1855[23]. Ambos estaban insertos en al dinámica de hacer política desde las páginas. Eran parte de un proceso donde incluso el gobierno en turno acostumbraba a tener un medio oficial, como fue caso de El Conciliador, órgano oficial del departamento de León, que circuló a partir de 1859. Cabe aclarar que, a excepción de El Pueblo Católico, los periódicos leones del siglo XIX circulaban a lo más un año y luego desaparecían[24].

La prensa guanajuatense del siglo XIX se desarrollaba a la par de la confrontación entre liberales y conservadores. Los periódicos surgían y desaparecían como consecuencia de la dinámica política y económica derivada de los cambios de régimen. Se reconoce que los gobiernos liberales censuraron poco a la prensa, lo que implicó que durante las administraciones federalistas proliferaran los impresos tanto de carácter político, informativo y religioso, aunque su existencia era comúnmente fugaz.

Previo a la invasión francesa, eran impresos en Guanajuato El Semanario Oficial del Gobierno del Estado de Guanajuato (1861) y la Gaceta Oficial del Gobierno de Guanajuato (1863-1864), así como los periódicos La Voz Nacional (1862), El Grito de GuerraLa Insurrección y El Imperio ( ambos en 1863), El Monarquista (1865) y El Último Mohicano (1864-1865). La mayoría de ellos abrazaban la causa republicana y desaparecieron con la derrota del gobierno liberal ante los franceses. El único impreso que mantuvo su línea combativa ante el invasor fue El Último Mohicano,  aislado en una sociedad guanajuatense que manifestaba una gran simpatía por el imperio francés[25].

Las efemérides de la época muestran las grandes recepciones a Maximiliano como referente de una opinión pública no escrita que manifestaba una mentalidad tradicional y conservadora, diferente a la percepción de estado libertario surgido de la gesta independentista.

Restaurada la República, la prensa guanajuatense regresó a su estado de espacio de una y otra facción. Bajo este contexto, la opinión pública no sólo se expresaba en la prensa de las ciudades más pobladas o con mayor dinámica política y económica. En localidades como Salvatierra, la prensa también cumplía su función de ser el espacio para el debate de las ideas y la militancia política. De 1880 a 1881 circuló en esa población el primer periódico del que se tiene registro: El Fantasma,  semanario impreso en Celaya por don Antonio Sixto Romero para apoyar al general Florencio Antillón, aspirante al gobierno de Guanajuato en oposición al candidato porfirista, Manuel Muñoz Ledo. La corta vida del periódico se debió a que el editor llamó “vagos” y tinterillos” a los empleados municipales y publicó términos “ofensivos” para funcionarios de mayor rango[26]. El Fantasma fue otro ejemplo de periodismo militante que no tuvo buen fin, pero que muestra cómo en esa etapa la prensa abordaba temas preponderantemente políticos, aunque también había impresos centrados en temas religiosos, culturales, económicos y otros que constituían espacios para una opinión pública que iba más allá de los asuntos del poder. Esto originó que se fueran formando grupos de lectores, minúsculos debido al reducido alfabetismo de la época, pero que influyeron de manera importante en las elites letradas que participaron en los principales asuntos de la sociedad de su tiempo. Entre los periódicos del siglo XIX encontrados en diversos repositorios, se enumeran los siguientes:

Anunciador, El, Guanajuato. 1885

Aurora, La. Guanajuato, Gto. 1880

Boletín Oficial, Guanajuato, Gto. 1876

Campeón de la Fe, El, Guanajuato,Gto. 1895

Centinela, El, Guanajuato,Gto. 1871

Comercio, El, Guanajuato, Gto. 1901

Diario del Hogar, 1885, México, D.F.

Doña Caralampia, Guanajuato,Gto. 1881

Ferrocarril, El, Guanajuato,Gto. 1878

Foro Guanajuatense,.Guanajuato,Gto.1893-1895

Fraternidad, La, Guanajuato,Gto. 1896-1899

Guanajuatense, El,Guanajuato, Gto. 1867-1898

Imparcial, El, D.F.1899-1912

Liberal, El, Madrid,España. 1899

Linterna, La. Guanajuato,Gto. 1893

Monitor Republicano, El, México, D.F. 1849-1892

Observador, El, Guanajuato,Gto. 1885-1890

Opinión Libre, La,.Guanajuato,Gto.1895

País, El, México,D.F.,1901

Patria, La, México,D.F.1890-1891

Periódico Oficial, Zacatecas,Zac. 1876

Tiempo, El, México,D.F. 1885

Universal, El, México,D.F. 1891

Voz de Guanajuato, La, .Guanajuato,Gto. 1891-1893

Voz de México, La.,México, D.F. 1893

Voz del Comercio, La. Guanajuato, Gto. 1894

Los periodistas

Entre los políticos guanajuatenses del siglo XIX que compartían su actividad de ejercicio del poder con su labor como periodista destaca Juan Bautista Morales, quien con su periódico El Gallo Pitagórico hacía una labor militante desde su bando liberal contra sus oponentes del bando conservador. Fue diputado en el Congreso Constituyente en 1824. Luego fue electo senador y fiscal de la Suprema Corte de Justicia. Uno de sus textos ilustra el ambiente de debate y discusión de su tiempo:

“¿Está de moda atacar al gobierno? Las providencias justas se presentan vestidas por semejantes modistas con el ropage de la iniquidad. ¿Está de moda adularlo? Los decretos más tiránicos y opresivos de la libertad se visten con un trage de justicia. ¿Está de moda la hipocresía? Todos los escritos salen con sobrepelliz, bonete é hisopo en mano, echando ecsorcismos  hasta contra la verdad misma. ¿Está de moda el descaro y el libertinage? En cada escrito se presenta una Tais”[27].

Lucas Alamán es otro ejemplo de cómo la política y el periodismo eran parte de la actividad integral de los actores políticos desde la primera mitad del siglo XIX.  Historiador, pensador, economista, legislador y militante, es un referente infaltable del talento, nacionalismo e intelectualidad del bando conservador.

Especial distinción de ejemplo de periodista e intelectual militante es Ignacio Ramírez, periodista guanajuatense de impacto nacional, definido como “un liberal impetuoso”[28]. Desde la profundidad de sus textos y sus dotes de orador hasta su histórico ingreso a la Academia de Letrán, “El Nigromante”, fue, al igual que los antes citados, muestra de personaje influyente en la opinión pública nacional.

No nació en Guanajuato, pero por su trascendencia a nivel nacional destaca José Guadalupe Posada, quien de manera circunstancial estuvo relacionado con la prensa guanajuatense. Posada ilustraba para el periódico político El Jicote, dirigido por Trinidad Pedroso. Ambos se establecieron en León en 1871, en donde fundaron una nueva imprenta, para huir de la persecución del cacique aguascalentense Jesús Gómez Portugal. La modesta prensa quedó en manos de Posada un año después e hizo en ella trabajos comerciales y publicitarios, aunque no dejaba por completo la ilustración periodística, pues también colaboró en el semanario La Gacetilla en 1879[29]. Sobresalen, como referente noticioso, los grabados en los que ilustra la inundación que el 18 de junio 1888 destruyó a León, tragedia que lo habría de obligar a trasladarse a la capital del país. La estancia de Posada en la ciudad muestra esencialmente al pensamiento religioso leonés del siglo XIX, un factor importante en la comprensión de cómo se manifestaba la opinión pública en el León de esa época[30].

Estos y otros ejemplos ilustran que no había división entre político y periodista; el que escribía hacía política y el político no sólo estaba obligado a ser un gran orador: debía reflejar en las letras su pensamiento.

La opinión pública en la consolidación de la nación mexicana

La constitución de 1857 reforzó los principios liberales de la libertad de prensa y con ello dio nueva base jurídica a la expresión de las ideas, elemento sustancial para el desarrollo de la opinión pública, pero más allá de esta disposición legal, en la práctica la pugna entre prensa y poder se convirtió en parte de la dinámica política de la época, la combatividad de la prensa liberal contra los invasores franceses y la pasividad de una sociedad que, considera el autor, estaba en su mayor parte ajena a los conflictos políticos y estaba cansada de las guerras.  La lista de periódicos de la época y sus referencias de archivos son de gran utilidad para ilustrar el proceso de desarrollo del carácter militante de la prensa mexicana y cómo se desarrolló este proceso en Guanajuato durante el segundo imperio[31].

México vivió un auge periodístico tras el apaciguamiento del país luego de las guerras fratricidas, las invasiones extranjeras y el reestablecimiento de la República con Benito Juárez, quien, fiel a su espíritu liberal, fue un gobernante muy abierto a la crítica y su figura fue severamente atacada y caricaturizada por sus adversarios políticos. Las publicaciones se multiplicaron durante el régimen de Porfirio Díaz, años en los que la prensa en Guanajuato era heredera de tradiciones de información y debate de ideas y pronto expandió sus intereses y se ocupó de la modernidad europea, influenciada principalmente por la cultura francesa, además de los temas de interés político, social y económico  de la cotidianidad de las sociedades locales.

 La dinámica del quehacer periodístico de esta etapa y los impresos periodísticos se constituyeron en un medio de comunicación tanto para fines informativos como para la difusión y debate de las ideas y al mediar el siglo XIX ya había decenas de periódicos en circulación en otras ciudades del estado, además de Guanajuato y León, especialmente en Irapuato, Salamanca y Celaya, sin faltar tras localidades.

La opinión pública, cabe precisar, no sólo se sustentaba en la palabra escrita: la imagen, a través de los ilustradores, jugó un importante papel. En el caso del periodismo guanajuatense, sobresale Jesús Rodríguez Carrión, ilustrador de El Colmillo Público y El Hijo del Ahuizote, combativos periódicos de sátira política de finales del siglo XIX y principio del siglo XX.

El triunfo liberal definido en 1867 y la vigencia plena de la Constitución de 1857 indican que México se incorpora a la dinámica de las democracias burguesas del siglo XIX y sienta las bases para la construcción de Estado moderno del siglo XX con un sistema de división de poderes y el respeto a las garantías individuales[32]. Si el juicio de amparo es considerado como la principal fortaleza de la filosofía jurídica del liberalismo, la libertad de expresión es otro logro de un proceso conformador de la opinión pública en el marco de la construcción de un estado democrático de derecho.

3. La opinión pública en el ocaso porfirista y durante la Revolución Mexicana

A diferencia de la guerra independentista, durante la revolución iniciada en 1910 Guanajuato fue escenario de la confrontación bélica, pero los guanajuatenses no tuvieron el entusiasmo y protagonismo como el que los distinguió en 1810. La leva y las batallas en territorio del estado lo hicieron ser parte del proceso revolucionario y el daño a la economía de la entidad, muy consentida por Díaz, fue considerable. Aunque existía un gran desarrollo económico, sobre todo con la minería y la industria textil, y agrícola, también existieron desigualdades e injusticias que alimentaron la rebelión con el liderazgo de un sector de intelectuales que se sumaron a la lucha opositora primero desde la lucha civil y luego por la vía armada[33]. Si bien en la prensa del estado predominaba una opinión pública muy favorable al régimen y aún en la etapa maderista en los impresos de la región predominaban las añoranzas porfiristas, surgieron también voces críticas y disidentes que serían la base de una opinión pública que cumplió, de esa manera, su cometido y a la metralla del campo de batalla se agregó la batalla de las ideas con la prensa como escenario, con porfiristas y revolucionarios, primero, y defensores del gobernante en turno y sus correspondientes opositores, después, como representantes de cada facción.

Así, durante los periodos de gobierno del porfiriato se fue conformando la prensa industrial (El Imparcial, como gran representante) y su contraparte, minoritaria y económicamente limitada, prensa contestataria, con El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y Regeneración como los exponentes más conocidos.

En ese contexto, la prensa guanajuatense se consolidó durante el régimen de Porfirio Díaz como el medio noticioso y de opinión cada vez más indispensable para el desarrollo de la sociedad en las más diversas direcciones, ya fuera en los asuntos políticos, económicos, religiosos o sociales. Fue la creadora de una conciencia política que impulsó la revolución:

“El general Porfirio Díaz, y más que él, los capitalizadores de su ambición de mando, prestaron a todos aquellos periodistas que hacían de su pluma instrumento para burilar una conciencia política, el metal donde fueron grabando el destino inexorable de una rebelión de las masas populares de México”[34].

En lo relacionado con el quehacer periodístico, destacan cuatro personajes guanajuatenses en esta época: Jesús Martínez Carrión, dibujante de El Colmillo Público y El Hijo del Ahuizote; Práxedis Guerrero, quien colaboró desde 1900 para los periódicos guanajuatenses El Heraldo Comercial y El Despertador, así como el de circulación nacional El Diario del Hogar, de Filomeno Mata. En 1908 se integró a las huestes magonistas; José Granados, editor de El Barretero, periódico de apoyo a la lucha de los mineros; y Jesús Rodríguez, editor de El Obrero, diario leonés que empezó a circular en 1902 y cuyas instalaciones fueron destruidas en 1912 por Pascual Orozco.

Se les cita como los más significativos, aunque cabe aclarar que gran parte de los actores políticos de la época escribían, como en el siglo XIX, también en los periódicos. Como muestra se menciona al agrarista Agustín Arroyo Chagoyán y al caudillo silaoense Cándido Navarro[35].

Los espacios en la prensa fueron la evidencia de una opinión pública que se expresaba en múltiples impresos. Los editoriales y los pronunciamientos fueron la muestra de una opinión pública que en el ocaso del porfirismo se constituyó en un factor de tal trascendencia política que la entrevista que James Creelman hizo en 1908 a Porfirio Díaz es considerada como un parteaguas que marcó una suerte de “banderazo de salida” a la conformación de una oposición más formal al oaxaqueño[36].

Los clubes políticos y los círculos mutualistas eran los espacios sociales globales. La prensa era leída y debatida en un país que sólo con las armas pudo establecer una ruptura con un régimen que había logrado unificar al país tras las turbulencias políticas y bélicas del siglo XIX, pero que ya estaba desgastado y rebasado en el siglo XX. La lucha política no sólo tenía en la opinión pública nacional su arena de confrontación. La tormentosa relación con los Estados Unidos, desde donde se apoyaba a diversos bandos políticos, también se evidenciaba en los impresos de la época[37].

En Guanajuato hubo un grupo de políticos que originalmente apoyaron a Bernardo Reyes y que luego se sumaron a la causa maderista. Así surgieron seis importantes caudillos en la lucha contra Díaz: Francisco Franco, Cándido Navarro, Juan Bautista Castelazo, Moisés García, Catarino Guerrero y Adolfo Azueta[38]. De entre ellos destaca Cándido Navarro, quien, como se mencionó antes, desde la prensa difundió su postura antiporfirista y a favor de Madero; su propuesta militar tuvo seguidores gracias al trabajo político civil realizado sobre todo por Adolfo Robles Domínguez, impulsor del Partido Nacionalista Democrático, entre otros guanajuatenses, lo que de nueva cuenta muestra el vínculo entre lucha política y el periodismo como difusor de opiniones[39].

Durante la lucha armada y en el México postrevolucionario la opinión pública tuvo sus variantes y espacios.  Con la promulgación de las nuevas Constituciones en 1917, tanto la federal como la estatal, y la elección de candidatos a todos los puestos de representación, las temáticas preferentes de la prensa en los distintos municipios del estado, según se observa en las publicaciones de esos años, continúa con el tema de la política desde una perspectiva de acción del orden institucional naciente, sin dejar de informar sobre los acontecimientos armados generados por los revolucionarios insumisos, por grupos rebeldes o por bandidos sociales o delincuentes comunes.

Estos cambios se vieron reflejados por la inserción, cada vez más diversificada y amplia, de otras informaciones sobre problemas económicos relacionados con la reconstrucción del país. En Guanajuato, las noticias sobre la carestía, la escasez de los cereales y, en general, de los alimentos, fueron notas cotidianas, además de los problemas relacionados con la generalizada incapacidad de compra. Además, o deja de ser interesante ver cómo se refleja el lento proceso de la recuperación económica y del reestablecimiento de los mercados regionales a través de notas y anuncios relacionados con la oferta de productos diversos.

En lo que respecta al estado de Guanajuato, una vista general a los periódicos de la época consultados en archivos del estado permite establecer que, durante la etapa de confrontación armada de la Revolución, la prensa fue el principal medio de comunicación de las ideas políticas en juego, incluyendo los escritos propagandísticos de las noticias bélicas y los efectos sociales de la convulsión.  Menudearon las noticias relacionadas con el acontecer político: la inestabilidad de los gobiernos municipales y del estado, declaraciones y advertencias de los gobernantes en turno, de los militares y de la Iglesia, de voceros políticos de las distintas facciones, de intelectuales y artistas[40].

En esta primera etapa de indagación fueron encontrados impresos de corte político, religioso, cultural, científico y académico. Hay ejemplares de ciudades fuera del estado, especialmente de la capital del país, con el especial interés que implica, por ejemplo, la existencia del periódico neoyorquino resguardado en León.

La revisión de los archivos y sus catálogos permite inferir que el contenido de los medios informativos de la época variaba según la orientación periodística, pues en Guanajuato se editaban y circulaban los impresos con distintos propósitos[41]. Si bien los asuntos políticos ocupaban la mayoría de los espacios periodísticos en esos años, incluidas las secciones editoriales, siguieron en importancia los de carácter económico, sin dejar de informar sobre cuestiones de actualidad y de interés para sus lectores. Así, se insertaban noticias del extranjero, notas sociales, obituarios, desastres y delitos. En menor medida se difundían noticias científicas, deportivas y comerciales, información que, preponderantemente, se difundía en publicaciones especializadas.

Lo anterior muestra que si bien la prensa es vista en esta reflexión desde la perspectiva de la historia política, existen elementos suficientes para abordarla desde otros enfoques. La referencia indica la complejidad del proceso comunicacional de la prensa de la época y con ello la indicación de que la opinión pública tenía fuera de los espacios impresos una diversidad y amplitud similar.

La prensa periódica de los años de la confrontación armada cubría, de manera preponderante, los aspectos de la vida política relacionados con los hechos de armas o aquellos derivados de los asuntos gubernamentales, lo que generaba la convulsa vida institucional.

Había una gran diversidad de publicaciones donde se manifestaban opiniones igualmente variadas. Los periódicos de circulación nacional como El Imparcial, El Observador y El País tenían una gran influencia en la opinión pública local y eran espacios para el debate en torno a la política porfirista y la postura de sus opositores, especialmente el maderismo. El hecho de que en los archivos del estado no haya ejemplares de El Ahuizote, El Hijo del Ahuizote, El Colmillo Público y Regeneración permite inferir la censura o limitaciones de circulación que tuvo el periodismo contestatario en la entidad.

La prensa local también tenía su diversidad. En la ciudad de Guanajuato se editaba El Barretero, periódico de carácter laborista (que indebidamente la historiografía define como socialista) y en León circuló, de 1902 a 1914, El Obrero, de don Jesús Rodríguez, padre de quien fuera posteriormente gobernador del estado, Jesús Rodríguez Gaona, diario también de ideas progresistas que fue el antecedente del periodismo moderno en la ciudad y el estado. Esta publicación desapareció al ser quemadas sus instalaciones por Pascual Orozco durante la ocupación de sus tropas en una de las tantas incursiones de bandos de la Revolución Mexicana, en venganza porque don Jesús había criticado los excesos del militar. En León sobresalieron también Actualidades, edición local de El Demócrata, publicado en 1916 y 1917 por Isauro Alanís[42].

En Salvatierra destacan la publicación de La Reforma, Órgano del Partido Liberal Revolucionario, seguidor de los ideales de Ricardo Flores Magón; y Renovación, periódico bisemanal de política que apoyaba a José Aguilar y Maya en la contienda para la gubernatura del estado en contraparte al opositor Cayetano Andrade. Son otros referentes de la pluralidad de la prensa de la época[43].

Hay periódicos poco mencionados por la historiografía y que merecen una revisión para conocer cuál fue su papel como espacios para la opinión pública en el Guanajuato revolucionario. Entre ellos destacan El Popular, diario político de combate, que circuló de 1917 a 1919, impreso por Agustín Arroyo Chagoyán, impulsor de la lucha por el reparto agrario en Guanajuato, así como El Chisme, diario de la vida local, de 1921 a 1928, y La Información, de Ignacio Granados, en 1926.

Los registros y la historiografía sobre la prensa del siglo XIX y durante la Revolución Mexicana se centran en los periódicos impresos en las ciudades de Guanajuato, León e Irapuato[44]. Debido a saqueos e incendios, los archivos de Celaya y Salamanca ofrecen pocos ejemplares. Sin embargo, hay ciudades como Salvatierra donde “los contenidos de los artículos de fondo de los periódicos de la época Porfirista hacen severas críticas a la inequidad e injusticias sociales y de paso hacen un llamado a la formación moral de los individuos, de la mujer sobre todo, y en las familias”; sin embargo, aunque muestran las libertades para la expresión de las ideas, también se infieren los niveles de censura debido a que “en dichas críticas de ninguna manera se involucra a gobierno alguno, más bien están inspiradas en las consideraciones filosóficas sobre la falsedad del liberalismo inspiradas en la Encíclica Rerum Novarum de León XIII y en las cuestiones morales de Pío IX”. Los periódicos salvaterrenses de esa época “mostraron una clara preferencia por la cultura y en especial por la literatura, a excepción de los editados en los tiempos electorales de 1917 y 1926”[45].

No se puede prescindir de la revisión del periodismo guanajuatense de la época de la guerra Cristera: en 1927, movimiento ideológico confesional era encabezado en León  por el seglar José Valencia Gallardo, editor, sucesivamente, de los periódicos Lumen, Argos y La Voz del Pueblo, desde cuyas columnas llamó al boicot y la lucha contra el gobierno. En este momento de la historia la mayor parte de la prensa tanto nacional como estatal cerraron filas en torno al régimen “emanado de la revolución” . Este es un momento histórico interesante en el que seguramente la opinión publicada y la opinión pública no tenían los niveles de coincidencia que sí se reflejan en otras etapas históricas.

Concluida la etapa armada, la opinión pública empezó a ser dominada por la fuerza política del gobierno emanado de la Revolución Mexicana. La muerte de Obregón a manos del católico León Toral (durante una comida ofrecida por los diputados guanajuatenses, por cierto), convocado y formado el Partido Nacional Revolucionario, en donde se integran partidos regionales en un proyecto político nacional; la conformación de una elite política compuesta por la nueva casta surgida de la confrontación armada, pero en la que no faltaron antiguos privilegiados del porfiriato (la “familia revolucionaria”); y el control político tanto desde el interior del partido como el recurso de las armas y el desprestigio  desde la prensa para acabar con los que no convenían a los intereses del nuevo régimen, caracterizaron a la nueva etapa de la opinión pública[46]. Así como la “mano dura” de Porfirio Díaz fue avalada por amplios sectores de la opinión pública, la necesidad de un liderazgo unificador contribuyó al desarrollo en México de un modelo político autoritario, pero no dictatorial: el presidencialismo[47].

Conclusión

Las relaciones novedosas y la manera como se ha hecho el periodismo en las diversas épocas no sólo establecieron una dinámica de expresión entre los lectores y los actores generadores de las noticias, los autores de la escritura y los editores o dueños de las imprentas, también se fue transformando en la medida en que se fueron diversificando los asuntos y se constituyeron en formas que definieron las maneras de concebir y ejercer la opinión pública en el país. Los periodistas crearon nuevas formas de poder y organización en la sociedad en función de sus propósitos informativos y como espacios para la difusión y debate de las ideas. La irrupción de la prensa como vehículo de las nuevas relaciones en la sociedad se consolidó y desarrolló a partir del valor que adquirieron la información y las opiniones al volverse públicas y, con ello, traspasar las fronteras de lo privado.

El carácter militante del periodismo y el desarrollo de la prensa como industria contribuyeron a una opinión pública que en el siglo XX tuvo nuevas formas, pero que mantuvo características estructurales como ser un espacio de expresión de una diversidad de posturas políticas, ser un referente para la crítica y la toma de decisiones desde el poder y convertirse en argumento de legitimación de la democracia burguesa posrevolucionaria, que tiene como  reto contar con un nivel de opinión pública responsable, crítico y propositivo, para que haya un análisis serio y un debate de altura y que los círculos ciudadanos sean de opinión perciba errores y deficiencias y proponga soluciones, no de muchedumbres que, asistiéndoles el derecho a  manifestarse y a expresar su legítima inconformidad, gritan como desahogo y como expresión de una justa protesta, pero que no necesariamente abonan al desarrollo de una sociedad mejor.

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Federico Velio Ortega Delgado. Nací el 2 de marzo de 1963 en la ciudad deLeón, Gto. Estudié en escuelas públicas leonesas hasta la preparatoria y en 1982 ingresé a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, donde cursé Ciencias de la Comunicación y egresé en 1986. Me he desempeñado en labores de la carrera, aunque predominantemente he ejercido el periodismo, desde 1987. Actualmente doy clases a estudiantes de ciencias de la comunicación de la Universidad de León Plantel Guanajuato y estudié la maestría en Investigación Histórica en la Universidad de Guanajuato, donde realicé una investigación sobre la prensa política guanajuatense durante la Revolución Mexicana. Dedico mis momentos de ocio a la lectura general y la escritura de cuentos y guiones de radio y cine.

 

 

[1] RIVADENEIRA Prada, Raúl, La opinión pública, p. 6. El autor define desde la perspectiva de la Teoría General de los Sistemas a la opinión pública como un proceso social amplio y cambiante como “un fenómeno de la comunicación humana, comprendida como un todo de procesos que se influyen mutuamente y que constituyen sistemas psicosociales, afectándolos y siendo afectados por ellos”. Así, considera a la opinión pública como una entidad que engloba todos los ámbitos del quehacer humano y enumera una serie de acciones sociales vinculadas: opinión privada del individuo, opinión grupal, opinión publicada, información: saber y actitudes, códigos (lenguajes): mensajes y medios, comportamiento abierto individual: conducta abierta grupal y conducta abierta de organizaciones sociales.

[2] YOUNG, K,  La opinión pública y la propaganda . El autor analiza lo que denomina “naturaleza” de la opinión pública, “sus funciones socioculturales, sus rasgos psicológicos y ciertos intentos hechos para registrarla y medirla”. Define, en principio, a “público” como entidad de gente que piensa, reflexiona y se manifiesta y la diferencia de turba, auditorio o muchedumbre, entendidos estos términos como entidad tumultuaria (masa) sin unidad ni definición expresiva estructurada. En la medida en que hay una expresión sistematizada, más o menos normada e institucionalizada, se construye el concepto de opinión. Al conjuntar el concepto de “público” como receptáculo e impulsor de la expresión formal, construye su percepción de opinión pública, a la que ubica como un proceso social emocional vinculado con la acción social en todos sus ámbitos, sin restringirlo exclusivamente al de la cosa pública o la política.

[3] VIVALDI, Gonzalo Martín, Géneros periodísticos, p. 374.

[4] BOBBIO, Norberto, Diccionario de Política, p. 1075. El autor destaca que la opinión cambia con el tiempo y puede ser objeto de disensión, que expresa más juicios de valor que juicios de hecho -que pertenecen a la ciencia y a los expertos-. En cuanto ‘pública’, resalta, pertenece al ámbito o al universo político y “habría que hablar de opiniones en plural”, porque, explica, “en el universal político no hay espacio para una sola verdad política, para una epistemocracia”. Su conclusión es contundente: “la opinión pública no coincide con la verdad, por lo mismo que es opinión, doxa y no episteme, pero, en lo que se forma y afirma en el debate, expresa una actitud racional, crítica y bien informada

[5] MATUTE, Álvaro, “Prensa, sociedad y política (1911-1916), en Las publicaciones periódicas y la historia de México (ciclo de conferencias), p. 61.

[6] El término Prensa proviene de la imprenta (las planchas que “prensaban” al papel) y se le atribuye erróneamente la sinonimia con periodismo. La prensa contiene tanto al periodismo como a otras formas de expresión impresa. Es, en consecuencia, el espacio para el periodismo, pero no el periodismo en sí mismo.

[7] MARÍN, Carlos, Manual de periodismo,  p. 11.

[8] PEREYRA, Carlos,  ¿Historia  ¿para qué?,  p. 28. Otros ensayos que establecen este principio son “De la memoria del poder a la historia como explicación”, de Enrique Florescano; “La historia, maestra de la política”, de Arnaldo Córdova; “Historia para hoy”, de Héctor Aguilar Camín; y “La historia como crítica o como discurso del poder”, de Adolfo Gilly.

[9] ALVEAR Acevedo, Carlos, Breve historia del periodismo, p. 84-87. El autor señala que la “hoja” más antigua conocida data de 1541. Fue impresa por Juan Pablos, señalado como el primer impresor novohispano, para informar sobre un terremoto ocurrido entre el 10 y el 11 de septiembre de ese año. Luego enumera otras “hojas” difundidas durante los siglos XVI y XVII. También resalta que el 1 de enero de 1722 comenzaron a circular la Gazeta de México y Noticias de la Nueva España, precursoras de una serie de publicaciones similares de ese periodo de la historia.

[10] DALLAL,  Alberto, Lenguajes periodísticos, P. 40.

[11] VERGÉS, J.M. Antonio I., La Independencia Mexicana y la Prensa Insurgente, p. II.

[12] ROJAS, Rafael, La Escritura de la Independencia, p. 15. El autor indica que la constitución de Cádiz permitía que la prensa difundiera sólo logros científicos y expresiones culturales, aunque no faltaron textos con proclamas patrióticas que cuidaban no atacar al rey o al virrey y se circunscribían a debates entre las elites criollas y peninsulares. Agrega que  “los nuevos sujetos políticos de la construcción del Estado nacional mexicano surgieron dentro de la publicidad moderna que se abría paso en la Nueva España desde las reformas borbónicas” y que “en las tres últimas décadas del siglo XVIII, las Gacetas de México, de Manuel Antonio Valdés Murguía y Saldaña y José Antonio Alzate y Ramírez, reflejan a primera vista la formación de un público selecto, interesado en curiosos detalles de la historia natural”.  Son, según el autor, los precedentes de la opinión pública mexicana.

[13] RODRÍGUEZ, Jaime, “Las Cortes Mexicanas y el Congreso Constituyente”, en Independencia de México. El proceso autonomista Novohispano 1808-1824. pp. 285-317. El autor refuerza la postura de Rojas al señalar que el naciente país inició su vida independiente con un sistema político basado en el modelo monárquico ibérico: un Imperio Mexicano constituido por la Soberana Junta Provisional Gubernativa, símil de las Cortes Españolas, y un Consejo de Regencia, para suplir al Virrey y ejercer un poder ejecutivo dependiente del legislativo. Si bien era un avance respecto al sistema monarquista absolutista, contrastaba con las pretensiones republicanas de quienes veían en el sistema federal estadounidense el modelo moderno a seguir.

[14] RODRÍGUEZ Frausto, Jesús, Los orígenes de la Imprenta y el periodismo en Guanajuato,  p. 26. Atribuye la cita a Lucas Alamán, publicada originalmente Historia de México (Tomo I, México, 1942)

[15] Íbidem.

[16] JÁUREGUI de Cervantes, Aurora, Relato histórico de Guanajuato, p.30. La autora indica que “con las enseñanzas liberales se había despertado la conciencia en toda la población, es decir, había cambiado la mentalidad de la gente habitualmente acostumbrada a la servidumbre”.

[17] HABERMAS, Jürgen, Historia y crítica de la opinión pública: la transformación estructural de la vida pública. El autor hace una distinción entre opinión pública, que define como “un juicio más o menos generalizado entre la población respecto a los asuntos que son de conocimiento colectivo”,  y opinión publicada, en referencia  a la mera difusión de puntos de vista que no tienen mayor impacto social. En ese sentido, el periodismo en Guanajuato se constituyó durante los siglos XIX y XX como un espacio para la opinión pública y no sólo como repositorio de la opinión publicada

[18] Marcelino Mangas defendió al Colegio ante los intentos de Agustín de Iturbide  cuando éste se asumió como Emperador. Mantuvo la actividad de la institución durante los 11 años de lucha insurgente. El 24 de marzo de 1821, Mangas firmó el Acta de Cabildo del Ilustre Ayuntamiento Constitucional en la cual se proclama la “feliz y suspirada independencia” en la ciudad. La reapertura del Colegio en 1828, protagonizada por el fraile, significó la introducción del quehacer científico y la profesionalización de las humanidades, la organización del cuerpo de catedráticos y el inicio de carreras como el Derecho y la Minería. El educador murió el 26 de septiembre de 1956.

[19] ROJAS, Rafael. Op. Cit. P. 51

[20] RODRÍGUEZ Frausto, Jesús, Op cit., pp. 54-60.

[21] ALVEAR Acevedo, Carlos, Op. Cit, pp. 147-148.

[22] RODRÍGUEZ Frausto, Jesús, op. cit., pp. 43-48.

[23] LABARTHE Ríos, María de la Cruz, León entre dos inundaciones,   p. 431. El efemeridista J. Sóstenes Lira  escribió que el 29 de marzo de 1840 se asentó una imprenta en esa ciudad, prensa que se presume estuvo a cargo de Albino Chagoyán, quien posteriormente editó el periódico oficial del gobierno del estado. La autora considera al semanario La Iniciación Política como el más antiguo, registrado en 1855; por su parte, Carlos Navarro Valtierra,  cronista de la ciudad y director del Archivo Histórico Municipal de León, en el artículo “Antecedentes periodísticos y el entorno de El Sol de León en su nacimiento y desarrollo”, publicado en El Sol de León el 10 de septiembre de 1995,  afirma que el periódico leonés más antiguo, registrado en la dependencia a su cargo, es El Monitor Republicano, editado en el mismo año

[24] VARGAS, Fulgencio, Apuntes del Periodismo leonés,

[25] PRECIADO de Alba, Armando, “De la exaltación al compromiso. La prensa guanajuatense durante la intervención francesa”, en PALACIO Montiel, Celia de y PINEDA Soto, Adriana, La prensa decimonónica en México: objeto y sujeto de la historia, pp. 229-243.

[26] LÓPEZ,  Miguel Alejo, Impresiones de Salvatierra, P.17.

[27] BAUTISTA Morales, Juan, “Escritores públicos”, en  El Gallo Pitagórico,  número 2, reproducción facsímil, pp. 85-86. El texto muestra la colección de periódicos con irónicos artículos combativos, escritos muchos de ellos en forma de diálogo y con excelentes reproducciones de los grabados que ilustraban la publicación.

[28] GRANADOS Chapa, Miguel Ángel, “Ignacio Ramírez, un liberal impetuoso”,  en Comunicación y política, p.  El periodista enumera una interesante lista de cómo definían a “El Nigromante”: Justo Sierra lo llamó “sublime destructor del pasado y obrero de la revolución”; Ignacio Manuel Altamirano, otro periodista liberal, lo definió como “enemigo implacable de toda tiranía”; y Daniel Cosío Villegas como “indio bilioso y de ojos inyectados”. Son ejemplos de cómo las frases son utilizadas como elementos de construcción de ideas y conceptos para la historia.

[29] LABARTHE Ríos, María de la Cruz, op. cit. P. 525. La autora enumera 74 impresos editados en León en el siglo XIX, de periodicidad diversa y variedad de temas. Tan sólo por los títulos, los periódicos exhiben una amplitud de intereses: políticos, religiosos, científicos y de carácter o educativos.

[30] Enciclopedia de México, p. Xxxx. En 1875, Posada casó con María de Jesús Vela y en 1883 se inició como maestro en la Escuela de Instrucción Secundaria (antecesora de la Escuela Preparatoria Oficial, ahora dependiente de la Universidad de Guanajuato). La información disponible indica que sus trabajos comerciales fueron muy exitosos.

[31] PRECIADO de Alba, Armando, “De la exaltación al compromiso. La prensa liberal guanajuatense durante la intervención francesa”,  en La prensa decimonónica en México. Objeto y sujeto de la historia, pp. 229-243. Este texto es parte de la investigación “Guanajuato durante la Intervención Francesa y el Segundo Imperio Mexicano, 1861-1867”, inscrito dentro del proyecto Historia General de Guanajuato, desarrollado por la Universidad de Guanajuato.

[32] GONZÁLEZ María del Refugio , “Las transiciones jurídicas en México del siglo XIX a la Revolución”, en Transiciones y diseños institucionales.

[33] MEYER Cosío, Francisco, El final del porfirismo en Guanajuato, pp. 35-55.

[34] ARENAS Guzmán, Diego, El periodismo en la Revolución Mexicana (de 1876 a 1908), p. 35.

[35] MORENO, Manuel M., Historia de la Revolución en Guanajuato, p. 81.

[36] MADERO, Francisco I., La sucesión presidencial en 1910, p. 243

[37] MATUTE, Álvaro, La Revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida cultural y política, 1901-1929, p. 181. El autor explica que  “la prensa norteamericana libraba una fuerte batalla preparatoria de la opinión pública de su país para ver con simpatía una acción dura contra México. Las acusaciones sobraban. Según la prensa, su neutralidad ante la guerra era en realidad un disfraz progermánico y, al concluir la guerra, los bolcheviques influirían en la política contra Estados Unidos. La cadena Hearst fue particularmente dura en sus campañas, siguiendo sus propias líneas iniciadas con la guerra de 1898 en Cuba. Los periódicos de Pulitzer equilibraban la balanza; entre ellos destacaba el New York World, aunque no había que esperar de ese medio de información demasiada indulgencia con México”

[38] BLANCO, Mónica, El movimiento revolucionario en Guanajuato 1910-1913, p. 111.

[39] MEYER Cosío, Francisco, Op. Cit., pp. 37-38.

[40] MATUTE Álvaro, “Prensa, sociedad y política (1911-1916)”, en Las publicaciones periódicas y la historia de México (ciclo de conferencias),  p. 61.

[41] En una primera revisión de los repositorios del estado se encontraron en el Archivo Histórico Municipal de León más de 700 ejemplares de los siguientes títulos: El Comercio (que en 1910 cambió su nombre a La República), El Imparcial (de la ciudad de México, pero con corresponsal en el estado), El Obrero, La Opinión Libre, El País (también de circulación nacional), El Pueblo Católico, El Diario, El Mundo Ilustrado, The New York Herald (estadounidense), La Prensa, El Tiempo, La Defensa, La Voz de la Verdad, Estampas Mexicanas, El Águila, El Amigo del Obrero, La Tribuna, Boletín Mensual, El Diario de la Jurisprudencia, La Vanguardia y El Ego; en el Archivo General del Estado, tan sólo en lo que corresponde al periodo 1908-1917,  suman más de mil 400 ejemplares de El Barretero, La Democracia, El Demócrata, El Eco, Los Ecos, El Heraldo, El Hijo del Pueblo, La Idea Libre, El Imparcial, El Observador (otro impreso de circulación nacional) y La Opinión Libre, La Idea Libre, El Observador, el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Guanajuato y La Risa. El Archivo Histórico de la Universidad de Guanajuato resguarda publicaciones tanto del siglo XIX como del siglo XX. Tiene nueve números publicados entre 1908 y 1912. Se trata de ejemplares de La Opinión Libre, Boletín de El Barretero, El Hijo del Pueblo, La Farsa, La Risa, El Comercio, La Gaceta de Guanajuato y La Prensa. Finalmente, es de mencionarse la importancia del Archivo Histórico del Congreso del Estado por tener una completa colección del Periódico Oficial del Gobierno del Estado. Del periodo 1908 a 1928 tienen 32 libros con ejemplares encuadernados. Los primeros 16, que abarcan hasta 1917, contiene aproximadamente 500 ejemplares. Este repositorio tiene lo que podría denominarse “la voz institucional” del periodo, con ejemplares mejor conservados y clasificados respecto a los de otros archivos.

[42] NAVARRO Valtierra, Carlos, Op. Cit., p. 2.

[43] LÓPEZ, Miguel Alejo, Op. Cit., pp. 39-54. Otros periódicos de la época 1911-1930 son Helios, de corte literario, Soñador, “Semanario de Literatura y Variedades”; Anhelos,  quincenario de literatura y variedades; el periódico dominical de entretenimiento Flor de Lis; y Lux, órgano del Centro Local de la Asociación Católica Juvenil Mexicana (A.C.J.M.).

[44] El Archivo Histórico Municipal de Irapuato tiene sólo una caja con ejemplares de impresos de finales del  siglo XIX y hasta la década de 1980. De ellos hay 176 ejemplares de periódicos impresos de 1908 a 1929, pero cinco de ellos están repetidos. Corresponden a los periódicos El Centro, El Demócrata, El Día, Evolución (que circulaba todavía en 1985), El Ferrocarril, El Toril y La Verdad.

[45] LÓPEZ, Miguel Alejo, Op. Cit., p.5.

[46] ALONSO, Jorge, “Continuidades en el debate centralismo-federalismo”, en Cultura política y educación cívica. Los casos de José Vasconcelos, Joaquín Amaro, Miguel Henríquez  Guzmán y Francisco Serrano son los ejemplos más claros de este momento. Sobresale Amaro como el conformador del ejército mexicano postrevolucionario y su aportación sobre la conformación de las elites de la “familia revolucionaria”.

[47] LÓPEZ Villafañe, Víctor,  “El presidencialismo. La evolución histórica”, en La formación del sistema político mexicano, p. 78, El autor explica que el presidencialismo se derivó del caudillismo –tanto del siglo XIX como del XX-,  proceso que tuvo su virtual carta de defunción con la muerte de Obregón y “con ello la fuerza del caudillismo perdió terreno y se abrió un camino más amplio al régimen presidencial”.