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GUÍA DE LECTURA

Número Cero, de Umberto Eco

Jaime Panqueva

Número Cero, de Umberto Eco


Ya entregaron el premio Nobel, como se va haciendo cada vez más costumbre, a una escritora que no aparecía en las preferencias de casi nadie. El suplemento cultural del diario El País, Babelia, realizó una encuesta donde cualquiera puede escoger entre nombres como Murakami, Roth, María, Kundera, Oz, entre los más conocidos y mediáticos, entre ellos la ganadora, Svetlana Aleksijevitj, muy a la zaga con menos del 3% de los votos, nos recuerda a muchos lo poco que hemos leído y el universo que nos queda por leer... Si quiere darle un vistazo a la lista, entre aquí.

A pesar de los gustos de la Academia Sueca (y de su necesidad permanente de darle también al premio tintes políticos), mi gallo, y creo haberlo comentado en alguna guía reciente, a pesar de las opiniones de muchos sigue siendo Umberto Eco, quien, si no me falla la memoria, ya ha sido candidato varias veces para el galardón. En esta ocasión aprovecho para comentar sobre Número Cero, su más reciente novela, y posiblemente la última. Una lectura agradable con una crítica ácida al periodismo contemporáneo y un repaso muy interesante sobre la historia italiana de mediados del siglo XX, con repaso de los complots de la operación Gladio, Brigadas Rojas, etc.

Colonna, un profesor universitario que ronda la cincuentena y se define como perdedor nato, “el placer de la erudición está reservado a los perdedores. Cuanto más sabe uno, es que peor le han ido las cosas”, es contratado por un consorcio noticioso de un personaje que semeja a Berlusconi de comienzos de los noventa, para editar un periódico que servirá para extorsionar a los grandes empresarios del país. Sus aventuras con Simei, el líder del proyecto, y los reporteros, pondrán en peligro su vida y sacarán a la luz antiguos complots que personajes oscuros desean mantener en secreto a toda costa. No hablamos de México en la actualidad, aunque sí asesinan a un periodista...

Número Cero es un divertimento de un gran escritor, que se lee con mucho agrado, y una sátira contra la banalización de la verdad y del oficio periodístico: “Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador.” O “por ahora, no estamos obligados a ocuparnos de estas miserias, y la indignación hay que dejársela a los periódicos de izquierdas, que están especializados en eso.”

Integrado desde sus inicios y ahora quizás más apocalíptico, Eco, no se guarda comentarios. Para cerrar les dejo éste: “¿No te has fijado en que todos los entrevistados de esta noche contaban tranquilamente que habían hecho esto y aquello, y casi se esperaban una medalla? Nada de claroscuros en barroco, cosas de Contrarreforma; los tráficos aflorarán en plein air, como si los pintaran los impresionistas: corrupción autorizada, el mafioso oficialmente en el Parlamento, el defraudador fiscal al gobierno, y en la cárcel sólo los ladrones de pollos albaneses. Las personas decentes seguirán votando a los truhanes porque no darán crédito a la BBC, o no verán programas como los de esta noche, porque estarán enganchados a la telebasura. Quizá acaben en prime time las teletiendas; si matan a alguien importante, funerales de Estado.” No sé si el lugar les suene conocido, pero se refiere a Italia, y Umberto Eco seguirá siendo por algunos años, creo, mi candidato al Nobel.

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