Es lo Cotidiano

Viviendo a Gerardo Mares

Luz Gabriela Sánchez

Viviendo a Gerardo Mares


Conocí a Gerardo Mares justo cuando el León fue campeón de la mano de Vucetich. Había algarabía en las calles y aun así me di cuenta de lo especial que era él. Pasó el tiempo y se fue a vivir a la ciudad de Guadalajara buscando el sueño tan anhelado, trabajar con Gustavo Alatriste y estudiar una licenciatura en la U de G. No se logró lo uno ni lo otro. Terminó por regresar a León, donde comenzó una carrera en este ámbito tan poco apreciado y tan complicado.

Fechas no las tengo, o quizá no las quiero recordar en este momento; lo que sí sé con certeza es que estudió el Curso Integral de Producción y Realización Cinematográfica en Salamanca, y en la IBERO el curso Cine Contemporáneo: Ventana y espejo del Mundo, entre otros.

En ocasiones lo invitaban a participar como jurado o a dar su punto de vista del cine en diferentes espacios culturales o educativos, lo que lo hacía sentirse muy satisfecho, porque le gustaba compartir sus conocimientos; no era nada mezquino con eso. Bastaba jalar del hilo para que Gerardo empezara a hablar de su pasión.

Trabajó en la Revista Ochocientos y, en esa misma temporada colaboró en la radio donde, además, de sus reseñas y críticas, tenía de fondo los ladridos de Dino o el ruido de las cacerolas de mi suegra, que preparaba el almuerzo.

Nos volvimos a encontrar en enero del 2005. Él estaba un poco estancado en esto de la crítica. Nunca pensé que su gusto por el cine me invadiera a mí de tal manera que decidí apoyarlo en todo. Y cuando digo todo, es todo.

Ya juntos, me tocó verle crecer como coordinador del Cine Club de la Casa de Cultura Diego Rivera, dar clases de apreciación cinematográfica allí mismo, escribir en el Heraldo y en el Sol de León. Inició un blog en web de la Revista 012 y de ahí saltó a la versión impresa. Continuó en Ruta, en donde terminó su participación con esa firma editorial. Varias veces me hablaba para comentarme con gusto y a la vez con satisfacción que sus artículos en el blog tenían más de 1000 visitas, y eso me hacía sentir muy orgullosa.

Trabajó después o al mismo tiempo en Contrapunto News, donde se dio el lujo de escribir hasta de música, su otra pasión. Recuerdo que ahí comenzó una edición para tv en la red; le emocionaba tanto que cuando tocaba grabar, despertaba temprano y me volvía loca con sus carreras para llegar a tiempo. Cosa que siempre le caracterizó: su puntualidad.

Su vida como crítico de cine la concluyó en Es lo cotidiano donde, como él decía, podía hacer crítica desde lo más serio hasta lo más desenfadado. Era muy dedicado; el fin de semana era estar tras la laptop viendo carteleras, estrenos y preparando sus colaboraciones, ya que no podía fallar.

 Vivir con alguien tan dedicado es como estar en la montaña rusa. Había días en que no paraba de leer, otra de sus aficiones, así como comprar libros de cine. Y hablando de libros, colaboró con emoción en el libro Historias del Club León, volumen 1.

Entre las tantas cosas que realizó alrededor de su tema favorito fueron: colaborador en Ruta, expresión cultural en tránsito; en donde llevó el cine a las estaciones del SIT. Cabe mencionar que las funciones que llenaron esos túneles fueron las dedicadas al género de la Lucha Libre.

 Aportó su experiencia en las funciones de cine durante la Semana de la Sustentabilidad 2008. Llevó ese taller de cine a Tepatitlán y Lagos de Moreno.

Participó en programas de radio de la Universidad de Guadalajara, en el campus de Lagos de Moreno. Y durante ese año preparó y realizó el Taller de cine enfocado al género del terror en la Universidad de León.

Escribió un libro acerca del género de la Lucha Libre, para cuya edición espero encontrar apoyo, además de que buscaré agrupar y editar sus críticas en un libro.

Para los que lo conocían siempre recordarán que mencionaba:

Mi maestro en esto de la crítica, Leonardo Garcia Tsao. O Mi director de cine, David Cronenberg, pero también George A. Romero y Guillermo del Toro. También: Mi película favorita: Las momias de Guanajuato. Que la vimos como mil veces. Mi grupo favorito: Scorpions. A los que pudo disfrutar cuando vinieron a León, por cierto, en un cumpleaños de Gerardo. Su equipo favorito: Los Pumas, pero era panza verde de corazón

Hablar de Gerardo Mares Rodríguez en este momento me llevó más de tres días, ya que la herida en mi corazón en muy reciente. El amor que tenía por el cine, por su profesión como bibliotecario en la ENOL, a sus dos perritas Nova y Lila, a mi madre, a la vida y a mí, era lo que llenaba su vida. Amaba vivir, con tal pasión que su corazón no lo resistió y un buen día dejo de latir.

Deja en mí una huella muy profunda. Me queda la satisfacción de poder decir que realizó todos y cada uno de sus trabajos con amor, responsabilidad y mucha pasión.

Si olvide algo u omití otras cosas ofrezco una disculpa. No quise poner nombres por si olvidaba alguno, no hubiera molestias. Lo único que pido es que al recordarlo eleven una oración al cielo y vayan al cine con la misma emoción con la que él disfrutó todas las películas que vio en su vida.

Hasta pronto, Gerardo. Gracias por haber hecho de mi vida una experiencia inolvidable.

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