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Los provos holandeses

Teun Voeten

Los provos holandeses

La monarquía se convirtió, para los provos, en el máximo símbolo de la clase dirigente que debían atacar. Las ceremonias reales ofrecían un amplio abanico de oportunidades para la sátira. Durante el "Día de la princesa", cuando la reina estaba pronunciando su discurso anual, los provos hicieron un discurso falso donde la reina declaraba que se había hecho anarquista y que estaba negociando una transición de poder con ellos. El provo Hans Tuynman invitó a la reina a mantener una íntima conversación en frente del palacio, donde él y algunos otros provos habían reunido unas cómodas sillas. Aunque la reina no apareció, la policía si lo hizo y rápidamente disolvió el happening.

Crearon los primeros “Happenings” y “Be-Ins”. También fueron los primeros en hacer campaña activamente contra la prohibición de la marihuana. Aun así, continúan siendo relativamente desconocidos fuera de Holanda. Ahora, por primera vez, se cuenta su verdadera historia.

Todo empezó con los Nozems. Surgiendo del boom económico de posguerra, los Nozems eran adolescentes holandeses descontentos, armados con el poder adquisitivo de un consumidor. En parte Mods, en parte jóvenes delincuentes de los 50, pasaban la mayor parte del tiempo paseando por las calles con sus ciclomotores, bastante aburridos y sin saber qué hacer. ¿Su pasatiempo favorito? Meterse en líos y provocar a la policía.

El término “Provo”, en realidad, fue acuñado por primera vez por el sociólogo holandes Buikhuizen, en una condescendiente descripción de los Nozems. Roel Van Duyn, un estudiante de filosofía de la Universidad de Ámsterdam, fue el primero en reconocer el durmiente potencial de los Nozems. “Es nuestra tarea convertir su agresividad en conciencia revolucionaria”, escribió en 1965.

Inspirado por el anarquismo, el dadaísmo, el filósofo alemán (y futuro gurú de la contracultura) Herbert Marcuse y el Marqués de Sade, Van Duyn, un tímido e introvertido intelectual, pronto se convirtió en la mayor fuerza detrás de la revista Provo. Pero mientras Van Duyn dominaba la rama teórica de los provos, otro elemento más importante era proporcionado, incluso antes, por su otro cofundador, Robert Jasper Grootveld, un antiguo limpiador de ventanas y el primer príncipe de los payasos de la cultura popular.

Más interesado en la magia que en Marx, Grootveld era un artista extrovertido con un don para los gestos teatrales. Al principio de la década de los 60, atrajo a enormes multitudes en Ámsterdam con “Happenings” exhibicionistas. En el centro de la filosofía de Grootveld estaba la creencia de que a las masas les habían lavado el cerebro hasta convertirlos en un rebaño de adictos consumidores, la “despreciable gente de plástico”. Según Grootveld, eran necesarios nuevos rituales para despertar a estos complacientes consumidores. Mientras los escritos de Van Duyn hacían un llamamiento al público culto, Grootveld encontró a sus seguidores entre los gamberros de la calle.

El fenómeno Provo fue consecuencia de la alienación y de lo absurdo de la vida al comienzo de los años 60. Fue algo irresistiblemente atractivo para la juventud holandesa y dio la impresión de haberse propagado alrededor del mundo. Sin embargo, en sólo unos pocos años desapareció, asfixiado por su propio éxito.

Cada fin de semana en 1962, le hacía una visita a un oficial de policía llamado Houweling, explica Grootveld. Durante estas visitas, solía vestirme como un indio americano. Siempre teníamos unas conversaciones muy amistosas sobre marihuana. Houweling no tenía ni idea sobre ella, de modo que podía contarle todo lo que quisiese.

De esta manera empezaba el “Marihuettegame”, un juego de desinformación al que jugaban Grootveld y sus amigos. La idea era demostrar la completa ignorancia de la clase dirigente sobre el cannabis. Los jugadores tenían que pasárselo bien, ridiculizar a la policía y, por supuesto, fumar hierba. Pero aparte de eso, no había reglas. Todo lo que se pareciese remotamente a la marihuana se le llamaba “marihu”: te, heno, comida para gatos, especies o incluso hierbas. Los puntos de bonificación se acumulaban cuando un fumador conseguía colocarse al consumir una sustancia legal. Los jugadores habitualmente llamaban ellos mismos a la policía. Una redada de uniformados adictos a la nicotina, buscando algo que no existe, era considerada el premio gordo.

Un día, el grupo al completo, fuimos a Bélgica en Bus, dice Grootveld. Por supuesto, informé a mi amigo Houweling de que algunos elementos podían llevar algo de hierba encima. En la frontera, la policía y los agentes de aduanas estaban esperándonos. Seguidos por la prensa, nos llevaron para registrarnos minuciosamente. Los pobres policías… todo lo que pudieron encontrar fue comida de gatos y algunas hierbas legales. “La marihuana es comida para perros”, bromearon los periódicos al día siguiente. Después de aquello, los policías decidieron abstenerse de fastidiarnos en el futuro, por miedo a cometer más meteduras de pata.

El año siguiente, Grootveld y el artista Fred Wessell abrieron la tienda “Afrikaanse Druk Stoor”, donde vendían marihuana real y de mentira.

El juego de marihuette se convirtió en el modelo para las futuras tácticas de los provos. Sorprendentemente, los juegos demostraron ser una forma efectiva de hacer añicos la personalidad engreída y la rectitud de los autoritarios. La policía normalmente actuaría de forma exagerada, haciéndose ver ridículos a sí mismos durante el proceso. Había, también, una seriedad subyacente en el método. El objetivo final era cambiar la sociedad a mejor.

A finales de los años 50, Grootveld era ya conocido como un tipo de artista de performance. Su inspiración, como él reclamaba, tuvo su origen en una peregrinación a África, donde adquirió un misterioso botiquín de medicinas que antes pertenecía a un chamán. De alguna manera, el botiquín ayudó a Grootveld a formular una crítica a la sociedad occidental, la cual, llegó a creer, estaba dominada por adicciones insanas. Una corta estancia en un hospital hizo convencer pronto a Grootveld de que una de las peores era el consumo de cigarrillos. “Todos aquellos pacientes adultos, mendigando y rezando por un cigarrillo fue una visión repugnante”, recuerda. (Aun después de haberlo comprendido, Grootveld continuó siendo un fumador empedernido.)

Fumar, según Grootveld, era un culto irracional, un ritual sin sentido al que la industria tabacalera forzaba a la sociedad con el único propósito de sacar beneficios. Los jefes de la “NicoMafia” eran los mayores sacerdotes del “culto al cigarrillo”; los spots publicitarios eran sus tótems. Las agencias de publicidad eran poderosos brujos, conjurando hechizos mágicos sobre el público hipnotizado. Al fondo de la pila permanecían los adictos consumidores, dando sus vidas a través del cáncer al gran “Nicoseñor”.

Grootveld comenzó una ofensiva individual contra la industria tabacalera. Lo primero que hizo fue garabatear la palabra “cáncer” en alquitrán negro en cada estanco de la ciudad. Por esto fue arrestado y enviado a prisión.

Tras su puesta en libertad, Grootveld empezó a ir a las tiendas de tabaco, armado con un trapo empapado en cloroformo. Extendía ese terrible hedor a hospital a mi alrededor, dice. Preguntaba si podía hacer una llamada y me pasaba horas al teléfono, gritando, tosiendo y jadeando, hablando acerca de hospitales y cáncer, asustando a todos los clientes.

Klass Kroese, un rico y excéntrico dueño de un restaurante, decidió apoyar a Grootveld en su cruzada anti-tabaco. Le proporcionó un estudio, al cual Grootveld apodó “El templo anti-tabaco”. Declarándose a sí mismo como “El primer hechicero anti-tabaco”, Grootveld convocó cada semana misas negras, con funciones de invitados como el poeta Johnny The Selfkicker, el escritor Simon Vinkenoog y otros artistas underground locales.

Pero Grootveld pronto se desilusionó por la poca cobertura que las funciones recibieron en los medios, echándole toda la culpa a la “NicoMafia”, los cuales controlaban la prensa. Decidió hacer algo realmente sensacional. Después de un discurso apasionado y cantar el “Ugge Ugge”, la canción oficial antitabaco, Grootveld prendió fuego al templo anti-tabaco, en frente de un desconcertado grupo de bohemios, artistas y periodistas. Al principio todo el mundo pensaba que se trataba de una broma, pero cuando Grootveld empezó a rociar de gasolina toda la sala, la audiencia huyó a un lugar seguro. Grootveld estuvo peligrosamente cerca de haberse freído, salvado solamente por el empeño que puso la policía en rescatarlo. Aunque la cruzada sólo había comenzado, el incendio le costó el apoyo de Kroese, su primer patrocinador.

En 1964, Grootveld trasladó sus misas negras, ahora conocidas como “happenings”, a la cercana Spui Square. En el centro de la plaza había una pequeña estatua de un niño, “Het Lievertje”. Por coincidencia, la estatua había sido encargada por una importante empresa tabacalera. Para Grootveld, esta pequeña evidencia probaba la insidiosa infiltración de los sindicatos de la nicodroga. Todos los sábados, exactamente a medianoche, Grootveld comenzó a aparecer por la plaza, vistiendo un extraño conjunto y actuando para una regular y cada vez mayor audiencia de Nozems, intelectuales, curiosos viandantes y policías.

El escritor Harry Mulisch lo describió de esta manera: Mientras sus padres, sentados en sus refrigeradores y lavaplatos, estaban mirando la televisión con su ojo izquierdo, con el derecho su coche aparcado en frente de casa, en una mano la batidora de la cocina y en la otra De Telegraaf, sus chicos iban el sábado noche a Spui Square… y cuando el reloj marcaba las doce, el sumo sacerdote hacía aparición, disfrazado, desde algún callejón, y empezaba a caminar en círculos mágicos alrededor del demonio nicotinoso, mientras sus discípulos brindaban, aplaudían y cantaban la canción del “Ugge ugge”.

Una noche en mayo de 1965, Van Duyn apareció en uno de los Happenings y comenzó a distribuir folletos que anunciaban el nacimiento del movimiento Provo. “La elección Provo se encuentra entre la resistencia desesperada y el deterioro apático”, escribió Van Duyn. “Provo se da cuenta de que finalmente será el perdedor, pero no dejará pasar esta última oportunidad de molestar y provocar profundamente a esta sociedad…”

Grootveld leyó el primer manifiesto Provo y decidió colaborar con sus editores. “Cuando leí la palabra anarquismo en aquel primer panfleto, me di cuenta que esa anticuada ideología del siglo diecinueve se iba a convertir en lo más ardiente de los sesenta”, recuerda.

A los folletos les siguieron panfletos más elaborados anunciando la creación de los planes blancos. Constant Nieuwenhuis, otro artista, jugó un papel importante en el desarrollo de la filosofía blanca, que consideraba al trabajo (especialmente al rutinario trabajo de fábrica) como algo obsoleto. La renuncia al trabajo de los provos apelaba a los Nozems –y marcaba una importante ruptura con el capitalismo, el comunismo y el socialismo, que apreciaban el trabajo como algo valioso por sí mismo. Los provos, sin embargo, simpatizaban más con el hijo anarquista de Marx, Paul Lafargue, autor de “El derecho a la pereza”.

El más famoso de los planes blancos fue el Plan Blanco de las Bicicletas, previsto como la última solución al “tráfico terrorista de una minoría motorizada”. Inventado por el diseñador industrial Luud Schimmelpenninck, este plan proponía expulsar a los coches, nocivos para el medio ambiente, del interior de la ciudad, para ser remplazados por bicicletas. Por supuesto, las bicicletas serían proporcionadas gratuitamente. Estarían pintadas de blanco y se mantendrían permanentemente accesibles, para asegurar su disponibilidad al público. Schimmelpenninck calculó que, incluso desde un estricto punto de vista económico, el plan iba a proporcionar grandes beneficios para Ámsterdam.

Los provos decidieron poner en acción el plan proporcionando las primeras cincuenta bicicletas. Pero la policía inmediatamente las acabó confiscando, alegando que habían hecho una invitación al robo. Los provos se vengaron robando unas cuantas bicicletas de la policía.

El Plan Blanco de las victimas establecía que cualquiera que causase un accidente mortal de automóvil, debería ser forzado a pintar el perfil del cuerpo de la víctima en la acera donde se hubiese producido el accidente. De esta manera, nadie podría ignorar las muertes que causaban los coches.

Otros planes blancos incluían el Plan Blanco de las chimeneas (Poner un fuerte impuesto a las más contaminantes y pintarlas de blanco), el Plan Blanco de los críos (guarderías gratis), El Plan Blanco de las viviendas (poner fin a la especulación inmobiliaria) y el Plan Blanco de las mujeres (atención médica gratuita para las mujeres).

Algunos planes blancos eran elaborados minuciosamente, otros surgían de instantes de inspiración. “Parecía que proponer un Plan Blanco era casi un examen necesario para convertirse en un Provo”, dice Grootveld. El más divertido de todos era el Plan Blanco de los pollos, propuesto por un subcomité llamado Amigos de la Policía. Después de que la policía comenzase a reaccionar incrementando la violencia contra las manifestaciones de los provos, éstos intentaron alterar la imagen de los policías, que eran conocidos como los “pollos azules”. Los nuevos pollos blancos iban a ir desarmados, dando vueltas en bicicletas blancas, ofreciendo primeros auxilios, pollo frito y anticonceptivos gratis.

La policía fracasó al apreciar esta propuesta. En una manifestación confiscaron una docena de pollos blancos que habían sido colocados para crear un efecto simbólico.

Las teorías de Van Duyn sobre la vida moderna eran bastante similares a las de Grootveld: los trabajadores y la clase dirigente se habían fundido en una grande y gris clase media. Esta aburrida burguesía estaba viviendo en un estado catatónico, su creatividad fue hecha polvo por la televisión. “Es imposible tener la menor confianza en esa dependencia, el servil grupo de cucarachas y los piojos “, concluye Van Duyn.

La única solución a este problema se encontraba en los Nozems, artistas, marginados, los chicos de la calle y los beatniks, los cuales compartían su no-participación en la sociedad capitalista. Era tarea de los provos despertar su latente instinto para la subversión, para convertirlo en acción anarquista.

Como más tarde se aclaró, los provos no iluminaron realmente a las multitudes de la calle, aunque ofrecieron la oportunidad, tanto a intelectuales como a vándalos, de expresar sus sentimientos de frustración y rabia.

Los escritos de Van Duyn combinaban una mezcla a partes iguales de pesimismo e idealismo. Demasiado realista para esperar una revolución total, tendió a seguir una estrategia más pragmática y reformista. Finalmente defendió participar en las elecciones municipales de Ámsterdam. Otros provos denunciaron esto como una vergonzosa traición de los ideales anarquistas.

Un panfleto de los provos impactó en los kioscos, plegado entre las páginas de “De Telegraaf”, el periódico de mayor tirada de Ámsterdam. El perpetrador de esta acción, Olaf Stop, fue inmediatamente despedido del kiosco del aeropuerto donde trabajaba. Ningún problema grave para un Provo. Era importante demostrar desdén por las profesiones en general.

Cuando el siguiente folleto, Provokaatsie #3, fue publicado, despertó indignación por toda Holanda al aludir al pasado nazi de algunos miembros de la Casa Real, una institución sagrada para la sociedad holandesa. Los provos lanzaron el panfleto a la barcaza real mientras recorría los canales de Ámsterdam. Provokaatsie #3 fue el primero de una serie de publicaciones que fueron inmediatamente confiscadas por la policía. La excusa oficial fue que los provos habían utilizado unas ilustraciones sin permiso. Le siguió un juicio y Van Duyn fue señalado como responsable. Pero en vez de aparecer en el tribunal, Van Duyn envió una nota que decía que era …simplemente imposible mantener una sola responsabilidad individual. Provo es el producto de una siempre cambiante, anónima pandilla de elementos subversivos… Provo no reconoce los derechos de autor, ya que es precisamente otra forma de propiedad privada a la que renunciamos… Sospechamos que esto es una forma indirecta de censura ya que el Estado es demasiado cobarde para denunciarnos de forma clara por “alta traición” (delito por violar la dignidad del soberano)… A propósito, nuestros corazones están llenos de desprecio general hacia las autoridades y hacia cualquiera que se someta a ellas

En julio de 1965 aparece el primer número de la revista “Provo”. Fue bastante escandaloso para la clase dirigente, recuerda Grootveld. Se dieron cuenta de que no éramos simple escoria estúpida sino que éramos totalmente capaces de establecer una especie de organización.

El primer número contenía recetas caducadas del siglo diecinueve para bombas, explosivos y bombas trampa. Los petardos que se incluían en la revista fueron la excusa que dio la policía para poder confiscar la revista. Arrestados con cargos de incitación a la violencia, los editores Van Duyn, Stoop, Hans Metz y Jaap Berk fueron puestos en libertad unos pocos días después.

En realidad Los provos tenían una actitud ambivalente hacia la policía, viéndolos como elementos esenciales, no-creativos, para que un Happening tuviese éxito. Grootveld los llamaba los “Co-Happeners”. Por supuesto, es obvio que los policías eran nuestros mejores compinches, escribió Van Duyn. Cuanto mejor fuese su número, cuanto más grosera y fascista fuese su actuación, mejor para nosotros. La policía, igual que hacemos nosotros, se dedica a provocar a las masas… Causan resentimiento. Nosotros intentamos convertir ese resentimiento en revuelta.

Durante julio de 1965, los provos se convirtieron en la noticia principal de toda la nación, en su mayor parte debido a la reacción desmesurada de la administración de la ciudad, los cuales trataron al movimiento como una crisis seria. Aunque solamente un puñado de provos existió realmente, debido a la manipulación de los medios parecía como si hubiese miles de ellos recorriendo las calles. “Éramos como Atlas sosteniendo una imagen que había sido inflada en enormes proporciones”, recuerda Van Duyn.

En los primeros Happenings la policía solía responder deteniendo a Grootveld, lo que no era un gran problema. Grootveld era considerado un inofensivo excéntrico y siempre lo trataban con respeto. En privado, se las arreglaba bastante bien con la policía. Me daban café y me enseñaban fotografías de sus hijos, dice. Y Grootveld todavía sentía gratitud hacia la policía por haberlo rescatado de su templo en llamas.

De cualquier manera, los problemas empezaron a finales de julio. Unos días antes, el Plan Blanco de las bicicletas había sido comunicado a la prensa. La policía estaba presente, pero no intervino. El sábado siguiente, en un happening anticoches, no obstante, la policía se presentó en un gran número. Tan pronto como se dio lugar a alguna escaramuza, la policía trato de disolver a la multitud.

La siguiente semana, después de una cobertura sensacionalista de la prensa, una enorme multitud se congregó en Spui Square. De nuevo la policía trató de disolver a las masas, pero esta vez se desataron unos serios enfrentamientos, con el resultado de siete detenidos. Al día siguiente los titulares de “De Telegraaf” chillaban “¡Los provos están atacando!”. De pronto, los provos eran la calamidad nacional.

En agosto de 1965, algunos provos se reunieron con la policía para tratar las intervenciones violentas en los happenings. Desde que Ámsterdam es el Centro Mágico, es de gran importancia cultural que los happenings no sean interrumpidos!, declaraban los provos en una carta al comandante de la policía. Desafortunadamente, las conversaciones no produjeron ningún resultado. Nos miramos fijamente entre nosotros con incredulidad como si fuésemos animales exóticos, dice Van Duyn.

Esa misma noche, la policía rodeó la pequeña estatua de Spui Square, según recuerda Rob Stolk, como si estuviese hecha de diamantes y el Dr. No o James Bond quisiesen robarla.

Alrededor de dos mil espectadores estaban presentes, todos esperando a que sucediese algo. Exactamente a las doce de la noche hicieron aparición, no Grootveld, pero si otros dos provos. Cuando empezaron a lanzar flores a la estatua de Het Lievertje, la audiencia comenzó a animarse. La policía los arrestó al momento, después de lo cual estallaron los disturbios. Hubo trece detenidos, de los que cuatro de ellos no tenían nada que ver con los provos, pero sucedió que estaban merodeando la plaza en aquel momento. Todos ellos pasaron entre uno y dos meses en prisión.

En septiembre de 1965, los provos centraron sus acciones en otra estatua, el monumento a Van Heutsz. Aunque Van Heutsz era considerado por la mayoría de holandeses como un gran héroe de su pasado colonial, los provos lo tildaron de imperialista carroñero y criminal de guerra. La semana siguiente fueron organizadas las primeras concentraciones contra la guerra de Vietnam por estudiantes izquierdistas que lentamente se estaban uniendo a los provos. Nuestras protestas contra la guerra de Vietnam eran desde un punto de vista humanista, recuerda Stolk. Criticábamos las crueles masacres pero no nos identificábamos con el Vietcong como Jane Fonda. Eso explica por qué nosotros luego no acabamos haciendo videos de aeróbic.

Aunque los happenings en Spy Square se siguieron celebrando, las manifestaciones de Vietnam pasaron a ser el acontecimiento más importante de 1965. Cada semana se producían cientos de arrestos. Mientras tanto, el virus de los provos se extendía por toda Holanda. Cada respetable ciudad de provincia presumía de tener su marca local de provos, todos con su propia revista y estatuas alrededor donde escenificar los happenings.

Al final del año el gobierno cambiaba sus tácticas. En vez de intervenciones violentas de la policía, intentaron manejar a los provos. Sacaron a la luz sus leyes obsoletas y las pusieron en su contra. Pero cuando, con base en esto, se rechazó un permiso para una manifestación, los provos se presentaron con una pancarta en blanco y distribuyendo panfletos sin nada escrito. Los siguieron arrestando. El Provo Koosje Koster fue detenido por repartir uvas pasas en un happening de Spui Square. ¿La razón oficial? Poner en serio peligro la seguridad y el orden público.

La opinión pública sobre los provos comenzó a polarizarse cada vez más. Aunque muchos estaban a favor incluso de medidas más duras contra los agitadores, un creciente segmento del público simpatizaba con los provos y empezaba a tener serias dudas sobre las reacciones desmedidas de la policía.

***La monarquía se convirtió, para los provos, en el máximo símbolo de la clase dirigente que debían atacar. Las ceremonias reales ofrecían un amplio abanico de oportunidades para la sátira. Durante el "Día de la princesa", cuando la reina estaba pronunciando su discurso anual, los provos hicieron un discurso falso donde la reina declaraba que se había hecho anarquista y que estaba negociando una transición de poder con ellos. El provo Hans Tuynman invitó a la reina a mantener una íntima conversación en frente del palacio, donde él y algunos otros provos habían reunido unas cómodas sillas. Aunque la reina no apareció, la policía si lo hizo y rápidamente disolvió el happening.

El clímax de estas actividades anti monárquicas llego en marzo de 1966, cuando la princesa Beatrix se casó con un alemán, Claus Von Amsberg, un antiguo miembro de las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend). Por coincidencia, Grootveld estuvo haciendo performances basadas en "La llegada de Klaas", un mesías mítico. Sinterklaas, la versión holandesa de Santa Claus, y Klaas Kroese, el antiguo patrocinador de Grootveld le sirvieron de inspiración, pero cerca de marzo, los provos identificaron la llegada de Klaas con la de Van Amsberg.

Grootveld protestó por esta corrupción de su simbólica mitología de Klaas, recuerda Jef Lambrecht. Quería mantener a Klaas como algo puro e indefinido, pero el vínculo se estableció pronto.

Los provos pasaron meses preparándose para la boda de marzo. Se había abierto una cuenta en un banco para recolectar donaciones para un regalo antiboda. El Plan Blanco de los rumores se había puesto en acción. Salvajes y ridículos rumores se habían extendido de un lado a otro de Ámsterdam. Se creyó ampliamente que los provos estaban preparándose para echar LSD en el suministro de agua de la ciudad, que estaban construyendo una pistola de pintura gigante para atacar el desfile de la boda, que estaban acumulando estiércol para expandir por toda la ruta del desfile, y que los caballos reales iban a ser drogados. Aunque los provos en realidad no estaban preparando nada más que unas pocas bombas de humo, la policía se esperaba los peores e inimaginables actos de terrorismo. Las revistas extranjeras ofrecieron altas cantidades de dinero a los provos si revelaban sus planes secretos antes de la boda, unos planes que no existían.

Unos pocos días antes de la boda, todos los provos desaparecieron misteriosamente. Hicieron esto simplemente para evitar ser arrestados antes del gran día. Mientras tanto, las autoridades solicitaron 25.000 tropas para ayudar a vigilar la ruta del desfile.

En el día de la boda, Ámsterdam –la ciudad más antialemana y antimonárquica de todo el país- no estaba de humor para grandes festejos. La mitad del consejo municipal ignoró la recepción oficial de la boda. Un periodista extranjero lo expuso de esta manera: La ausencia de ninguna ventana decorada, de ningún adorno festivo, es sólo otra expresión de la indiferencia del público.

Milagrosamente, al ir vestidos como ciudadanos respetables, los provos se las apañaron para pasar a escondidas sus bombas de humo delante de la guardia de policías y soldados. La noche anterior, los policías cometieron una terrible metedura de pata al registrar violentamente a un inocente señor mayor que llevaba una sospechosa mochila de cuero. Así que los idiotas recibieron órdenes de no registrar ninguna mochila de cuero más, ¡temiendo una jugarreta de los provos! dice Appie Pruis, un fotógrafo. Las primeras bombas se lanzaron justo al lado del palacio cuando empezó la procesión. Aunque las bombas no eran realmente peligrosas (estaban hechas de azúcar y nitrato), provocaron unas tremendas nubes de humo, que fueron vistas por las televisiones de todo el mundo. Fue una disparatada acumulación de errores insensatos. La mayoría de los policías habían sido traídos del campo, de modo que eran totalmente incapaces de identificar a los provos. Se produjo a continuación una violenta reacción policial, de la que fueron testigos los periodistas extranjeros, muchos de los cuales fueron aporreados y golpeados durante la confusión. La boda se convirtió en un desastre para las relaciones públicas. Las manifestaciones de los provos son las respuestas del resentimiento de Ámsterdam al folclore monárquico, comentaba un periódico español.

La semana siguiente a la boda, una exhibición fotográfica documentaba la violencia policial. Los invitados a la exposición fueron atacados por la policía y golpeados con severidad. La indignación pública contra la policía alcanzó nuevas cumbres. Muchos conocidos escritores e intelectuales solicitaron una investigación independiente sobre el comportamiento de la policía. No es ningún secreto que Holanda tiene las mayores leyes liberales sobre drogas, especialmente cuando nos referimos al cannabis. De lo que quizá la gente no se dé cuenta, no obstante, es que estas leyes se promulgaron gracias al esfuerzo de los provos holandeses. Los provos establecieron el marco para la creación de los Merry Pranksters, Diggers y Yippies. Fueron los primeros en combinar la no-violencia y el humor absurdo para generar un cambio social.

En junio, después de que un hombre fuese asesinado durante un conflicto laboral, parecía como si una guerra civil estuviese a punto de estallar. Según “De Telegraaf”, la víctima no fue asesinada por la policía sino por otro compañero de trabajo, una escandalosa mentira. Una multitud furiosa irrumpió en las oficinas del periódico. Por primera vez, el proletariado y los provos estaban luchando en el mismo bando.

A mediados de 1966, la represión estaba fuera de control. Cientos de personas estaban siendo detenidas cada semana en happenings y en concentraciones contra la guerra de Vietnam. La prohibición de las manifestaciones hizo que éstas se hicieran incluso más grandes. Hans Tuynman se había convertido en un mártir al haber sido sentenciado a tres meses de cárcel por murmurar la palabra “imagen” en un happening. Alrededor de aquella época, un colaborador holandés de los nazis, un criminal de guerra responsable de la deportación de judíos, había sido puesto en libertad y un miembro de una fraternidad estudiantil recibió solo una pequeña multa por homicidio.

Finalmente, en agosto de 1966, se estableció un comité perteneciente al congreso para investigar la crisis. Las conclusiones del comité tuvieron como resultado la destitución del comisario de policía. En mayo de 1967, el alcalde de Ámsterdam, Van Hall, fue “honorablemente” cesado, después de que el comité hubiese condenado sus políticas. De una manera lo suficientemente extraña, los provos, que habían exigido la dimisión del alcalde desde haría más de un año, liquidaron en una semana su destitución.

La razón de la desaparición de los provos, la cual fue totalmente inesperada para los forasteros, fue debido a la creciente aceptación de elementos moderados, y a la creciente confusión dentro de sus filas. Tan pronto como los provos comenzaron a participar en las elecciones municipales se produjo una transformación. Emergió un politburó provo, que consistía en que los provos VIP se dedicaban a dar todo de sí mismos por sus carreras políticas: provos haciendo giras por el país, haciendo lecturas y concediendo entrevistas. Cuando los provos VIP estaban fuera de la ciudad asistiendo a un congreso provo, Stolk protagonizó un falso golpe de Estado al palacio, anunciando que un nuevo Consejo Terrorista Revolucionario había tomado el poder. Van Duyn reaccionó furiosamente, no comprendiendo que era una provocación hacía los mismos provos. Cuando el monumento de Van Heutsz fue deteriorado con bombas, los provos declararon que “Aunque sentían simpatía por la causa, ellos deploraban profundamente el uso de la violencia”. La división entre los provos de la calle y los VIP reformistas comenzaba a crecer. Algunos provos volvieron a sus estudios, otros se hicieron hippies y se apartaron del movimiento.

Provo fue un gran éxito siempre y cuando estuvo considerado como algo fuera de la sociedad. Pero tan pronto como el sistema comenzó a asimilarlo, el fin estaba próximo. Los liberales moderados comenzaron a defenderlos públicamente y los sociólogos comenzaron a estudiar el movimiento. El antiguo ministro de transportes unió fuerzas con los provos; “Como un verdadero adepto, debería haber propuesto la persecución de los provos”, dijo más tarde Van Duyn.

La propuesta de los provos de crear un parque para los niños era acogida en esos momentos con gran entusiasmo por el ayuntamiento de la ciudad. El verdadero signo de la institucionalización de los provos, sin embargo, fue la instalación de un “rincón del orador” en el parque.

Van Duyn alentaba este desarrollo, pero Stolk lo veía como una forma de tolerancia represiva –los provos ahora eran libres, libres para ser ignorados-. Políticos comprensivos, provologistas buen rollistas y reverendos mimados, estaban formando un círculo contra-mágico alrededor nuestra para arrebatarnos los poderes mágicos, dice Stolk. Así que Grootveld y Stolk decidieron liquidar Provo. El espíritu y el poder se habían desvanecido, dice Grootveld. Provo se había convertido en un grupo dogmático. Había degenerado hacía un sello legal de aprobación.

En la reunión de liquidación, Stolk dijo: “Provo tiene que desaparecer porque todos los grandes hombres que nos crearon se han marchado”, en referencia a los dos archienemigos de los provos, el alcalde y el comisario de policía.

Los provos se guardaron un último truco en la manga. Se extendió un rumor blanco que decía que las universidades americanas querían comprar los archivos y documentos de los provos, que realmente nunca habían existido. La Universidad de Ámsterdam, temiendo que aquellos tesoros sociológicos pudiesen desaparecer en el extranjero, les hizo una oferta que los provos no pudieron rechazar.

Texto aparecido en la revista High Times, Enero 1990.

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Teun Voeten (Boxtel, Países Bajos, 1961) es un reportero gráfico y antropólogo internacional, especialista los conflictos. En 1996 publicó el libro Tunnelmensen sobre las personas sin hogar que viven en un antiguo túnel de ferrocarril en Manhattan. Fue publicado en inglés en 2010.