jueves. 18.04.2024
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¿Tachas?

Imposible no recordarla. Sus agudas intervenciones que evidenciaban una gran intuición para entender los fenómenos gramaticales de la lengua española, ponía en aprietos en algunas ocasiones a la novel profesora Luna Traill.

Desde los primeros momentos de sus estudios universitarios, Marina Arjona sabía que su camino académico sería la lingüística. Lo sabía ella y lo supimos quienes tuvimos la suerte de ser sus profesores. Por ello, inevitablemente el doctor Lope Blanch habría de invitarla al Centro de Lingüística Hispánica, apenas concluidos sus estudios de licenciatura. De su labor como investigadora he de ocuparme en un siguiente momento de este mismo homenaje.

Fue en esta Facultad de Filosofía y Letras el escenario donde se desarrolló, a partir de 1978, su labor docente. La temática de las asignaturas de las que se hizo cargo durante veinticinco años nos muestra claramente los dos momentos de sus intereses académicos: hasta 1992 es profesora titular de los cursos de morfosintaxis; a partir de 1995 se ocupa de impartir seminarios sobre la enseñanza de la lengua materna y sobre la enseñanza de la redacción, ambos en la licenciatura; así como la comunicación y enseñanza alternativa, en el posgrado, tema este último que ocupaba centralmente sus intereses al momento de su fallecimiento.

Maestra innata supo darles a sus alumnos apoyo y orientación invaluables (permítaseme una digresión para un recuerdo personal más: ¡cuántas veces sus alumnos de la clase de español me comentaron la gracia con que Marina les explicaba el valor durativo de la perífrasis estar + gerundio! ¡Imaginen cuál no sería su ingenio para lograr esto!)

Decía yo que Marina fue una maestra innata. Tal vez esta vocación la hizo interesarse seriamente en los problemas de la enseñanza de la lengua materna: había entendido con meridiana claridad la importancia no sólo de estudiar sino sobre todo de buscar soluciones a este agudo problema educativo que aqueja a nuestro país.

En un texto reciente escribía Marina: “Grave es, sí, la situación en que estamos… Esta realidad nos permite tratar de buscar con ahínco y denuedo las formas de reparar el mal. Y, sobre todo, de calibrarlo en su exacto peso y de abordarlo con auténtico interés. No me cansaré de reiterar que la preocupación por estas cuestiones ha de ser para que verdaderamente se desee el cambio, un cambio que sería de clara trascendencia para los niños y jóvenes de nuestro país que acuden a la escuela con expectativas muchas y que tienen el derecho de salir de ella por lo menos con un dominio lingüístico más profundo y mayor que el que de todos modos tendrían si no se matricularan nunca. Otra cosa es un engaño y una irresponsabilidad; pero sobre todo, más que nada, una terrible injusticia”. Estas últimas palabras reflejan la autenticidad, permítanme así llamarle, de Marina. Autenticidad que la caracterizó toda su vida. La recuerdo, por ejemplo, recién entrada al Centro de Lingüística Hispánica, estudiando el Estatuto de Personal Académico, preocupada por la situación académico-laboral de sus compañeros.

La labor docente de Marina Arjona no se circunscribió a la Facultad de Filosofía y Letras ni a la UNAM. Impartió cursos en el Centro de Enseñanza para Extranjeros y en la Escuela Nacional Preparatoria y fuera de nuestra Máxima Casa de Estudios en distintas instituciones de educación superior y media superior; destaca su estrecha colaboración con la Universidad Autónoma de Zacatecas y con la misma Secretaría de Educación Pública.

Marina Arjona fue la Secretaria de la Comisión Organizadora del X Congreso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), celebrado en Veracruz en 1993, junto con Juan López Chávez, quien presidió dicha comisión. Quienes han sido asiduos asistentes a los congresos de la ALFAL, recuerdan la impecable organización del Congreso de Veracruz, lo cual nos llena de orgullo a los lingüistas mexicanos.

La iniciativa de Ricardo Arriaga de recordar el día de hoy a Marina Arjona mediante este seminario nos permitirá ver qué difícil llenar el vacío que nos dejó su temprana desaparición.

En el homenaje póstumo al doctor Lope Blanch, Marina escribió un epígrafe en la ponencia que presentó: “nunca el doctor Lope tuvo que estar presente para estar: ni aun ahora”. Mutatis mutandis podemos decir algo parecido de ella: para sus alumnos, para sus colegas, para sus amigos, Marina siempre estuvo presente en nuestras vidas: aun ahora.

Marina Arjona: compañera de disquisiciones sintácticas sobre infinitivo.

Apenas terminada su licenciatura, Marina Arjona ingresa como investigadora en 1977 al Centro de Lingüística Hispánica del Instituto de Investigaciones Filológicas, invitada por el doctor Juan M. Lope Blanch, su director y fundador.

Si bien su primera investigación versa sobre un aspecto sintáctico del habla culta de la Ciudad de México (“Ausencia y presencia de la preposición en el habla culta de la Ciudad de México”, por cierto el trabajo con el que obtiene su título de licenciatura), a Marina Arjona le correspondería desarrollar, en dicho centro, las investigaciones del “Proyecto de estudio del habla popular de la ciudad de México”, que el doctor Lope Blanch había decidido echar a andar con el fin de complementar los trabajos del gran proyecto del habla culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica.

Además de su extensa investigación sobre los verboides en el habla popular de la Ciudad de México (su tesis doctoral), Marina Arjona nos legó una serie de estudios que, además de su valor intrínseco, poseen una especial relevancia por referirse a aspectos sintácticos de este registro lingüístico popular al que suele prestársele atención generalmente en el nivel léxico, y, por cierto, no siempre de manera seria y científica. Su trabajo de investigación está enriquecido, además, con los análisis comparativos que llevó a cabo con fenómenos similares del habla culta.

Este último señalamiento me permite retroceder en el tiempo: Marina tenía poco tiempo de haber llegado al Centro de Lingüística Hispánica. Especial satisfacción fue para mí cuando ella decidió estudiar los verboides en el habla popular, tema que había ocupado mis afanes en el habla culta. Así pude trabajare estrechamente con ella. Gracias a una iniciativa suya, llevamos a cabo una comparación del infinitivo absoluto en el habla culta y popular de la Ciudad de México. En estos días he releído dicho estudio y he constatado que los “ajustes” que tuvimos que hacer en la comparación siempre fueron a favor del análisis que Marina había hecho en su descripción del habla popular. Prueba inequívoca del privilegiado sentido que poseía para analizar los fenómenos gramaticales. Discutíamos el punto, es cierto, pero siempre acababa convenciéndome de lo acertado de su posición.

En la presentación que hice hace unos momentos, al iniciarse el homenaje, me refería al hecho de que el trabajo del habla popular de Marina Arjona está enriquecido con los análisis comparativos que llevó a cabo con el habla culta. Interés que nunca abandonó porque, como ella misma lo señalaba, fueron sus estudios sobre el habla popular y sus comparaciones con el habla culta los que le permitieron acceder exitosamente a la problemática del desempeño de estudiantes de diversos grados escolares. Dejó en proceso una investigación sobre el comportamiento léxico-gramatical de verbos en el habla culta y popular de la Ciudad de México. Ojalá que alguno de sus alumnos tome la estafeta y continúe con ese trabajo. Es a mi ver el mejor homenaje que puede brindársele a nuestra inolvidable y querida Marina Arjona.

No quisiera Abandonar esta mesa sin referirme a algo, un recuerdo que me suscitó la intervención de la doctora. Libertad Menéndez. Ella habló de la relación con su mamá. Yo quisiera mencionar la relación de Marina con su papá. Quiero decirles que cuando ella era alumna mía. La recuerdo así con su pelo largo tan negro. A veces cuando en esas intervenciones en clase. Les digo que a veces a la novel profesora Luna Traill la ponía en aprietos. Yo a veces le decía bueno y usted de dónde saca ese análisis. Me decía, con esa presencia, de mi papá. Es que mi papá dice que así se analiza. Entonces yo decía, quién será su papá, debe ser un gramático muy importante que yo no conozco. Entonces yo sí quiero recordar esto porque en los años en que yo estuve tan cerca, tan cerca, de ella, creo que no puede dejarse, no puede omitirse aquí, el hablar de esa profunda relación que tuvo Marina con su padre, profundísima. Yo tuve la suerte de tratar tanto al papá de Marina como a su mamá, de quererlos. Y tener la suerte, además, de que mi madre quisiera mucho a Marina. Ella iba muy seguido a mi casa. Y mi mamá la quería mucho. Pero sí, ahora que Libertad, hablaste de la relación con su madre,  no pude dejar de hablar de la relación con su padre. Porque fue lo primero de ella capté, con qué admiración hablaba de su papá.

Elizabeth Luna Traill