Es lo Cotidiano

A PROPÓSITO DEL NUEVO LIBRO JAWS DE XITLÁLITL RODRÍGUEZ

Perdí en Tokio mi Lost in Translation

Franco Félix

Perdí en Tokio mi Lost in Translation


En un filme el viejo Bill Murray, a quien identifico como el Bruce Willis de la tragicomedia, tiene una conexión singular, casi erótica, por la tensión fantástica del sexo que subyace en el cariño, con la jovencita Scarlett Johanson. Hablamos aquí de Bob y de Charlotte, de la película Lost in Translation, de Sofía Coppola. Que, por otra parte, en Hispanoamérica se tituló Perdidos en Tokio. Me parece que los productores hispanohablantes no conocen el término “Perdido en la traducción” o no vieron la película, porque claramente aparece este conflicto de lenguaje. Bob, o sea, Bill, Bill Murray, se desconcierta infinitamente cuando escucha que su director japonés le habla larga y tendidamente en nipón y los traductores sólo ofrecen un par de palabras. Algo se pierde ahí. De seguro. Los agentes de la industria del filme o son unos genios o unos idiotas, pero es brutal el sinsentido. Perdidos en Tokio, el título, forma parte de una bella tradición de deformaciones literarias. Hay cientos de páginas que brindan paseos turísticos al viejo y aterrador mundo de las traducciones de títulos.

Comento esto a propósito de Jaws, de Xitlálitl Rodríguez. Empecemos por esto: la portada será leída por todos aquellos sujetos que no fuimos a Disneylandia en la infancia, como Jaus. Casa. House. Ja-Us. Aquí inicia el conflicto: nuestra primera falla lingüística. No todos leen inglés. Y, por lo mismo, sufrimos del Mal de Bob (Bob, el de Lost in Translation). Íbamos hace unas semanas por la calle, Iván Ballesteros, Mat Gerber y yo, y sucedió esto:

-Me gustaría leer el libro JAUS de Xitlálitl Rodríguez –comenta Iván, mientras se toca la barbilla y arquea las cejas.

-Sí, JAUS es muy bueno. Debes leerlo. Te lo recomiendo –respondo mientras fumo de mi pipa y asiento.

-¿De qué va? ¿Es sobre casas? –interviene Mat.

-¿Casas? No, sobre tiburones. Como la película, tonto Mat –exhaló una voluta negra de humo con mi sonrisa maliciosa.

-Ah, Yos. Mandíbulas –nos vence Mat al final con su lengua materna.

Paso una vergüenza terrible pero decido olvidar. Espero que Iván también. Le platico a mi amigo que Sisi ha dado una entrevista a la Jornada de Jalisco en la que explica, justamente, que su nuevo libro nace de esta pequeña confusión entre los títulos. La ambigüedad surgida de este nuevo mundo semántico entre el título original y el título traducido. Xitlálitl pensaba que “Jaws” (JA-US o YOS) significaba “Tiburón”. Lo cual, tiene un sentido enorme, porque la portada de la película de 1975 presenta a una hermosa chica rubia nadando en el mar, confiada de su condición física y dirigiéndose a quién sabe dónde, porque se nota que son aguas realmente profundas, y debajo de ella, en la horrible oscuridad del fondo del mar, se aproxima a toda velocidad un tiburón de enormes proporciones, con el hocico abierto. La palabra hocico me provoca un desconcierto. Me parece más bien una palabra para los mamíferos, para los perros, los gatos, los imbéciles. El caso es que esta portada provocó en Sisi un aprendizaje. El aprendizaje del doblaje hispanohablante.

Me parece bastante atinada la reflexión filosófica de Sisi. El tema de su libro es desopilante. Es verdad hemos recibido, los palurdos sin educación privada, una instrucción malograda del mundo por estas ambigüedades en los títulos. Este limbo, esta zona, construida por dos dimensiones (una literal y otra transgredida), brinda a la poeta un campo de acción lírica que cavila sobre su entorno.

“Jaws es un anglicismo adoptado por toda una generación de nadadores, de hombres que nadan, diría Viel Temperley, también de origen inglés. En español se pronuncia como si se tratara de un desdoblamiento de personalidad / Yos /”

Un yo más otro yo. Yos. La pronunciación del título combina el desorden, el abandono del término “tiburón” y adopta uno esquizofrénico. La poeta avanza ahora al mundo fonológico. Primero las grafías, luego el sonido. Y comprende, con su corazón de pollo, el valor de las palabras y del conocimiento errático con el que creció. En su poemario, “tiburón”, esa entidad que gobernaba su infancia y la programación televisiva perdió su sentido al enterarse que la traducción literal es “mandíbulas”. Así, bajo esta compasión, va Sisi a rescatar al escualo y se convierte éste en el sujeto poético que ha de explorar con intensa introspección creativa. Este libro, es pues, un verdadero y potente estudio de lenguaje. Agradecemos a la autora que no sea parte de esta clase de poetas que dicen que examinan su lenguaje con frasecitas cortadas como:

El vien-to

To, to to, Bien. Estoy bien. To, Todo está bien. To To To.

Aplausos a Xitlálitl Rodríguez, que no sólo rechaza este fantochismo poético y hippioso, sino que también se inscribe en el agresivo mundo de la narrativa. Siempre lo he dicho, desde que leí Datsun. Sisi me parece mucho más una escritora de prosa que de poesía. Sus editores dicen que este libro es de poesía, ella dice que es poesía, pero yo pienso que esto es un ensayo, un enorme estudio lingüístico edificado con elegancia literaria y filosófica. Es quizá mi conflicto con la poesía, que no suelo consumirla, por la enorme pérdida de tiempo que me supone abrir un libro lírico. Pero Xitlálitl Rodríguez es una poeta atípica que tiene correspondencia con otros poetas atípicos como Óscar David López, Ángel Ortuño y otros más que todavía no he leído.

Podemos pasar horas hablando de este libro, del bello homenaje que hace Sisi a David Foster Wallace y cómo conecta su inquietud filosófica con la inquietud filosófica del escritor norteamericano. Éste es un libro, de un tiburón que se dice está tan oculto y a la vista de todos nosotros, que tenemos qué recordárnoslo una y otra vez:

Esto es Sisi.

Esto es Sisi.

***

Franco Félix. Hermosillo, 1981. Estudió Literaturas Hispánicas. Ha publicado en revistas como Vice, La Tempestad, Tierra Adentro, Luvina, Pez Banana, Diez4, entre otras. Obtuvo la beca Edmundo Valadés de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes en 2009, la beca Jóvenes Creadores en categoría de Novela (2011-2012) y la beca Residencias Artísticas México-Argentina 2014, las tres del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Fue ganador del Concurso de Libro Sonorense 2014, en género de crónica. Obtuvo también el Décimo Premio Nacional Rostros de la Discriminación Conapred 2014 y el Premio Binacional de Novela Joven Border of Words 2015.