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Ex machina: penetrar y ser penetrados es ley del universo

Andrés Villalba Becdach

Ex machina: penetrar y ser penetrados es ley del universo

En un inadvertido crisol de licencias sexuales—lingüísticas y con una osada terminología galena, <<ex-machina>> de Mauro Gatica, nos enfrenta al drama del hombre abrasado por el deseo que resuelve su historia sin necesidad de mucha lógica: “penetrar y ser penetrados es ley del universo” como escribe Claudio Castañeda.  

En este alucinante repertorio de excéntricos poemas que acarrean simbolismo callejero y proclamación de independencia política y sexual, Mauro Gatica, vuelve a descargar su artillería lírica con la sinceridad de quien se sabe ácrata, excesivo y nihilista, pero esta vez asocia de manera envidiable —y conceptual— la complejidad del cuerpo humano con la del lenguaje: “la mancha verde es el primer síntoma después de producida la muerte / la carne es un texto bellísimo escrito con furia”. 

Este festín anatómico es esa apetecida golosina caníbal que exaltaba el poeta argentino Néstor Perlongher. Las preguntas que uno se hace al enfrentar estos poemas están marcadas por el interés en la deconstrucción del cuerpo, su fragmentación y la mutabilidad de las fracciones. ¿Por qué el cuerpo se desmenuza?, ¿cómo, en qué sentido y con qué fin?, ¿cómo funciona el fragmento?, ¿implica que cada fragmento adquiera una autonomía violenta especial?, ¿la fragmentación es violenta? El trabajo se ha hecho más complejo a medida que se deconstruye el cuerpo para entender la fragmentación corporal como algo inseparable de la belleza.

Porque el amor es lo que existe después del coito, porque sabemos que nos perderá la carne, porque solo somos un espejismo de la nada, <<ex-machina>> explora el desfallecimiento del cuerpo, el sincopamiento y escarba el umbral sagrado de la orgasmia donde siempre perdemos ante su punto cero: “temblores orgásmicos atraviesan la sangre / y en él la eyaculación el disparo a quemarropa”. 

Gatica es un lanzallamas erotómano, obseso con descubrir de forma milimétrica qué es lo que sucede con el cuerpo, los huesos, la sangre y el cerebro después del orgasmo en una audaz interpelación poética y anatómica. Sin embargo, la prerrogativa es que Gatica tiene una visión pesimista del hombre y de la vida: la historia es la historia de la podredumbre, de la histeria que reina la existencia: nacemos, perdemos y caemos de un estado de perfección a otro de sinsentido, todo para terminar en un pesimismo absoluto, sin garantías de nada, todo para venir a parar en esto que somos ahora.

Los poemas de Gatica como redención por el castigo de existir y para redimir la culpa, quizá porque en todo poema existe una manera de comunicarse con las piedras. Escritura para vengar la falsa expectativa de lo que pudo haber sido, para vengar el oprobio de lo que uno es: el parásito de uno mismo. Es que uno es todas sus bestias a la vez. La escritura como un grito por el zarpazo limitado: por los muñones de la realidad. La escritura como una esclavitud, donde lo único cierto es el territorio de las pérdidas, ya que se vive ebrio de ese desgaste.

Los excesos, el glamour popular, el frenesí, la desazón, el desasosiego, la verbena infinita de lo grotesco, la sublimación de lo torcido y la polifonía sexual son un continuum en su obra. Gatica también es un ferviente soldado no practicante de la disidencia sexual, el “liróforo” que canta todas las heterodoxias. Poemas que arremeten contra el clientelismo reaccionario e hiperbolizan los traumas del prójimo —traumas que son un espejo—.

Leemos a Gatica y sabemos que la piedad es incompatible con la decencia y que cultivar vicios es más sano que perseguir ideales. Pero además y lo que resulta realmente singular, es que Mauro Gatica ha conseguido en este libro lo que hace a todo artista verdadero: rehacer el cuerpo humano.

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Andrés Villalba Becdach. Disociada vida académica de Comunicación Social en Quito y Literatura Hispanoamericana en Italia. Ha practicado varios oficios: custode de obras de arte, administrador de hostal, vendedor de pantalones, cuadros, alfombras, sombreros de paja, corredor de bolsa, valet parking, pizzero, grafitero, traductor, editor, respondedor de misivas, discursero, ayudante de cocina e inspector de materiales peligrosos de carga para aviones militares. Colabora en diversas revistas culturales. Ha publicado Cuaderno Zero (Eskeletra 2010), Luigi Stornaiolo: el arte de la digresión (Gescultura 2010), Obscenidad del vencido (Catafixia 2010), Menos que cero (En casa del ahorcado 2011), Muñones (Eskeletra 2011), De los acorralados es el reino (Murcielagario 2014), Soterramiento (Ruido Blanco 2014) y No mueras joven, todavía queda gente a quien decepcionar (Cinosargo, 2015). Realizó la antología de poesía ecuatoriana Caballo sea la noche, de autores nacidos entre 1958 y 1985 (Cinosargo, 2016).

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