jueves. 18.04.2024
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Spotlight, más allá del Oscar

Fernando Cuevas de la Garza

Spotlight, más allá del Oscar

Al que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí,

mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler

 y que lo hundieran en lo más profundo del mar.
Mateo, 18: 6.

 

 

La investigación sobre los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes católicos y el consecuente encubrimiento por parte de las autoridades, tanto civiles como de la arquidiócesis de Boston, fueron la desgarradora materia prima para la investigación desarrollada por un equipo de periodistas pertenecientes al área conocida como Spotlight, ubicada dentro de la estructura del Boston Globe, el periódico más importante de la ciudad y uno de los principales diarios de los Estados Unidos.

El trabajo se hizo acreedor al premio Pulitzer pero, más importante, destapó una red de simulaciones y vínculos perversos entre ciertos miembros de la jerarquía de la iglesia católica en la ciudad y otras entidades de poder político y económico, además de resarcir un error cometido años atrás por el propio diario, que al recibir información al respecto no le prestó la debida atención que el caso ameritaba.

Finalmente, la noticia trascendió en otros contextos, como se explicita en los créditos finales, y la crisis de abusos cometidos por curas en contra de niños y jóvenes explotó con fuerza en el seno de la institución, provocando una de las mayores crisis de la iglesia católica en muchos años, sumándose al paulatino abandono de feligreses que han dejado de obtener respuestas en ella.

Aquí en México, el caso del fundador de los Legionarios de Cristo fue paulatinamente destapado gracias al valor de algunas víctimas y al trabajo de periodistas comprometidos, a pesar de las resistencias y obstáculos puestos, no sólo por poderosos grupos de la jerarquía eclesial, sino también del empresariado y del propio gobierno: la ropa sucia no se lava en casa, más bien debe ventilarse entre los aires de la justicia y la legalidad.

Desafortunadamente, este sonado suceso no es el único ni ha quedado en el pasado, como se advierte en Agnus Dei, cordero de Dios (Sánchez, 2011), por ejemplo. Es una tragedia que sigan apareciendo depredadores sexuales en otros sitios del país y del mundo, protegidos por algunos superiores, que usan la sotana como disfraz para destruir vidas inocentes, al tiempo que otros muchos curas, trabajan comprometida y afanosamente por llevar el mensaje de Jesús a los corazones de la gente que los rodea.

La fuerza del periodismo de investigación

Tom McCarthy cuenta con una sólida filmografía conformada por Descubriendo la amistad (The Station Agent, 2003), El visitante (2007) y Ganar ganar (2011), además de coescribir Up (Docter y otros, 2009). Después del bajón que representó Zapatero a tus zapatos (The Cobbler, 2014), coescribió y dirigió la obra maestra En primera plana (Spotlight, EU, 2015), sobre la importancia del papel de la prensa como agente de investigación enfocada a develar el funcionamiento de las estructuras sociales y sus relaciones, más que a los individuos, siempre intercambiables o susceptibles de ser archivados en el olvido contextual o removidos, sólo para repetir esquemas delictivos.

Corre el año 2001, un poco antes del 11 de septiembre en una de las ciudades con más influencia católica de los Estados Unidos. A la llegada del nuevo editor en jefe, Marty Baron (Liev Schreiber), un judío de sobriedad absoluta recién desempacado de Miami, el autogestivo equipo de investigación recibe la sugerencia de darle seguimiento a un caso controvertido que involucra a un sacerdote acusado de abuso infantil y al cardenal Bernard Law (Len Cariou) como encubridor.

Primero con cierta resistencia por sentir la imposición de la autoridad, y después con absoluto convencimiento al percatarse del tamaño del caso y de sus funestas consecuencias sociales a lo largo de los años, el jefe del grupo, Walter "Robby" Robinson (Michael Keaton, matizado y ya de regreso), coordina y participa en el proceso de búsqueda de información, con el apoyo del editor Ben Bradlee Jr (John Slattery, fuera del glamour de Mad Men).

La historia se enfoca en los procesos de indagación que despliegan los diferentes periodistas con sus particulares estilos, manteniendo difíciles encuentros con personajes que van de las víctimas a los ambiguos abogados (Billy Crudup, Jamey Sheridan) y algún siniestro mediador (Paul Guilfoyle), hasta algún sacerdote en retiro encarnando la banalidad del mal, ya en un estado de absoluta inconsciencia, colocando el abuso en el terreno de la normalidad.

El equipo está integrado por Michael Rezendes (Mark Ruffalo, solitariamente intenso), tomando el proyecto como una misión y enfocado a involucrar al abogado clave Mitchell Garabedian (Stanley Tucci), defensor de las víctimas; por la católica y sensible Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams), quien escucha a los abusados mientras da la mala noticia a su creyente abuela, y por Matt Carroll (Brian d'Arcy James), sintiendo cercana la presencia del mal. Tres reporteros con vocación para encontrar la verdad y convencidos de la trascendencia de su labor.

Dirigida con un brillante sentido narrativo que consigue equilibrar el tono del discurso para evitar triunfalismos innecesarios o hacer leña de los árboles caídos, el filme tiene un sustento verbalista que, gracias al notable guion y a una concienzuda edición, consigue hacer inteligible un proceso de investigación complejo que involucra muchos nombres, sucesos y vinculaciones que inician desde el prólogo mismo, en el que se plantea el enfoque y la perspectiva del argumento.

La sobriedad de la puesta en escena y de las mismas actuaciones, deja el protagonismo absoluto al desarrollo de los eventos, acompañados por un score enfático de Howard Shore, en los que la verdad busca abrirse paso, entre puntos luminosos alumbrantes de una realidad atrapada en las cloacas de la sociedad bostoniana, funcionando razonablemente bien en la superficie pero con unas heridas morales que aun no cicatrizan, justamente por mantenerlas ocultas.

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