viernes. 19.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

Besar al detective, de Elmer Mendoza

Jaime Panqueva

Besar al detective, de Elmer Mendoza

Aproveché el paso de Elmer Mendoza hace unas semanas por San Miguel de Allende para comprar su más reciente novela Besar al detective (Tusquets) y disfrutar las nuevas aventuras de su detective Edgar, El Zurdo, Mendieta. Una novela encantadora que se recrea en Culiacán y Los Ángeles con balaceras entre carteles rivales, traiciones, y la multitud de actores en la pomposa e inútilmente llamada guerra contra el narcotráfico.

Para Mendieta, más importante que el restablecimiento de cierto orden social prestablecido, es indispensable mantener su lealtad con sus aliados (sin importar el cártel al que pertenezcan) y familiares. Así mismo, su álter ego, Mendoza, se mantiene fiel a las premisas del género negro, desde donde puede sacudirnos con frases como éstas: “Esta sociedad no nos merece, Edgar, servimos en una época donde todos se han vuelto locos y dejado al descubierto sus peores instintos”, manifiesta el jefe de la policía.  O una reflexión de su protagonista: “¿Realmente debo pagar por el delito que cometí? ¿Hay algún mexicano que no deba algo a la justicia? Levanten la mano. De lo que estoy seguro es de que si me agarran me chingan. En este mundo no hay nada más útil que un buen chivo expiatorio.” Y si esto se habla y piensa en Sinaloa, hay también discursos allende el Bravo: “tú vives allí, y yo no voy a regresar, cada vez que veo las noticias de México me salen ronchas, está cabrón cargar con eso, y los gobernantes con sus pinches sonrisas culeras, como si estuvieran haciéndola muy bien; tanto muerto sin sentido me da hueva. Y súmale cuarenta y tres. Los mexicanos soportamos a los políticos porque los hemos sacado de nuestras vergüenzas, son un pinche cochambre que no se quita ni con ácido.”

La vida de Mendieta también se nutre de literatura, y bien valen la pena un par de homenajes a otro detective mítico de México, Héctor Belascoarán Shayne, o una escena que parafrasea el célebre capítulo 68 de la Rayuela de Cortázar. Y un soundtrack muy anglófilo, que poco o nada nos dice a los legos en dicha materia, pero que serviría para ambientar la película, si alguien se anima a rodarla.

Cierro este interludio de citas y comentarios con uno que invita a reflexionar sobre el subgénero y su adaptación a los ambientes latinoamericanos:

¿Pero corremos el riesgo de reducir al oficial de policía de la ficción a ese estereotipo de hombre solitario, divorciado, bebedor, desencantado y con una psicología débil? Los detectives veteranos de la vida real no son estereotipos. ¿Se atrevería alguien -me pregunto- a crear un detective que disfrute de su trabajo, se lleve bien con sus compañeros, esté felizmente casado, tenga un par de niños encantadores y bien educados que no le causan problemas, se ofrezca a leer el domingo en la iglesia de su parroquia y se dedique a tocar el violonchelo en un cuarteto de cuerda en su tiempo libre?

PD James – Talking about detective fiction

La respuesta quizá no la encontremos en El zurdo, pero parece vislumbrarse en su hijo, Jason.

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