miércoles. 24.04.2024
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Tears in heaven (Hallelujah)

Luis Armenta Malpica

Tears in heaven (Hallelujah)

Would you know my name
If I saw you in heaven?
Would it be the same
If I saw you in heaven?

 Eric Clapton


 

I

No es un ángel caído

ni el demonio de Loudun.

Simplemente una niña se equivocó de sitio

y en lugar de Pegaso tuvo algunas pastillas

en la mano.

Se creyó el quinto Beatle

(su mirada de cielo)

y tocó en las alturas de un sollozo

lo que en su propio cuerpo

le costaba llorar.

Estaba sola

porque así se notaba desde recién nacida.

Se desbastó los brazos con mucha ligereza

sin extrañar el roce de las tantas hormigas

que acudían al concierto.

“No nos moverán” era su aullido

al rasgarse en la piel

una guitarra

el tatuaje que la hacía diferente

de Dylan, de Joan Báez, de Janis Joplin.

Hizo del mundo su Woodstock personal

y no creyó en Jesús. Pero era buena

tratando de ser mala, nos dice Patti Smith.

La sociedad, en cambio

con máscara piadosa

era perversa.

Había que combatirla con la música.

Eliminar la carne desde lo alto.

Observarla caer como las hojas

de una hermosa hortaliza.

Y no ser vegetal en el intento.

Para eso era el cuchillo.

No el pincel. No

la pluma.

Ella era un ala

en ese cielo azul.

Se sentía

libre. Verde

por fin

igual a los insectos

de su propia parcela.

Y se movió

al unísono

de su pequeño canto

mientras el cielo azul se despejaba

en lo alto del sollozo

de quienes, como yo

no nos movimos

con

       tanta

ligereza.

II

Conocemos el nombre del jardín

cuando enrojece. Ese vino de lilas

que embriaga si el amor está cerca.

Puede ser Matapédia, ese cruce

de río (no el Wolf) en el cual se forjaron

las canciones de la familia Wainwright.

Pero en este poema son otros brazos

los que duelen y sangran.

Los dedos que tropiezan en las cuerdas.

Mano a mano entre una niña y Dios.

Hermosa niña, debo decir

(Rufus como testigo)

que no me dio permiso

para contar su vida.

No ha contado con nadie

—según dice—

ni los pasos que separan sus pies

del cielo tan azul que hay en sus ojos.

Qué hay detrás de ese cielo

que apenas y se ve…

(tal vez algunas flores de Robert Mapplethorpe)

¡Ah, pero cuánto

muere!

III

Será la última vez que lo menciono

porque yo soy el mismo

si el azul es el cielo

si roja fue la voz

y a gotas nadie

canta.

Si esta vez, aleluya

a nadie veo

caer.

Luis Armenta Malpica Poeta, ensayista y traductor del francés, es director de Mantis editores. Autor de casi veinte poemarios, siendo los más recientes El agua recobrada. Antología poética (Vaso Roto, Madrid, 2011), Envés del agua (Secretaría de Cultura de Jalisco, Col. Clásicos Jaliscienses, México, 2012), Papiro de Derveni (Bonobos, 2014), Llámenme Ismael (FOEM, 2014), The Drunkenness of God (translated by Lawrence Schimel. Medio Siglo, 2015) y Götterdämmerung. Antología personal. (El Ángel Editor, 2015). Libros y poemas de su autoría han sido traducidos al alemán, árabe, catalán, francés, inglés, italiano, neerlandés, portugués, rumano y ruso.

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