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GUÍA DE LECTURA

Humor para imbéciles, de Arkadi Avérchenko

Jaime panqueva

Humor para imbéciles, de Arkadi Avérchenko

Al repasar la historia de aquellos países que quedaron del otro lado de la Cortina de Hierro, parecería que el humor no se da mucho por aquella parte del inmenso continente euroasiático. Sin embargo, para esta guía traigo una de las geniales excepciones, Arkadi Avérchenko, nacido al igual que otro gran ironista, Nicolai Gogol, en la actual Ucrania, que en su tiempo se hallaba incorporada al Imperio Ruso.

Avérchenko nació con una dificultad visual que obligó a su familia a educarlo en casa, en lugar de enviarlo a la escuela. Según cuenta en su cómica autobiografía, su padre “como buen comerciante, no me prestaba atención, pues siempre estaba ocupado en sus negocios. Tenía un sueño, una idea fija: arruinarse lo antes posible. Debo ser justo con mi viejo y reconocer que tuvo éxito en su propósito...” Así pues el débil joven tuvo que trabajar desde adolescente para ganarse el pan en oficios diversos, del transporte hasta la minería, hasta que empezó a publicar sus cuentos y pudo estrenarse como dibujante, editor y publicista. Importante decir en este punto de que por el año de 1908 se muda de Ucrania a Petrogrado por un disenso con el gobernador local, quien lo multó y “Ofendido, sentenció: ¡Uno de los dos tiene que abandonar Járkov! –Vuestra excelencia –repliqué-, preguntemos a nuestros súbditos. Que ellos decidan... El gobernador prefirió no arriesgarse. Así que fui yo quien tuvo que abandonar la ciudad...”, comenta en su estilo Avérchenko. Azote del gobierno zarista, y después azote de los bolcheviques en sus revistas y periódicos de gran popularidad, no tuvo más remedio que exiliarse definitivamente, antes de que el otrora imperio cambiara su denominación a Unión Soviética, y recaló en Praga en 1922, donde viviría los últimos tres años de su vida.

Por fortuna podemos leer una excelente selección de sus cuentos en nuestro idioma, titulada Humor para imbéciles (nada que ver con Putin, que de eso tiene muy poco), traducidos por Alfredo Hermosillo y Valeria Artemieva (Editorial Arlequín), disponible en la página web de Ediciones Arlequín.

Una lectura muy recomendable en estas Pascuas, para todos aquellos que no encontraron los huevos que la liebre les dejó.

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