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Amor por la radio

Mónica Alcaraz

Amor por la radio

Escuchar la radio es una de mis actividades favoritas de siempre. Comienza en la mañana por ahí de las siete con mi rutina de alistarme para salir. Por lo general, procuro escuchar radio universitaria… aunque de universitaria ya no tenga mucho.

Con el tiempo, he encontrado alternativas para no tener que escuchar comerciales o para dar con exactamente el género que quiero. Pero siempre hay algo que considero una ventaja de la radio y que no existe en otros medios: escuchar las voces de los locutores.

Me gustan las voces que tienen el trabajo y la dedicación de buscar y escoger los temas de los que hablarán y las canciones tocarán durante su programa. Gracias a esto, me hago asidua a un programa por temporada y me acompañan en horas de trabajo de escritorio, en minutos de trenzar cabello, en recorridos en auto.

Cuando me voy de de vacaciones, me gusta tomar el radio-despertador de la mesita de noche de los hoteles, prenderlo y cambiar de estaciones para escuchar las voces y, tal vez, descubrir alguna canción que ignoraba, algún tesoro que no había podido escuchar en mis listas de éxitos. Pero, sobre todo, lo hago para escuchar las voces de los locutores con otro acento o en otro idioma, ajenos a los míos.

Viví en la Ciudad de México durante una temporada y encontré mis favoritos en dos estaciones de radio: Reactor 105 y la de mi alma máter, Ibero 90.9. ¡Pero nada se comparaba a subir al camión y encontrarse con que el chofer viniera escuchando La Hora de los Beatles en Radio Universal!

Lo que no deja de parecerme interesante acerca del acto de escuchar radio es la aleatoriedad que existe en la programación: la posibilidad de escuchar esa canción que te gusta o la de descubrir alguna que ni te imaginabas que existía, el poder escuchar la opinión de alguien más sobre ese disco en específico y cruzarla con la tuya, escuchar a los radioescuchas y fans de artistas que, como a ti, algo los impulsa a escuchar la radio, que siguen siendo devotos de este medio que supuestamente ha estado en agonía desde hace tantos años…

No es necesario tener ya un transmisor para escucharlo, hemos migrado a la radio en Internet, a escuchar a través de aplicaciones para celular. Pero, en algunos casos, la esencia sigue siendo la misma: el ritual de encender un aparato para escuchar una voz del otro lado de la bocina sigue vigente. La voz humana es importante. Tenemos cosas qué decir.  

Recientemente escuché que el plantel de mi universidad finalmente tiene su propio espacio como Ibero Radio en León, un proyecto que se cocinaba (a fuego lento) desde que yo era estudiante y que, finalmente, se sirve en plato grande.

¿Por qué queremos seguir haciendo radio en una época en la que muchos sólo quieren escuchar un loop infinito de playlists precocinadas? ¿Qué nos dice la radio en los tiempos de Spotify? ¿Son dos cosas distintas o veremos cómo se fusionan sin remedio? Aún habemos quienes seguimos queriendo encontrar sorpresas, quienes queremos sorprendernos de modo genuino con el trabajo de un adicto a la música que se ha dado a la tarea de encontrar una banda nueva o un “lado B” que quiere que conozcas. Hay quienes todavía creemos que hay alguien que hace lo que hace para enganchar a un pequeño de ocho años, que asume el sonido como un juego (¿y qué otra cosa es?), con la radio para toda la vida.

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Mónica Alcaraz Olvera (León, Guanajuato, 1984) es licenciada en Comunicación por la Ibero León. Ha trabajado como reportera, editora, copywriter y community manager para agencias publicitarias y medios locales. Actualmente administra una cafetería temática en el norte de la ciudad y trabaja de manera independiente. Es apasionada de la cultura geek, la música pop y el diseño.

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