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Diario de una millenial musicómana y nostálgica

Daniela Aguilar

Diario de una millenial musicómana y nostálgica

Mel Tormé, Comin’ Home Baby. Pongo el disco y bailo. A mí me agrada, pero viene un despiadado (¿e inevitable?) comentario de mi madre; surgen de sus labios palabras irritadas que dicen algo como: –¡Van cinco canciones y las bailas todas igual! Estuve por hacerme la ofendida, pues además cuestionó de dónde carajo sacaba yo en esos pasos pedorros de viejito jorobado. (¿?) Decidí ser ética y más o menos humana, reflexionar. He encontrado dos explicaciones: 1. Bailo igual todas las canciones porque me gustan igual. Tienen esa capacidad de hacer que cierre los ojos e imagine los viejos días: esos de película en blanco y negro o en colores defectuosos aún. Me hacen sentir parte de la escenografía. Podré ser una de esas chicas que bailan descuadradas pero… ¡mira cómo lo disfruto! 2. Ya di pistas: mi coordinación es tan buena que la puedo comprar con la de una vaca después de beber licor con impulsos frenéticos. Decir que tengo dos pies izquierdos me parece corto para el caso. Lo que menos tengo en el cuerpo es ritmo. Si me gusta un paso para la canción, prepárense para verme hacerlo toda la noche. La mayoría del tiempo es así. Bailo sola. Si alguien desea unirse un día de estos, lo recibiré con brinquitos raros y brazos abiertos. Pero no me sorprendería si nunca llega. Lo disfruto, es lo que importa.

Phil Daniels & The Cross, Welcome to the Party. El pop es así: un día te hace feliz y al otro miserable. Es su forma de ser. Yo creo que escuchamos, cantamos y creemos en el pop porque te hace sentir. Con él te enamoras, gracias a él sigues y por él vives. Es humano, es nuestro. Habla seguro sin ser necesariamente un temerario, pero atesta grandes golpes sin aviso. Tiene que hacerlo. Llama la atención. “Estoy aquí, en cada uno.” No es rústico, pero es sencillo y primordial, claro, no se anda con rodeos, dice lo que es, como es, le pese a quien le pese. El pop es útil. Por eso mismo ha sobrevivido a tanto. Acompaña sin cobardía hasta cuando tú mismo crees que no hay de otra. Sí la hay, siempre. Es humano. Quiero decir: habla de cosas que, sin importar un sinfín de marcas, años o vestimentas, pasan a todos. No predica acerca de tarjetas canceladas: expone simples situaciones que, sin embargo, acomplejan y confunden. El pop forma. Formar, otra palabra clave. Escuchamos esa palabra venderse mejor que pan caliente. ¿Por qué? Simple: formarse, hacer, es algo que se obtiene viviendo, perdiendo. No llegará un paquete Fedex con instructivo dentro. Te haces en el camino, aprendes lo mejor, lo que quieres, lo que es para ti. El pop no busca elevarnos, sino arrastrarnos de nuevo a la tierra. Drama, llanto, risas, lamentos, alegría. Todo malo no es; así es la vida, así es el pop. “No hay marcha atrás. Eso está claro.”

The Knack, Let Me Out. Hoy descubrí que desde ahora tendré que usar audífonos porque la Doña dice que “ya es hora de que se te vaya pasando eso de tu pinche ruidero.” Uy, todavía tiene esperanza. Pobre. El otro día alguien me dijo que cuando veía sus fotos de catorce o quince años se sonrojaba y le daban ganas de quemarlas. Qué loco, yo veo la foto de mi corte de cabello de hace más o menos un año y sólo digo: “qué desastre, guau, ¡me veía bien!” Pero recurriré a los audífonos, qué más da. El debate terminó: si a ellos les incomoda pero me pagan la colegiatura, firmemos el tratado de Paz, Amor y Fin de Problemas por la Santísima Aparición de los Audífonos. Bienvenido sea, Don Rito de Iniciación, adelante por favor. Y descubrí la atractiva parte seductora del asunto con los audífonos. Escuchar la ciudad es una actividad estupenda, cuando más se disfruta es cuando uno está sumergido en lo cotidiano, fatigado y adormilado; uno parpadea lento y todo es claro y funcional, acostumbrado e industrial. Pero igual de cierto es que en ocasiones uno prefiere aislarse, oprimir el control remoto en el botón de mute. No existe tal cosa, pero sí los audífonos y mi música.

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Daniela Aguilar (León, Guanajuato, 2001) es estudiante, escritora en ciernes y entusiasta de los discos. La música pop transformó su vida. Siente una extraña nostalgia por épocas que no vivió, pero ama con intensidad su era de las redes sociales y la inmediatez.

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