Es lo Cotidiano

Discos que importan: The Modern Lovers, S/T

Esteban Cisneros

Discos que importan: The Modern Lovers, S/T

El primer disco y único disco de The Modern Lovers como The Modern Lovers se llama The Modern Lovers. Y para mí, lo digo desde ya, es como el disco aquel de la banana pop-art o el del militar con nombre de especia y su improbable club: así de importante. No tengo problema alguno con esos discos (¿cómo iba a tenerlo?) pero son los de academia, los que escuché y reverencié porque aquella revista decía que eran totémicos y yo no iba a quedarme fuera de la jugada, ¿o sí? La verdad es que sí. Mejor. Pero entonces no me daba cuenta. Hay cierta edad en la que pertenecer es importante. The Modern Lovers, por otro lado, no es un disco siquiera raro. No ilumino a nadie si lo menciono. De hecho estoy seguro de que ha aparecido en las revistas también. Debe. A lo que quiero llegar es a que mi canon, mi banana pop-art o mi club de corazones solitarios estuvo en The Modern Lovers. Y aunque ya lo sabía, es hasta estos lluviosos días que me han obligado a ponerme nostálgico que lo asumo: The Modern Lovers es un disco que me ha dado demasiado. En mi insulsa biografía, es The Modern Lovers mi gran disco del verano del amor y mi revelación de Hay-Algo-Más-Allá-Afuera. Y ese Algo-Más tenía tres acordes, dos, uno. Es posible. Es torpe, como yo. Es la luz. The Modern Lovers es una colección de canciones que si fuesen una pandilla a mí me encantaría pertenecer: son desgarbadas, medio rencas, pero con agallas y un gran peinado. Es rock’n’roll del bueno. Es todo lo que yo quería. Algunos cuentan que cuando escucharon a Velvet Underground corrieron y formaron una banda. A mí esa cosquilla me entró con The Modern Lovers de The Modern Lovers. Porque era posible hablar de las tonterías que a uno le importan sin importar parecer cool o no; porque yo era un chaval de ciudad en desarrollo que vivía en una colonia aburrida y tranquila; porque yo me quedé en la escuela a ver qué sucedía después (no mucho, pero me ayudó a darme cuenta de si quiero que algo suceda me toca encender la mecha). Porque usaba chamarras de cuero y playeras de grupos increíbles, pero usaba gafas y era enclenque y débil. Porque sabía una cosa o dos y podía defenderme y a veces hasta tenía momentos de lucidez pero no creía en mí. Y Jonathan Richman y su grupo de repente me mostraron que el puto mundo no era cuadrado. Eso vale. La revelación fue mayúscula. Que se joda todo, pensé; sobre todo Led Zeppelin, a los que nunca logré entender del todo. Mea culpa y qué. Si los Modern Lovers podían hacer que mi corazón latiera como el motor de un Cadillac Eldorado con canciones de sólo un acorde, entonces no necesitaba nada más. Si Jonathan Richman podía escribir y cantar con convicción una estrofa tan genial como some people try to pick up girls and get called assholes / this never happened to Pablo Picasso entonces la música podía ser libre y tratarse de lo que fuese.

The Modern Lovers es un álbum que me hizo deshacerme de otros álbumes, porque ya no eran míos y debían encontrar un dueño verdadero. Discúlpenme, pero así funciono yo. Es que crecí con The Modern Lovers. Tómalo o déjalo. The Modern Lovers es un disco que se trata de cómo las cosas son posibles. Es una placa repleta de canciones machaconas sobre chicas y rock’n’roll y adolescencia, que va sobre vivir en una ciudad aburrida, rodeado de gente aburrida y lo único que uno quiere es que algo suceda. Algo. Cualquier cosa. Por eso hice tantas estupideces. Para ver qué pasaba.

The Modern Lovers es mi vuelta de tuerca favorita. Es el golpe en la cara que te parte la nariz, pero era necesario, de otro modo seguirías siendo el mismo pelagatos de siempre. Es el mejor recordatorio de que sin alma, para qué. Para qué. The Modern Lovers es de las razones por las que sigo admitiendo que los álbumes valen la pena. Porque han sido varias las veces en que he decidido por ser un tipo de club del single y sólo fijarme en canciones y hacer honor a la revolución de Bill Drummond (que además tiene razón). Pero entonces recuerdo Roadrunner y Astral Plane y Old World y Pablo Picasso y She Cracked y Hospital y Someone I Care About y Girlfriend y Modern World y las canciones que no cupieron en la placa original pero que son del mismo tiempo y que luego han salido en nuevas ediciones como Dignified & Old o Dance With Me o I’m Straight o Government Center o I Wanna Sleep In Your Arms y tengo que dar razón al LP. Al LP como mundo, como concepto, como artefacto, como Gran Idea. Y luego pienso en Richman y Jerry Harrison y Ernie Brooks y David Robinson y en cómo en este universo caben también John Cale y Kim Fowley y hasta Gram Parsons y de cuánto trabajo costó lograr el álbum y cómo salió al público tanto tiempo después de ser grabado y me convenzo de que la mitología pop es una en la que vale la pena sumergirse porque sí. Porque sí. The Modern Lovers es el disco que me animó a formar una banda y cantar sobre películas y sobre estar cansado después de un día de trabajo y sobre estar enamorado sin tener que disimularlo ni adoptar actitudes macho-rock-de-estadio porque esas son pendejadas. The Modern Lovers es un disco que amo de un grupo que amo y que ahora que ha vuelto a sonar tanto en mi estéreo lo redescubro increíble, con la misma candidez de la primera vez. Por acontecimientos como The Modern Lovers y por discos como The Modern Lovers es que amo la música. Con safos.

C/S.

*** Esteban Cisneros (León, Guanajuato) es panza verde, músico de tres acordes, lector, escritor, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú. Cree con fervor que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico.

[Ir a la portada de Tachas 148]​