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Jacques Tati: Un genio del humor

Javier Morales i García

Jacques Tati: Un genio del humor

Un día sin sonrisa es un día perdido Charlot Hay una musiquilla que suena en la radio. Al principio no le das importancia, pero tras un rato de escucha ya estás metido en ella y te imaginas la historia... Sucesor por derecho propio de los grandes del Cine Cómico de la época del slapstick, Jacques Tati se diferenció de todos ellos y pasó a la historia al relacionar en un plano de igualdad la imagen y todo tipo de sonidos que funcionaban con una perfección que hacía mágicas sus películas. Algo así como un juego, o como tienen que ser los juegos: divertidos, sinceros, infantiles. Tati. Empezó a jugar en la década de los 30, cuando participa activamente en diversos cortometrajes que le sirven para poner en marcha su sistema de rodaje, sus craaash y booooms, y esas imágenes, juegos de imágenes, simetrías en color y demás. Tras un paréntesis obligado por la Segunda Guerra Mundial y después de una nueva pieza breve, el cineasta francés puede rodar en régimen de cooperativa, a trancas y barrancas, lo que sería su primer largometraje: Jour de Fête, (Día de fiesta, 1948), en donde están todos los signos de su estilo. Ese sutil método humorístico basado en la simple observación plasmada en la pantalla en largos planos generales y en donde la acción se divide en múltiples y pequeños detalles que exigen una atención total por parte del espectador. Si te quieres divertir, fíjate en los detalles, parece decirnos Tati. Detalles de humor. Lo más simple visto desde la perspectiva cómica más sencilla... pero no nos dejemos engañar. No estamos ante algo que nos va a hacer reírnos a carcajadas, sino a una eterna sonrisa en la cara. Una especie de bienestar interno.

La vida sencilla de un pueblo preparando un día de fiesta se convierte en un desfile de carreras, guiños, insertos de objetos y de habitantes del pueblo que siguen con su vida normal de cada día. La gente en el bar, una feria que llega al pueblo, los perros y los gatos, una viejecita que no para de reír como reconociendo que la vida siempre es la misma y que hay qué agradecerla. Encantador. El cine de Tati es eso: encantador. Y ahí aparece él: Ese Tati larguirucho, fumando en pipa, siempre con prisa pero siempre tomándose su tiempo. Es el cartero del pueblo y es un personaje más. Tati sabe que la vida está llena de casualidades y de efectos mariposa, y así lo retrata en su cine. En su segundo film Les Vacances de Monsieur Hulot (Las vacaciones del Sr. Hulot, 1953) Tati introduce al personaje que le hará famoso en todo el mundo: ese inolvidable, carismático, pasota y entrañable perfil del personaje que lo acompañará desde entonces. Ese Sr. Hulot con su sombrero y su pipa, esa gabardina de color marrón, ese aire de despiste continuo... ¿o es el mundo a su alrededor el que está despistado? La película empieza con un rótulo que dice al espectador: "NO BUSQUÉIS UN ARGUMENTO PORQUE UNAS VACACIONES SON UNICAMENTE PARA DISTRAERSE." Y eso es lo que pasa con las películas de Tati: te distraen. Es como si no pasara nada realmente especial... y realmente lo que está pasando es la vida delante de nosotros. Y ya sabes que la vida es lo más divertido de la vida.

Los gags del genio francés, siempre ajustados en el ritmo y en el espacio, hicieron un uso inspirado de objetos accesorios y de todo tipo de sonidos exagerados, así como una colección de personajes secundarios que están todos fantásticos, aunque lo único que hagan sea gestos, muecas, cosas sin darse ni cuenta. Nunca hay nada que chirríe y no se nota que todo está preparado milimétricamente. Ya sabes el viejo axioma cinematográfico: lo más difícil es hacer reír. Su obra maestra llegaría años después, ya que Jacques Tati preparaba concienzudamente sus rodajes, probando los gags, cambiándolos, inventando sobre la marcha, pero siempre dejándolo todo bien atado. Ya llegaría tiempo de improvisar sobre la marcha en el set. Mon Oncle (Mi tío, 1958) ganó el Oscar a la mejor película extranjera. Ya no era igual que en Les Vacances...; aquí, Tati cambia su forma amable y pícara de retratar a la sociedad y pasa de esa visión irónica de la realidad cotidiana al retrato despiadadamente divertido de un mundo hipertecnificado donde el hombre parece únicamente un elemento más... y nunca el más importante. Sólo una pieza más. Por otro lado, al Sr. Hulot le da igual: él sigue viviendo en su mundo, un mundo único y especial. Un universo en donde los perros corretean libres por la calle, las niñas amigas se convierten en mujeres preciosas, las pipas se encienden con cerillas... Cualquier cosa puede ser un personaje con vida propia, con medida propia. El Sr. Hulot es de La Vieja Ola, sin duda... y esa musiquilla genial que suena durante toda la película y que uno acaba silbando cuando es feliz.

Toda esta visión se desarrolla en profundidad en Playtime (1967) y en Traffic (1971.) La primera es una superproducción en 70 milímetros. Debido a su carácter vanguardista estas dos películas no fueron bien recibidas por el público habitual de Tati, pero es que él se movía con los tiempos. Tiempos modernos, ciudades en movimiento, coches gigantes, ruidos y bocinas, malos y buenos... Aunque pueda parecer lo contrario, Tati siempre fue un adelantado a su tiempo a pesar de jugar con la nostalgia de las cosas. Lo que importa son las personas, aunque juguemos con los objetos. Tati adelantando el mundo de hoy. Su último título fue Parade (Zafarrancho en el circo, 1974), un retorno a sus orígenes del Music Hall, del Vodevil, de la farándula, del slapstick medido y perfecto.

La muerte le sorprendió en 1982, cuando llevaba varios de preparación -el eterno perfeccionista- de otro título de su alter ego, Monsieur Hulot y cuyo título, muy apropiado, hubiera sido Confusión. Pero con Jacques Tati nunca hay pena, sólo nostalgia y recuerdo alegre de otros tiempos, de otros recuerdos. Sus sátiras de la futura vida contemporánea, de los nuevos ricos, de la gente que se olvida de su lado infantil, de los adultos aburridos y tristes... Sus elaborados gags tan cerebrales como ingeniosos... Jacques Tati; otro genio del humor, un ser realmente único e irrepetible... Y aquella musiquilla en la radio sigue sonando, aquel encantador jazz mediterráneo, aquellas ganas de vivir y de reír, sonreír, disfrutar, pensar.

Un artículo de La Vieja Ola, especialmente dedicado a Lupo Sol, con agradecimiento eterno y amistad. Gracias a Carlos Pumares y al fanzine Le Touriste por inspiración y colaboración.

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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