miércoles. 24.04.2024
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Anna: Color y música

Cynthia Calderón

Anna: Color y música

Ir sin amor por la vida es como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro, como ir por el mar sin estrella que nos oriente. Stendhal La existencia de la película Anna era para mí como una leyenda urbana. Un día me di a la tarea de encontrarla. Y lo logré: una edición de colección con Gainsbourg, Jean-Claude Brialy y Anna Karina en la portada, y dedicatorias al interior. Para mí esta reliquia es tan valiosa como desconocida para otros. Anna es una comedia musical realizada en 1967 por Pierre Koralnik, quien sabía exactamente a qué personalidades requería para lograr lo que estaba buscando: una propuesta distinta y un tanto experimental en la televisión. Producida por Michelle Arnaud, fue la primera película para televisión a color financiada por la Televisión Francesa; ahí estaban la actriz danesa-casi francesa Anna Karina, Jean Claude Brialy y Serge Gainsbourg, quien estuvo a cargo de la música. Cuenta también con las apariciones de la cantante y actriz británica Marianne Faithfull y el cantante francés Eddy Mitchell. La historia es simple. Básicamente habla de la búsqueda de un amor idealizado, imposible. De Serge (Brialy), quien se enamora de una chica (Karina) a la que ha visto únicamente en una fotografía. Él la busca con obsesión, sin saber que la conocía ya: era su secretaria que dibujaba historietas. Parecería que el guion no tiene mayor trascendencia, pero encierra más consistencia de lo que parece: el complemento de imagen y sonido logran un monumento a la cultura pop de los años 60. El equipo de trabajo de Pierre Koralnik estaba en la sintonía nouvelle vague de entonces. Willy Kurant, encargado de la fotografía y Francoise Collin -quien editó la aparentemente improvisada y tan interesante unión de secuencias- habían trabajado anteriormente con Jean-Luc Godard y conocían perfectamente cómo tratar imágenes de exteriores. La coreografía es también un elemento importante a cargo del americano Victor Upshaw, con la inolvidable escena inicial Ballet des soupirs, que nos recuerda a pintores como Jackson Pollock: la pintura como un acto político. Cuenta Koralnik que al inicio la idea principal de la película era elaborar “un himno a la belleza de Anna Karina”. La película lleva su nombre y es la cara (y la mirada) de Anna lo que obsesiona al protagonista. Se pensaba como una buena idea transmitir la película a color en televisión por primera vez, con la música de Antoine Duhamel y las letras de Jean-Loup Dabadie. Se tenía la idea de hacer pequeños números musicales. Serge Gainsbourg se interesó en el proyecto y cuenta el director que, un tanto indiferente, dijo: “Ten, puedo es-cribirte uno o dos temas”. Pero Koralnik contestó: “Si quieres trabajar en Anna, escribes todo, letra y música. ¡Es eso o nada!” Fue como Gainsbourg musicalizó el proyecto, plasmando su furiosa modernidad en él. Cierto es que, aún hoy, los coleccionistas más fervientes buscan los discos con los temas ya convertidos en clásicos: Sous le Soleil exactement y Roller Girl interpretados por Anna Karinna y C’est la cristallisation comme dit Stendhal, intepretada por el mismo Serge Gainsbourg y Jean-Claude Brialy. Esta rareza, o como la llama Koralnik, este “OVNI televisivo” nunca se presentó en las salas de cine, con excepción de Japón, donde es considerada una película de culto y ha sido editada en VHS y en DVD. Únicamente se presentó en el Festival du Jeune Cinéma d’Hyères en abril de 1967 y en alguna esporádica proyección de cineclub. Entonces resultaba un tanto incongruente presentar una película televisiva en el cine. La historia se desarrolla en exteriores parisinos. Los actores caminan libres y despreocupados por la cámara, casi invisible en algunos momentos. Las imágenes son contadas a través de autos, reflejos, cómics y colores primarios. Los exteriores son lo más parecido a un collage audiovisual: un banquete para las pupilas: la unión musical entre nouvelle vague y pop art. Quienes participaron en Anna recuerdan con emoción cada momento: “Fue un regalo extraordinario”, dijo Anna Karina en una entrevista con Patrick Simonin para TV5: “bromeábamos, nos divertíamos juntos”. Anna es ahora como una fotografía, como una postal que hace recordar esos momentos de grandes cambios en Francia y el mundo. Momentos de crisis, de transición, de ver la vida complicada pero llena de color y música. De ver la transición como un ideal. Sin amor y sin música la vida, ya lo dijo Stendhal, es ir sin rumbo.

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Cynthia Calderón (León, Guanajuato, 1986) es cantante de jazz, actriz teatral y profesora de yoga.

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