viernes. 19.04.2024
El Tiempo
Es lo Cotidiano

Yo soy la morsa, goo goo g’joob

Javier Morales i García

Yo soy la morsa, goo goo g’joob

Todo el mundo se identifica con Yesterday 
y la mitad de la gente sigue haciéndolo con I Am the Walrus

Ringo Starr, 1976

 

Esa mezcla dulce de cuerdas y sintetizador proporciona a la canción un extraño y lúgubre inicio… La noche del 5 de septiembre de 1967, los Beatles pasaron seis horas grabando la pista rítmica básica de esta canción. En dicha pista aparecían tambores, guitarras bajas, una guitarra eléctrica, un piano eléctrico y un melotrón doblado. Hicieron falta dieciséis tomas antes de que todos se dieran por satisfechos pero la mayoría estaba incompleta. De hecho, parecería que la mayor parte de la sesión estuvo dedicada a mejoras más que a revisiones de la canción. Para la toma 9 ya estaba claro que los Beatles dominaban el asunto. El piano eléctrico cargaba con la mayor parte del peso, pero también los tambores de Ringo ya tartamudeaban y estallaban en los sitios adecuados… y el tempo estaba ya lo bastante cerca de la versión publicada como para poder acompañarlo cantando con facilidad.

La próxima noche, el 6 de septiembre, Ringo perfeccionó su parte de los tambores. Paul añadió una línea de bajo más intensa y John grabó su voz principal. Sacando un poco más de brillo, la canción podía haberse publicado en este punto. Pero tenían otras ideas.

El 27 de septiembre se celebraron dos sesiones en Abbey Road. La primera, vespertina, se centró en unos instrumentos adicionales: se convocó a músicos externos para que tocasen ocho violines, un clarinete, cuatro violonchelos y tres trompas que iban a estar conducidos por George Martin, quien también escribió las partituras, aunque se ignora hasta qué punto intervino Lennon en esto. Una partitura brillante.

Martin no se había drogado nunca pero reprodujo de manera magistral la sensación temporal, espacial y líquida que se experimenta con el LSD. Al mismo tiempo, de acuerdo con su formación clásica, la partitura de Martin era firme y resuelta y nunca caía en un esoterismo sin salida. La visión articulada por la letra de Lennon era cósmica, de dimensiones casi infinitas. Los arreglos de Martin, profundos y tonantes, reforzaban esta perspectiva, afirmando un sentido de la escala con tanta decisión que a su lado la pista rítmica sin ornamentar parece insignificante.

También fue George Martin quien ideó el coro de voces que planean dentro y fuera de la canción, sonando como gárgolas de catedral que han cobrado vida para asustar con aullidos agudos y esas carcajadas burlonas: “Ho, ho, ho, hee, hee, hee, ha, ha, ha”. Esas voces las proporcionaron dieciséis cantantes convocados a la sesión vespertina del 27 de septiembre: The Mike Sammes Singers.

Martin orquestó las risas y los ruidos, esa cosa tipo: “whoooooooaoaooaa.” John disfrutaba como un niño pequeño con esos detalles. Cómo de la comercialidad se pueden sacar cosas interesantes. Más adelante, Lennon agregó el toque final: unos trocitos de una interpretación radiofónica de la BBC de The Tragedy of King Lear. Y la canción quedó terminada, un maravilloso trozo de caos organizado del que estar orgulloso. Una vez más, los Beatles querían ser diferentes y lo habían conseguido.

La canción tiene aspectos infantiles aunque para eso hay que ir a la historia que hay detrás. Allá vamos…

La afirmación inicial con respecto a la unión humana “I am he as you are he / as you are me and we are all together” se le ocurrió a Lennon durante un viaje de ácido. Pero muchos de los versos subsiguientes fueron provocados por una carta de un admirador, un estudiante de su antiguo instituto, el Quarry Bank, que pontificaba acerca del verdadero significado de las letras. Lennon estaba más que harto de todo eso. Esos análisis erróneos no eran nada para él.

Una tarde que pasaba junto a su viejo amigo Pete Shotton, John le pidió que recitara una rima que habían compartido de niños, Dead dog’s eye, una lista de extravagancias que los adolescentes encuentran tan cómicas. Así, Lennon le dio una extraña vuelta y de ahí salió ese verso: “Yellow matter custard / Dripping from a dead dog’s eye”. Y así, las palabras: “Semolina Pilchard” (sardinas en sémola) se referían a distintos tipos de budines y sardinas que recordaban de sus infancias. Después de garabatear estas líneas, John levantó la vista y sonrió diciendo: “deja que los jodidos descubran el significado de esto, Pete.”

También hubo otras influencias. De hecho, I am The Walrus es una ilustración excelente del concepto que Lennon tenía acerca de la composición de canciones. Inventar pequeños trozos que después se unen. Trozos de John, trozos de Paul y, ¡alehop!, una canción, una letra.

La melodía principal era la aproximación al ritmo barítono de una sirena de policía que había escuchado un día en el exterior de su casa cerca de Londres, en Weybridge. El personaje de la morsa fue un préstamo del poema anticapitalista de Lewis Carrol The Walrus and the Carpenter (La Morsa y el Carpintero). La línea que habla de un “elementary penguin” (un pingüino elemental), era un ataque velado a la conversión exageradamente entusiasta a los ojos de John del poeta norteamericano Allen Ginsberg a la religión Hare Krishna.

Al margen de las oscuridades deliberadas, también contenía penetrantes observaciones sucintas como: “…don’t you think the joker laughs at you?” y “…man, you should have seen them kicking Edgar Allan Poe”. ¿Sería esta última frase un ataque al ultramodernismo de tanta crítica artística?

Lennon iba haciendo experimentos con la letra, como cambiar el orden: “Sitting pretty, like a policeman”, trozos de melodía mezclada con las frases que le atraían: “Sitting on a cornflake, waiting for the man to come”, que después cambió por “a van to come”. Escribiendo en el jardín de su casa se le ocurrió la frase: “Sitting in an English garden waiting for the sun.” Más tarde lo juntó todo y ¡voilà!

Finalmente, estaban las partes dobladas del Rey Lear, de Shakespeare. Lo más notable era el lamento infinitamente melancólico: “Oh, untimely death!” (¡oh, muerte inoportuna!) Aparentemente, este golpe maestro fue el producto de la pura intuición. Parece que esta idea no se le ocurrió a Lennon hasta llegar a los estudios en Abbey Road. Para la última sesión de doblado del 29 de septiembre, una vez dentro de la sala de control con George Martin, John comenzó a recorrer la banda radiofónica cuando se topó con una interpretación del clásico Rey Lear en la BBC y la introdujo directamente en la mezcla.

Otro caso más, como por ejemplo Eleanor Rigby, en el que la casualidad superó cualquier cosa que podría haber estado en el guion. El trozo incluido por John puede haber sido el resultado de un capricho espontáneo pero artísticamente se trataba de una gran innovación. Unos cincuenta años antes, Picasso y su colega cubista Georges Braque habían ideado un nuevo estilo de comentario acerca de la naturaleza del arte, pegando trozos de tela, papel de periódico y cajas de cigarrillos sobre sus lienzos pintados. Lennon, de un modo menos estructurado, exploraba las posibilidades de encajar dos formas diferentes -aunque relacionadas- de sonidos generados de manera electrónica: la forma deliberada de una canción popular grabada en estudio y la forma espontánea de un espectáculo hablado en directo. Trozos pequeños, luego juntos… ¡eso era todo! Palabras y frases sueltas escritas en un papel que encontraban su sitio natural: una canción.

Coda

El 25 de abril de 1967, Paul McCartney reúne en Abbey Road a los demás para contarles su idea acerca del un proyecto: Magical Mystery Tour. Esa misma noche graban las primeras bases de esta mítica canción.

El 11 de septiembre, los Beatles, con 43 pasajeros y un equipo de cámaras, empiezan a rodar lo que sería la película del mismo título. El 24 de noviembre de 1967 sale el single Hello, Goodbye con I am The Walrus en la cara B. El 27 de noviembre sale el LP en los Estados Unidos. John Lennon se enfada porque la canción no va en la cara A… El 8 de diciembre de 1967 el EP es editado en Inglaterra.

El 26 de diciembre, BBC One, transmite la película y es masacrada por la crítica cinematográfica de la época.

 

***

Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

[Ir a la portada de Tachas 155]​