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GUÍA DE LECTURA

El malogrado, de Thomas Bernhard

Jaime Panqueva

El malogrado, de Thomas Bernhard

Algunos estudios científicos recientes parecen demostrar que la locura está emparentada con la genialidad o, por lo menos, que sobre aquellas personas vinculadas a ambientes creativos artísticos recae una mayor probabilidad de sufrir trastornos mentales como la esquizofrenia o la bipolaridad.

El malogrado (Der Untergeher) de Thomas Bernhard nos hace transitar por los linderos de la locura o, por lo menos, de la inestabilidad mental derivada de la frustración por no alcanzar lo genialidad. Publicada en 1983, la novela es narrada por un ex-pianista que compartió en su juventud clases magistrales con el gran Vladimir Horowitz en el Mozarteum de Salzburgo. Durante el estudio conoce a los dos personajes que irá contraponiendo en su narración; Glenn Gould, el genio absoluto; y Wertheimer, El malogrado, un virtuoso que a pesar de su talento es eclipsado por el gran pianista canadiense. Tanto Wertheimer como el narrador anónimo echarán a pique sus respectivas carreras al descubrir el prodigioso estilo de Gould y su imposibilidad de superarlo. La novela, algo opresiva, al encontrarse todo el tiempo dentro de la cabeza algo trastocada de un artista frustrado que ha logrado superar sus instintos suicidas, podría bien contrapuntearse con la obra teatral del recientemente desaparecido Peter Levin Schaffer, Amadeus, estrenada en 1979, donde la frustración personal por no lograr la cima excelsa del arte trastoca la personalidad del malogrado hasta orillarlo al crimen. Salieri destruye al genio, Wertheimer toma venganza con su familia y luego consigo mismo. El narrador regala su preciado Steinway y sólo huyendo de su país al soleado Madrid logra sustraerse de un sino plagado por la incomprensión y la enfermedad.

Gould se retiró de los escenarios en 1964, a los 32 años, y sólo realizó grabaciones a partir de entonces. Dice a través de la pluma de Bernhard: “He dado treinta y cuatro conciertos en dos años, eso me basta para toda la vida.”

Esta es una novela que vale la pena leer con una pista sonora de fondo, relacionada estrechamente con el texto: Las variaciones Goldberg, del compositor preferido por Gould, Johann Sebastian Bach, de la cual recomiendo escuchar las dos únicas versiones que grabó. La primera de 1955 con la Columbia Records y la última, un año antes de su muerte en 1981, estrenando las técnicas de grabación digital.

Sobre la genialidad y enfermedad, tanto de Mozart como de Gould, hay un interesante catálogo de manías, obsesiones y particularidades, muchas de ellas relacionadas post-mórtem con síndromes como el de Williams y Asperger, respectivamente. Cierro con una cita de la novela:

Nuestra existencia consiste en estar continuamente contra la Naturaleza y actuar contra la Naturaleza, decía Glenn, en actuar contra la Naturaleza hasta que renunciamos, porque la Naturaleza es más fuerte que nosotros, que, por altanería nos hemos convertido en un producto artístico. Al fin y al cabo no somos seres humanos, somos productos artísticos, el pianista es un producto artístico, un producto repulsivo, decía de forma concluyente.

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