miércoles. 17.04.2024
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EL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DEL FRACASO LITERARIO

Otha Orkkut

C.D. Rose (Traducción de José Luis Justes Amador)

Otha Orkkut

Otha Orkkut (1890-1943) fue poeta, traductora e historiadora. Escribió dos delgados volúmenes de versos líricos (la mayor parte de ellos celebrando la belleza natural de su tierra natal), y en el momento de su muerte estaba componiendo una obra de mayor aliento al estilo de la épica nacional. También escribió una historia de su país, pero como veremos, fue un libro corto. Esta pequeña producción sería quizá poco interesante, como Orkkut misma, si no fuera por el hecho de que ella era la última hablante superviviente del cimbrio, que fue el idioma en que compuso toda su obra. De hecho, la obra de Otha Orkkut es el único corpus de literatura en ese ahora tristemente desaparecido idioma.

La muerte de un idioma es un fenómeno asombrosamente común. De los siete mil idiomas aproximadamente que se hablan hoy en día, sólo el diez por ciento sobrevivirán a finales del siglo que viene, según los observadores más pesimistas. El lipan, el totoro y el bibka apenas tienen hoy por hoy un puñado de hablantes y no se espera que lleguen a sobrevivir una década más. Hay muchos factores que apoyan estas desapariciones: la hegemonía cultural del inglés, la expansión del español y el chino, el imperialismo, la globalización, los hábitats amenazados y los cambiantes hábitos de los pueblos indígenas en todo el mundo. Se necesitaría erigir un museo para preservar lo que está muriendo sin que apenas nos demos cuenta.

Si hubiera de erigirse un museo así, esperamos que Otha Orkkut tenga su lugar, representando a la gran lengua cimbria. El cimbrio fue un lenguaje botno-urgarico, el idioma de un grupo de la esquina más remota del noreste de Europa, un pueblo que apenas logró establecer su propio Estado brevemente: el padre Orkkut declaró la existencia de la República Popular de Cimbria al mediodía del cinco de septiembre de 1918, sólo para descubrir que los ejércitos de los dos vecinos más beligerantes  habían invadido el país a la hora del té del mismo día. (Sobrevivió un fuerte espíritu de nacionalismo cimbrio, a tal grado que unos cuantos patriotas se negaron a reconocer la legitimidad de los invasores y continuaron teniendo su parlamento democrático en el sótano de la casa de los padres de Orkkut.)

Orkkut había sido criada como la última monóglota del cimbrio y escribía poesía desde su más temprana edad. Vivió toda su vida en una pequeña casa en Orkko, en el golfo de Botnia, y nunca se casó.

El cimbrio, dicen, era un idioma único porque tenía un tiempo que se usaba para describir a una persona o a un objeto que se ha perdido o desaparecido: ni presente ni pasado, existiendo en un tiempo que nadie fuera del cimbrio puede comprender.

Algunos críticos y traductores están trabajando actualmente en los libros de Orkkut y en sus manuscritos que ahora habitan el reino de ese tiempo único cimbrio. Es posible que no se haya perdido para siempre.  Pero ¿qué lograremos entender si no hay nadie que reconozca el sentimiento exacto evocado por las palabras kuttsruch o bejamanesch? ¿Qué matices se perderán? ¿Quién puede saber con exactitud lo que sintió Orkkut esa mañana en que los soldados la sacaron de casa después de que empacara una bolsa con sus posesiones para no regresar jamás? ¿Quién puede traducir esa forma verbal elusiva que existe y no existe, que no está ni aquí ni allá?

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