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Trilogía de la investigación: Zodiac, Spotlight y Good Night and Good Luck

Rafael Cisneros

Trilogía de la investigación: Zodiac, Spotlight y Good Night and Good Luck

Es difícil (aclaro), extremadamente difícil que una película de aspectos políticos, periodísticos e investigativos carezca de tendencias, pasando a ser nada más que una charlatanería dirigida a enemigos obvios y específicos. Por fortuna conocemos de tres cintas ejemplares que no abordan sus respectivos nacionalismos o se manifiestan a favor de algún lado de la moneda y que, a pesar de su extensa información, no pontifican en absoluto como si de moralejillas tratara todo objetivo, sino de contar las más impactantes historias de la humanidad. He aquí tres cintas para la eternidad. En orden alfabético:

Good Night and Good Luck (George Clooney, 2004)

We cannot defend freedom abroad by deserting it at home.

George Clooney nos muestra, a través de su impecable trabajo de co-guionista y una formidable dirección, el conflico entre Edward R. Murrow, pionero del radioperiodismo y los noticieros televisivos, y el afamado senador de Wisconsin, Joseph McCarthy (y digo afamado en el peor sentido para cualquier reputación) en la lucha de la libre expresión y las tendencias prohibitivas de los republicanos ultraderechas. La tensión del “macartismo” prolifera con cazas anticomunistas y Murrow, así como la propia televisora que de tanto en tanto comienza a caer en estas peligrosas tensiones políticas, da la cara con críticas certeras y de experta perspectiva analítica hacia la información manipulada del senador, así como a las formas más superficiales de la publicidad.

La cinta logra que el espectador mantenga una adictiva atención a los hechos, percances y contiendas transcritas a un guión extraordinario y presentadas por actuaciones que rebasan la corporeidad de la actuación, al grado de creer que estamos más ante un documental con montajes reales de primera mano que ante un drama de género.

David Strathairn interpreta a Murrow. Más bien es Murrow, se transforma en el radiodifusor. Es él, regresando el tiempo atrás para volver a contarnos lo que ocurrió en esas épocas. El grandísimo elenco, entre los que se cuenta el propio Clooney, nos presentan a Frank Langella, Ray Wise, Jeff Daniels, Grant Heslov, Robert Downey Jr. y Patricia Clarkson, un equipo de trabajo tan atinado que, como he dicho antes, pareciera más un conjunto de testimonios extraídos para que Asif Kapadia les haga justicia en la exquisita unidad que caracteriza su estilo, pero se trata de un trabajo consciente, ensayado, bajo las órdenes de un George Clooney que demuestra ser un talento cinematográfico absolutamente completo.

La intimidad de los personajes se enclaustra en el cerco de circunstancias que en cada escena se tornan más inevitables, yendo y viniendo en riesgo constant, dadas las formalidades de la propia televisora como la reputación de una vida entera. Las interacciones se sienten profesionales; aun en instantes de crisis personal, todos cooperan en la causa de desmantelar al insaciable senador manteniendo cordura, disposición y, como mencioné, profesionalismo, haciendo de ésta una visión objetiva de las difamaciones políticas hacia quienes tratan de invitarnos a pensar un tanto de lo que nos tienen permitido los medios.

Como dato curioso, cierta audiencia, al proyectarse la cinta, creyó que el “actor” que hacía de Joseph McCarthy sobreactuaba y no les parecía una interpretación sutil. Brillante es la verdad cuando todas las escenas del efusivo senador son de archivos originales, el auténtico McCarthy: nunca hubo actor interpretándolo. Ahora sabemos quiénes son los dementes de la historia. ¡En su cara y legado, senador!

Spotlight (Tom McCarthy, 2015)

“They knew and they let it happen…”

La ganadora al Oscar a mejor película de 2015 fue, sin duda, la mejor película de 2015. El caso de los sacerdotes pederastas de Boston, investigado por el equipo “Spotlight” del Boston Globe pareciera, a simple y conveniente vista, una investigación en la que Hollywood podría destrozar con tendenciosos ataques directos a la Iglesia, con el sensacionalismo de conmover y aleccionar a lo Crash (Mejor Película, 2005.) Quizás por ahí se aguardaban escenas, si no gráficas, dramatizadas de uno de los abusos infantiles, ¡yo qué sé!, el niño llevado entre las sombras, tomado de la mano de un mayor sospechoso, algo que haría Clint Eastwood para Challenging o Mystic River, que en esta ocasión abarcaría cientos de casos en una sola ciudad, tantas escenas dramáticas para perturbar al espectador como lo hay extras en la vida. Simple y sencillo amarillismo.

De pronto las circunstancias nos ofrecen una cinta como pocas ha producido la inteligencia colectiva, la objetividad socialmente consciente, el Hollywood de Billy Wilder o David Fincher, el cine de los que se atreven a abarcar un tema sin una sola pizca manipulada para fines sentimentales ni propaganda pobretona para denunciar a la Iglesia con gritaderas y pancartas. A la Iglesia se le denuncia con clase. Así es.

Al igual que Good Night and Good Luck, la cinta suele confundirse de tanto en tanto con un documental, de no ser porque las contadas y valiosamente breves escenas de drama nos muestran que, en efecto, estos son actores interpretando la brutal realidad. Lo impactante de Spotlight es su entramado cuidadosamente expuesto, parte por parte, sin agotar en demasías y ofreciendo el suspenso más sobrecogedor, todo a través de conversaciones que trascienden el solo hecho de actuar una escena, datos concretos por parte de la gente correcta y, desde luego, testimonios de primera mano. Ahí están Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel MacAdams, Liev Schreiber, Brian D’Arcy James, John Slattery y Stanley Tucci, todos trabajando en unidad y a contracorriente de circunstancias vedadas por burocracias eclesiásticas que, como es de esperarse, causan rabia hasta la médula, logrando exponer —como el periodismo más fino exige a los grandes cuentacuentos de la no-ficción­— a quienes encuentran en la Iglesia una vía para realizar sus atrocidades, siendo la Iglesia en sí la madrota ortodoxa por excelencia, siempre conveniente a sus leyes.

Para gente que no tenemos ningún tipo de creencia religiosa, así como para los creyentes respetuosos de lo ajeno, éste es un festín informativo que dará en el blanco de la objetividad y la empatía hacia las víctimas.

Con un elenco tan esencial en cada una de las partes que, realmente, no podríamos elegir un solo protagonista en esta impecable investigación, Spotlight se sostiene como una película que un investigador puede desmenuzar con el placer de un niño en juguetería, fascinando a las variadas audiencias y ofreciendo a las víctimas (y hasta victimarios) las cartas sobre la mesa, bien ordenadas, bien abordadas, y sobre todo, en total disposición de ser recordadas para bien de la perseverancia humana. Sin duda, junto a mi reciente descubrimiento de Wolf Children, The Kid with the Bike, The VVitch, Citizenfour y Voskhozhdeniye, la cinta de Tom McCarthy ha sido de los éxtasis cinematográficos que más me han impactado en los últimos meses.

Zodiac (David Fincher, 2007)

“This is the Zodiac speaking.”

Una de mis películas favoritas de todos los tiempos, la cinta que considero junto a Fight Club la obra mayor de David Fincher, uno de mis grandes héroes.

Nuevamente hallamos al actorazo de Mark Ruffalo interpretando un papel investigativo. Esta vez como el detective Dave Toschi, héroe olvidado de San Francisco que se mantuvo firme en averiguar la identidad del cabrón que se autodenominó the Zodiac killer. Contraria a la imagen típica del policía obsesionado con el caso, el Toschi de Ruffalo denota real consternación por la tranquilidad ciudadana, alguien a quien importa el bienestar de los civiles. Jake Gylenhall, actorazo al nivel de las circunstancias, hace de Robert Graysmith, el caricaturista transformado en fiero periodista al empeñarse en descubrir al Zodiaco. Hábil en acertijos y descifrando símbolos, Graysmith se une intempestiva pero acertadamente a las andanzas de Toschi, formando un dúo informal que ahondará hasta en las suposiciones menos imaginables para hallar al asesino, y más importante, para hallar su satisfacción moral.

Gran decepción se llevaron los acostumbrados a thrillercillos de saltos y sustos cuando se toparon con una obra que no sólo aporta al género de suspenso, sino al propio arte cinematográfico, demostrando que las películas pueden mantener fuerza narrativa con sólo exposición de datos. A esto se le agrega la particularidad de Fincher y sus decisiones fílmicas, ambientando la información con la oscuridad del caso y colocando las escenas de pánico en el momento preciso, cuando el filo comienza a punzar las más terroríficas expectativas.

El propio David Fincher afirmó que hacía la película no para enaltecer a un asesino de masas, sino para rendir honor a quienes investigaron su caso y no lograron la satisfacción del misterio develado. Aunque el resultado de la pesquisa no esté al alcance, es el proceso obsesivo lo que mantiene al espectador en constante apuro, en plena desgarradura del asiento, apenas parpadeando para adentrarse en siniestra y sutil profundidad a los hechos, causas y consecuencias de un asesino popular, así como de un miedo básico de la contemporaneidad: la paranoia.

Parafraseando de nuevo a Fincher, aquí no verás a un hombre en las sombras afilando sus cuchillos (nos bastaron los extraordinarios créditos de apertura de Se7en, la segunda cinta de Fincher, para resumir tal situación), sino a las personas involucradas que entregaron sus vidas a la búsqueda. Un tributo hecho y derecho a los justicieros cotidianos, Zodiac (repito­) es una cinta para la eternidad, una de las mejores que jamás he visto.

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Rafael Cisneros (León, Guanajuato, 1988) es escritor y cinéfilo. Ha producido, dirigido y editado numerosos videos para publicidad, grupos pop y cortometrajes artísticos. Ha publicado, bajo varios seudónimos, numerosos cuentos.

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