Es lo Cotidiano

Hombres fuera del tiempo [I]

Héctor Gómez Vargas

Hombres fuera del tiempo [I]

¿En qué país se mueven los entusiastas de Crosby, Stills, Nash y Young?
Carlos Monsiváis, Días de Guardar

1. Vida moderna (o de generaciones en loop)

 

En una novela, sea fantástica o realista, la realidad siempre se inventa y ella es, siempre, algo esencialmente distinto a la vida vivida, al mundo real. La novela es la vida leída, la vida inventada, la vida reconstruida y rectificada para hacerla más próxima que nuestras ambiciones y a nuestros deseos, la vida rehecha, cambiada y añadida para vivirla más intensa y extensamente de lo que nuestra condición nos permite vivir la vida verdadera.
Mario Vargas Llosa, Carta de batalla por Tirant lo Blanc

La vida de las personas no es como la vida en las novelas. Ni las telenovelas, las series de televisión y las películas, aunque desde hace muchas décadas se ha llegado a pensar, y se espera de ellas, que las personas se desarrollen a lo largo de su vida como si fueran personajes de una historia de ficción. Un punto inquietante es la expectativa de que la vida es una historia que puede ser contada a la manera de una narrativa, es decir, una serie de acontecimientos organizados de manera cronológica, lineal, siguiendo un designio, intención o cosmovisión global que le da sentido y que, eventualmente o al final, la misma persona o quien estudia a la persona, puede hablar de su “vida”.

Un signo de la modernidad es la consigna de que la vida, la propia y la ajena, puede ser legible porque en sus trazos hay un orden que puede ser “leído” y compartido a los demás, e igualmente puede ser el síntoma de algo real, algo que realmente sucedió.

La ambición del orden en la vida de las personas ha sido parte de la historia de los siglos pasados: la inquietud de hacer a un lado lo indeseable, lo irracional y lo ficticio. Al encontrar las grandes narrativas de lo social se creyó encontrar aquellas desde las que las vidas de las personas ingresan a las tramas que dan cuenta de lo colectivo.

Pero el retorno por la pregunta continua de la vida en general y de la vida de las personas puede darnos ideas de que las cosas no eran exactamente como se pensaban. El biólogo Ricard Solé menciona en su libro Vidas sintéticas que, con la emergencia de un nuevo campo científico como el de la biología sintética, resurgen inquietudes y preguntas antiguas como la de por qué las personas envejecen, y si es posible detener ese proceso; igualmente plantea que mediante las técnicas de simulación es posible saber cómo será la vida de una sociedad en una ciudad y, entonces “podríamos obtener respuestas a preguntas acerca del papel de los individuos en la historia, como contrapartida a la idea de una historia dominada por las masas y los movimientos económicos”. Solé habla de la historia artificial como resultado de una visión que proviene de una concepción de la síntesis de los sistemas complejos, un procedimiento para simular por ordenador procesos biológicos y sociales de la vida.

Pensar la vida de las personas, ¿no ha sido finalmente el resultado de un proceso de simulación a partir de un artificio al que se ha llamado historia o literatura? ¿No ha sido la trama que se ha elaborado para hacer una “vida moderna”? ¿No ha sido la síntesis de un tipo de simulación?

De acuerdo con algunos sociólogos que trabajan bajo el enfoque de lo que denominan como Sociología de la Persona, para los primeros sociólogos la atención de sus estudios no estaba precisamente en los individuos, sino en el “todo social”, y el estudio de las personas recayó en manos de los escritores, quienes, como Balzac, convirtieron la vida de las personas y de toda una sociedad en un laboratorio de estudio y análisis para dar cuenta de la emergencia del hombre moderno, que los trabajos de las ciencias sociales retomaron de manera cercana a lo largo de la primera mitad del siglo XX y unas cuantas décadas más adelante. En mucho, el estudio de las personas correspondía a una obra de teatro, donde éstas desempeñaban roles previamente establecidos y predefinidos por un argumento previamente escrito por alguien o algo más grande, el mismo marco desde donde se podía dar cuenta del papel desempeñado en la obra por determinada persona.

Uno de los objetivos de la Sociología de la Persona es dar cuenta de que la trama de la vida de las personas no es ni ha sido nada simple y que la linealidad pretendida es un artificio más que la trama de la misma vida de las personas. En parte es un tanto como la visión que expresa Diedrich Diederichsen en su libro Personas en loop de que progresar “es lo contrario de caminar en círculos”, y en parte aquella visión de Pierre Bourdieu cuando hablaba de la “ilusión biográfica”, es decir, la tentación que llega a ser tendencia de escribir las historias de las personas de una manera coherente, clara y significativa, estandarizando la vida de muchas personas, de generaciones enteras. La idea es que hay algo más, y que hay otras rutas y trazos para hacer y reconstruir la vida de las personas.

La segunda mitad del siglo XX se abre a un ruido secreto por el que la vida de muchas personas se abre a condiciones de no linealidad y equilibrio. La biografía es desde entonces un sistema abierto donde cada individuo experimenta de otra manera el tiempo, biográfico y social, y los entornos de vida se relacionan de manera distinta con el pasado. Dicho de otra manera, es un entorno de novedad donde la modernidad ingresa a una singularidad y algo comienza a declinar mientras algo inédito emerge, una zona histórica donde se abrió una asimetría entre el pasado como “espacio de experiencia” y el futuro como “horizonte de expectativa”, como lo expresa Hans Ulrich Gumbrich en su libro Producción de presencia. En mucho, es la idea del tiempo curvo desde el cual el pasado se abre de distintas maneras para constituir un momento de vida en la biografía de las personas, con miras a avanzar, pero en círculos.

Desde entonces, crecer no es lo mismo que en los tiempos pasados. Por ello la juventud es otra cosa, una ambigüedad por resolver en cada caso, en cada paso: por un lado, dejar atrás el pasado para sólo contemplar el futuro, pero por otro, organizar el presente con artefactos del pasado. Un tanto el fenómeno de la retromanía que menciona Simon Reynolds para el caso de la música de rock producida en la segunda mitad del siglo XX. Igualmente, un tanto lo que hoy en día sucede con una gestión de la cultura a través de la nostalgia, donde las ciudades globales se renuevan a partir de su pasado y de su memoria histórica, la explosión de galerías, museos, bibliotecas, restaurantes, artesanías y tradiciones, donde los imaginarios sociales se formatean con propuestas que provienen del cine, las series de televisión, el anime, los videojuegos con casos como la estética del steampunk, donde el pasado no solo retorna: abre presentes alternativos. Y en todo ello, es un tanto la figura del fan, del geek, del cosplay, del coleccionista, e incluso del sujeto del híperconsumo que señala Gilles Lipovetsky, que con sus prácticas cotidianas pretenden que la vida se abra continuamente, una y otra vez para, como diría Han Ulrich Gumbrich, mantenerse en ese entorno afectivo de presentificación, es decir, de hacer un presente tan ancho como para que el pasado no se quede atrás y el futuro pueda ser bloqueado.

Es la imagen de generaciones de jóvenes que desde la segunda mitad del siglo XX han aprendido a crecer de otra manera, otra experiencia en el tiempo, la figura del loop del que habla Diedrich Diederichsen, donde el loop “no es ningún regreso”, aunque por momentos lo parezca, sino una negación del progreso. Dice Diedrich Diederichsen:

Cuando estoy con otros dentro de un loop hay claras relaciones entre lo mismo y lo otro. Los otros y yo, nosotros como sujetos y como sujeto en loop y nuestra supuesta identidad con las relaciones de mismidad. Sin embargo, cuando algo igual se transforma en algo distinto, o cuando algo distinto se transforma en algo igual, sabemos a qué atenernos. Progresamos. Sí… dentro de un loop se avanza.

Continuará.

***

Héctor Gómez Vargas (León, Guanajuato, 1959) es autor de libros sobre cultura popular y subculturas, la radio, la música y los fans en el siglo XXI. Es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Colima, investigador del SNI y académico en la Universidad Iberoamericana León.

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