sábado. 20.04.2024
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Es un largo verano, Bobby Hebb

Esteban Cisneros

Es un largo verano, Bobby Hebb

Cuando los tiempos corren difíciles, hay que aferrarse a algo. Adaptarse para crear sentido. Encontrar la nota que logre, a la larga, armonizar la cacofonía. Como la plantita de Léon, el profesional. Como la imagen de la madre en la cabeza del Thomas de Loup Durand. Como esa canción que, al terminar el día para sentarse a pensar, hace que la cosa mejore, aunque sea en lo mínimo.

Por eso es siempre reconfortante que existan canciones como Sunny, todo un standard pop en clave soul. Su compositor, Bobby Hebb, la escribió como una canción vital, un empezar de nuevo tras una serie de tragedias. No es gratuito que sea una de las canciones más célebres de la historia. Es una vida escrita con sangre en una hoja pautada, un libro de historia y un himno casi clerical sobre volver a empezar, reconstruir, levantarse de la paliza, lamerse las heridas, presumir las cicatrices e ir a por la que sigue. Pero todo cantado en una voz cálida, con un ritmo sereno y sabio, en palabras suaves. Cantada por el que, después de copas y vómitos, peleas y heridas, intentos y fracasos, deseos y decepciones, se ha formado un carácter.

Bobby Hebb nació en Nashville, Tennessee, en 1938. Hijo de dos músicos ciegos, desde pequeño se sumergió hasta la coronilla en el mundillo de los espectáculos errantes. Bailarín desde su primera infancia, percusionista y trompetista en su adolescencia, su primera grabación, tras mudarse a Chicago, fue haciendo coros al gigantesco Bo Diddley en “Diddley Daddy”. Cantar era el paso lógico siguiente e incluso el productor Jerry Ross le sugirió, a mediados de los 60, grabar una canción titulada “Apples, Peaches, Pumpkin Pie.” Hebb se negó, considerándola sólo una curiosidad y una canción demasiado poco seria. Ross la cedió, entonces, a un grupo vocal, Jay & The Techniques, quienes la convirtieron en un éxito.

En cambio, Bobby Hebb le mostró a Ross una serie de canciones que tenía. Una en especial tenía potencial, por lo que fue grabada y luego cedida a una cantante japonesa llamada Miko Hirota, que la convirtió en un éxito en aquel lugar del mundo en 1966. Pero Sunny estaba destinada a otras cosas más grandes.

La canción era demasiado importante. Había nacido tres años antes tras uno de los días más trágicos de la historia norteamericana. El 22 de noviembre de 1963 murió acribillado en Dallas el presidente Kennedy, enlutando a una ingenua nación. Pero también esa misma noche, afuera de una cantina de Nashville, murió Harold Hebb, hermano de Bobby, en una riña, apuñalado. Hecho pedazos, Hebb se refugió en la música, lo único que tenía sentido.

Todas las canciones que escuchaba eran sombrías y deprimentes. Todas eran una oda a la desazón, al romanticismo suicida y al sufrimiento. Y él ya tenía demasiado de eso. Él ya lo había vivido, así que decidió cantar sobre otras cosas. Si todos cantaban sobre lluvia, él cantaría sobre sol. Por llevar la contraria. Sunny.

Hebb cantaba Sunny, yesterday my life was filled with rain con una voz a punto de quebrarse. Pero también cantaba  Sunny, you smiled at me and really eased the pain con una garganta raspada y un estómago herido. Pero como si fuese terciopelo, suave y amigable. Con la convicción del que ya ha resuelto el puzzle de sí mismo y lo ha visto todo, lo ha hecho todo y podrá con lo que vendrá. Y Sunny se convirtió en un clásico más grande que la vida porque, si no fuese suficiente, es una tonada espectacular.

Sunny, single y álbum, fue editado en 1966 por Philips. Fue un éxito instantáneo que Hebb nunca pudo (ni quiso) repetir. Se fue de gira por Estados Unidos con los Beatles y otros actos pop de la época. Y su canción de cicatriz orgullosa comenzó a ser versionada con avidez por músicos en busca de éxito y también por los consagrados. Frank Sinatra y Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Stevie Wonder, James Brown, Wilson Pickett, Georgie Fame, Dusty Springfield, los Four Tops, Wes Montgomery, Johnny Rivers, los Classics IV y hasta Boney M ya en los 70 se colgaron de la inmortalidad de Sunny y Sunny a la de ellos.

Bobby Hebb compuso y cantó montones de geniales temas además de su gran hit. A Satisfied Mind, Love Love Love, Love Me o A Natural Man ya podrían hacer un más que respetable cancionero. Pero nunca le molestó ser recordado y referenciado únicamente por Sunny. Él sabía de qué iba la canción. Para eso la había escrito: para aliviar su dolor y, si funcionaba, que aliviase el de otros. Para dar sentido al mundo cuando todo parece perdido. Para cumplir la función de acompañar y reconfortar que tienen las canciones de verdad.

El martes 3 de agosto de 2010 murió Bobby Hebb, a los 72 años, en su natal Tennessee. Padecía un cáncer de pulmón que terminó por destruirlo. Alrededor del mundo, estoy seguro, sonó Sunny, su canción emblema, como merecido homenaje. Y porque, a veces, hay que ver el lado brillante. Y dar sentido a la oscuridad. Gracias, Bobby Hebb.C/S.

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Esteban Cisneros (León, Guanajuato) es panza verde, músico de tres acordes, lector, escritor, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú. Cree con fervor que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico.

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