jueves. 18.04.2024
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‘People Get Ready’: negritud y desencanto musical

Dante A. Saucedo

‘People Get Ready’: negritud y desencanto musical

Un año después de los disturbios de 1967 en Detroit, Smokey Robinson y sus muchachos milagrosos pedían a sus conciudadanos vivir en armonía. Su sencillo I Care About Detroit (Standard Groove) poco tenía que ver, sin embargo, con la paz que deseaban los jipis de la Costa Oeste. La gente de Detroit vivía en un monstruo industrializado y comenzaba a sentir las consecuencias. Después de dos décadas de bonanza económica, las cosas empeoraban y las fricciones locales entre negros y blancos eran insoportables. Su mensaje de hermandad fue uno de los últimos gritos de esperanza y cambio de la tradición negra. La desazón y el desencanto no tardarían en llegar al universo del soul americano.

El inicio de la historia es claro: en 1964, el año en que se aprobó el Civil Rights Act, Sam Cooke lanzaba A Change is Gonna Come. En poco más de tres minutos, Cooke cantó la historia y las esperanzas de la América Negra: nació junto al río y, como él, ha corrido arriba y abajo. Hubo momentos en que no podía seguir, pero sabe que puede hacerlo porque, al final del camino, el cambio va a llegar.

Un año después, mientras el Congreso concedía el voto a la comunidad negra del Sur, Curtis Mayfield y sus Impressions lanzaron People Get Ready. Con mucha más influencia góspel, anunciaban la llegada de un tren que los llevaría al Jordan, la tierra prometida, la libertad. Había que prepararse y, para ello, lo único necesario era tener fe, sólo con ella podemos abordar.

Apenas cinco años más tarde, cuando el genio de Chicago lanzó su primer álbum como solista, las cosas habían cambiado. Malcolm X y Martin Luther King Jr. habían muerto, pero el movimiento por los derechos civiles había conseguido grandes logros legales. Legales. En la práctica, las cosas empeoraban; los barrios se convertían en ghettos y la desindustrialización golpeaba a la comunidad negra más que a nadie. La música popular negra, por supuesto, documentó e hizo bailable el cambio. Los himnos de esperanza y liberación eran sustituidos por réquiems; melancólicas elegías a la decepción. What’s Going On de Marvin Gaye es el ejemplo más inmediato, pero hay otro álbum que describe perfectamente esta transición.

Cinco años después de People Get Ready, en el debut de Mayfield como solista, Curtis, de 1970, se comienza a notar el cambio en sus letras. El primer track es una clarísima declaración de intenciones: “Sister, niggers, whiteys, jews, crackers / don’t worry / if there’s hell below / we’re all gonna go.” El infierno es ahora la única certeza que queda. Y aunque quedan trazos de cambio y orgullo en todo el álbum (Wild And Free, Move On Up y la maravillosa Miss Black America), We Are The People Who Are Darker Than Blue es un presagio perfecto de lo que vendrá en las décadas siguientes: aunque haya respeto por la comunidad, hay jokers (dealers, hustlers) que aman a un hermano y matan a otro y, al final, “when the times comes and we are really free / there’s be no brothers left, you see.”

Tres años después, en su archiconocido Superfly, la profecía se había cumplido. El Pusherman se convirtió en el único padre, el único amigo, el único doctor imaginable en el ghetto y muchos, como Freddie, murieron en sus manos.

Es curioso, pero el mismo proceso se dio en la música de Jamaica, incluso antes que en Estados Unidos. Cuando la isla caribeña proclamó su independencia el 6 de agosto de 1962, el ska ya era la música favorita en los barrios de la capital. Infeccioso, bailable y alegre, el ska fue una enorme celebración de libertad. Miss Jamaica de Jimmy Cliff y, sobre todo, Forward March de Derrick Morgan, eran el genuino grito de alegría de un pueblo recién liberado de la colonia británica.

Un par de años después, las cosas comenzaban a cambiar y, para 1966, el rocksteady representaba la desesperación y la realidad como condena. En un documental de la BBC, el mismo Cliff cuenta que, en esa época, la gente se daba cuenta de que la independencia no resolvía ninguno de sus problemas. “So we said let’s rocksteady and see what’s going on.” Decenas (probablemente cientos) de canciones sobre los rude boys (criminales callejeros) y la pobreza cotidiana inundaban la escena musical jamaicana: desde el hit internacional 007 de Desmond Dekker hasta joyas como Rudies are the Greatest de los Pioneers.

Con evidentes diferencias, las comunidades negras de Estados Unidos y Jamaica pasaron, pues, por el mismo proceso. Ambas lucharon y cantaron por un cambio y ambas fueron profundamente decepcionadas por él. Y, aunque durante ese periodo continuó la música despreocupada, amorosa y bailable, los temas de pobreza, rabia y desesperación fueron el caldo de cultivo para la música de realidad que surgiría un par de décadas más tarde.

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