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Van Nest Polglase: el artista que dio alma y estilo a Hollywood [I de II]

Javier Morales i García

Van Nest Polglase: el artista que dio alma y estilo a Hollywood [I de II]

Este es un artículo que explica lo que es, lo que significa ser un cinéfilo y un mitómano. Este artículo es La Vieja Ola, en estado puro: la pasión por el Cine (con mayúscula) de los años 30 y 40. Leer los créditos de esas películas y darte cuenta de que hay un nombre que se repite. Un nombre atado a unos decorados y a una producción de diseño artístico que fascina a primera vista y que aún tiene el mismo efecto sobre ti. Un creador de mundos en donde te gustaría vivir, soñar, amar... Ése era Van Nest Polglase, un modernista.

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Los Mitómanos a los que nos gustan las películas de Ginger Rogers y Fred Astaire nos sabemos ese nombre muy bien. Los cinéfilos que tienen en su lista a Ciudadano Kane, de Orson Welles, también lo adoran. Van Nest Polglase fue uno de los primeros directores de arte que se convirtió en una marca de calidad, elegancia y buen gusto dentro del Hollywood Dorado.
Nacido en Brooklyn, Nueva York, en 1898, Polglase empezó su carrera como arquitecto y decorador de interiores. A los 20 años ya había hecho un viaje a Cuba para diseñar el Palacio Residencial de La Habana y con sólo 21 años empezó su carrera en el cine como Director Artístico en la productora Famous Players-Lasky, que después ya fue conocida como la Paramount Pictures.

Cuando Polglase empezó, la Paramount tenía dos grandes estudios en los Estados Unidos: los de Hollywood (reconocidos por los cinéfilos por esa entrada tan de estilo colonial) y después estaban los Estudios Astoria, en el barrio neoyorquino de Queens. Pero había aún otro estudio de Paramount que estaba en la Vieja Europa, más concretamente en Joinville, Francia. Ya que Brooklyn estaba tan cerca de Queens, Polglase empezó en los Estudios Astoria. En solo unos pocos años su reputación creció y Paramount le hizo aparecer en los créditos de las películas de sus estrellas. Por ejemplo, Gloria Swanson, que aunque trabajaba en Hollywood, solía estar la mayoría del tiempo en Nueva York donde tenía una impresionante mansión en Croton-on-Hudson. La actriz le hacía ganar tanto dinero a la Paramount que le era permitido trabajar en los Estudios Astoria.

El título más importante de la Swanson con Polglase en los créditos fue Stagetruck (1925) de Allan Dwan, un vehículo para que la Diva se luciese. Las primeras secuencias de este título son en un primitivo technicolor: dos tiras en la pantalla.

Pero hacia finales de los años 20, el estrellato de Gloria Swanson ya no era tan rutilante y Paramount hizo algunos recortes, quitándose de encima los estudios de Queens y de Francia. Van Nest Polglase hizo entonces lo que tenía que hacer: irse a Hollywood. A pesar del prestigio que había obtenido en Nueva York, no fue fácil, ya que de 1925 a 1929 no encontró trabajo en ningún estudio. Por lo menos que se tengan datos…

Por fin, la todopoderosa Metro Goldwyn Mayer le contrató en 1929 para la primera película hablada de Joan Crawford, Untamed de Jack Conway, y acompañada de Robert Montgomery.

Tal vez, la razón de que Polglase haya estado sin hacer nada esos años tras trabajar con éxito en Nueva York es que sus jefes le tuvieran cierta envidia y que se le obligara a tener cierta paciencia. Un neoyorquino en Hollywood tenía que pasar por el aro, primero de todo.

Tampoco el Departamento Artístico de Paramount bajo la dirección de Hans Dreier y W. Ihnen le ayudó demasiado en su nueva época en la Metro. Lo de la Metro fue solo una temporada pequeña pero fue importante porque en ese periodo de tiempo trabajó a las órdenes de Cedric Gibbons y junto a él lo aprendió todo. Gibbons era una gran artista que está considerado como una de las personas más importantes en la historia de la M.G.M. Su Departamento de Arte era una máquina que funcionaba a la perfección. Desde que la Metro se comprometió a estrenar una película a la semana, era materialmente imposible que Gibbons participase activamente en todos los títulos y lo que hacía era supervisar. Su función principal era la de aprobar o no el trabajo de otros. Los estudios tenían una dirección única en lo que se refería a los sets de rodaje y Cedric Gibbons era el Jefe de los Jefes. Tenía una ley que se cumplía a rajatabla, una especie de requisito que los que trabajaban con él tenían que cumplir sin falta. Su nombre era el que aparecía siempre en los créditos de todas las películas de la M.G.M., hubiese participado o no, las hubiese revisado o no. Su nombre estaba allí siempre. Siempre.

Van Nest Polglase hizo todo el trabajo en Untamed pero su nombre no aparece en los créditos. Así funcionaban las cosas en Hollywood. Aunque no hay constancia segura, Polglase se tuvo que sentir bastante frustrado con este hecho, pero no había forma de cambiar los métodos. Lo cierto es que, un tiempo después, Polglase iba a tener el mismo poder que Gibbons.

Después de este período corto en la Metro y su especie de sistema dictatorial, Polglase volvió a tener otro de esos períodos inactivos que duró cuatro años. Fue ya en 1933 cuando empezó la etapa que le haría famoso... mítico diría yo. Fue la etapa de los Estudios R.K.O., una productora minúscula comparada con la Paramount o la Metro, pero que luchaba por mantenerse en la industria cinematográfica. Polglase asumió por completo las responsabilidades de la sección de Dirección de Arte en la compañía y, sin perder el tiempo, se construyó una reputación y un poder total alrededor suyo, como lo había visto y sufrido en la Metro con Cedric Gibbons. No le fue difícil dado su inmenso talento y puso por delante del dinero, las ganas de hacer cosas diferentes. Eso sí, su nombre aparece en todas las películas de la R.K.O. de la década siguiente... sin importarle demasiado si había participado en la producción o si solo la había revisado antes de darle su visto bueno. Era su forma de venganza: ojo por ojo, diente por diente, diseño por diseño. Lo que sí queda más que claro es que su talento y su gusto exquisito son el empujón evidente en el sofisticado diseño de las películas de la R.K.O.

Uno de los primeros trabajos de Polglase en esta productora fue diseñar ese famoso logo de la torre eléctrica y los rayos eléctricos que salían al comenzar cada película. Su primer año fue increíble. Participó y supervisó los decorados de 17 películas, una cifra menos que el trabajo de Gibbons en la Metro pero que seguía siendo una labor impresionante, sobre todo porque Polglase echaba un vistazo a todos los rodajes y eran todo tipo de producciones, prueba de que Polglase era capaz de crear todo tipo de diseños. La Metro y la Paramount no supieron ver ese gran talento y ya se estaban arrepintiendo de no haber confiado en Polglase.

El año 1933 en la R.K.O. fue el año del gran drama moderno llamado Ann Vikckers de John Cromwell con Irene Dunne, o de la película para toda la familia, Mujercitas de George Cukor, o de la fantásticamente insuperable King Kong de Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper... pero sobre todo del título que hizo que la fama de Van Nest Polglase creciera y creciera: Flying Down to Rio de Thornton Freeland. Película y momento histórico ya que posibilitó el encuentro de ¡Fred Astaire y Ginger Rogers!: la perfecta combinación de clasicismo y modernidad, extraña mezcla de arrebato y discreción, siempre con una sonrisa en la cara y alternando el claqué o tap con los bailes de fantasía y así estableciendo un nuevo estilo de la Comedia Musical.

Flying Down to Rio empezó como la respuesta de la R.K.O. a los musicales exitosos de la Warner Brothers (como la sublime La Calle 42.) La fórmula era simple: una historia de amor convencional Chico Encuentra a Chica mezclada con algunas canciones pegadizas, unos decorados modernísimos, algunos gags más o menos subidos de tono y mucho baile. Protagonizada por la exuberante Dolores del Río –¡oh, coincidencias de la vida!, ¡casada con Cedric Gibbons!–, la película fue un éxito de taquilla que todo el mundo quiso ver. Fred Astaire tuvo mucho que ver ya que su forma de bailar causaba sensación en Broadway, aunque solo había hecho alguna pequeña escena en el cine en Dancing Lady junto a Joan Crawford; Ginger Rogers, por ahora, era solo una actriz de tercera fila con una madre posesiva, chivata, pero gran agente ya que su hija aún no había llamado la atención en el cine.

La pareja, mítica desde entonces, aparecía al final de la película bailando La Carioca, una tonadilla que se hizo famosa en todo el Universo y que novios del otro lado del mundo utilizaban para llamar a su enamorada. La escena era increíble, con las acrobacias de un ejército de bellas jóvenes sobrevolando la bahía de Río de Janeiro (“my Rio, Rio by the sea-o...”) y Ginger y Fred bailando sobre siete pianos blancos en forma de círculo una coreografía de Dave Gould y Hermes Pan. Todo era idea de Van Nest Polglase y de su equipo de ayudantes, destacando Carroll Clark.

La R.K.O., viendo el filón de dinero, decidió volver a juntar a Fred y Ginger en un título solo para ellos (“...adiós Dolores, adiós...”) que se llamó The Gay Divorcee (1934) o La alegre divorciada en España. Dirigida por Mark Sandrich, fue un éxito instantáneo que aún hoy sigue ganando dinero con los nuevos formatos y que fue el verdadero principio de la serie de películas de la pareja de parejas. Estos títulos mantuvieron a la R.K.O. durante la época de la Depresión y convirtió a los actores en estrellas míticas.

En esta película el baile ofrecido como novedad fue The Continental, también bailado y tarareado en todo el mundo y que ganó el Oscar como mejor canción de 1934. Otra clave del éxito fue la utilización de un excelente reparto de actores secundarios entre los que destaca Edward Everett Horton, uno de los personajes más queridos de La Vieja Ola y comediante genial.

Rogers y Astaire hicieron 9 películas juntos en la R.K.O. Todas ellas, menos la última si acaso, eran extravagancias modernistas de Art Déco en la época dorada de Hollywood. En cada una de ellas Fred y Ginger "se conocen entre baile y baile, canción y canción, simpatizaban, se peleaban, se perdían y volvían a encontrarse", como dijo Terenci Moix. Cualquier diferencia por muy grande que fuera, se resolvía a tiempo para un último beso y el THE END, mientras bailaban juntos eternamente.

Las películas fueron progresando en este esquema y fueron creciendo en todos los sentidos: más dinero, diseños más preciosistas, más lujo y elegancia. Hay una Ley del Musical que dice que no hay Musical que sea malo del todo... pero las continuas revisiones de estos títulos te dejan un poso de tranquilidad y buen sabor de boca que muy pocas veces se consiguen. Y acaban bien, ¡¿qué más quieres!?

Las ocho primeras películas de la pareja son creación directa de Van Nest Polglase y tienen algo en común. Algo que se llamó "The Big White Set", (BWS), el Gran Decorado Blanco. Cada uno de estos ocho títulos tenía una escena que se desarrollaba en un set que parecía gigantesco, eterno... Allí bailaban Ginger y Fred el número más importante de la película. La idea general era la misma: un Gran Espacio para bailar que estaba bordeado por formas curvilíneas y con diferentes niveles de altura. Este diseño quedaba genial en la pantalla grande, dando una sensación imponente de grandeza en el decorado... y tenía un secreto. Ocultar que la R.K.O. no era el estudio más rico de Hollywood, ¡ni de lejos! Así que Polglase inventó esto de trabajar con los espacios vacíos y sólo se construían paredes, escaleras y plataformas de baile que se iban moviendo. Se ponían en el estudio y se filmaba.

No es que fuera barato este Gran Decorado Blanco, pero era más efectivo que construir, por ejemplo, un set de rodaje que quería ser el París de 1810, donde los detalles más caros y obsesivos se perdían y no eran apreciados por los ojos del espectador. R.K.O. no podía pretender competir con la Metro o Paramount en cuanto a grandes estrellas o cineastas, pero si se trataba de fantasías futuristas, todo se igualaba.

Van Nest Polglase era el hombre con la idea original del Big White Set. Algo tan importante como cuando el coreógrafo Busby Berkeley levantó la cámara hasta la parte más alta del estudio. Pero no se pueden olvidar los nombres de los amigos y colaboradores que trabajaron con Polglase: nombres como Carroll Clark, John Harkrider o Vernon Walker, artistas que hicieron realidad las ideas del protagonista de este artículo, que salen en películas como las ya citadas y Roberta (1935) de William A. Seiter, Top Hat (1935) y Follow The Fleet (1936) de Mark Sandrich, Shall We Dance (1937) y Carefree (1938) de Mark Sandrich y Swingtime (1936) de George Stevens.

Polglase miraba los decorados y los aprobaba o no, dando consejos o ideas, pero también estaba pendiente del coste final, de la construcción, de los muebles y de todo lo que hacía que los fans quisieran ver las películas, desde los trajes hasta el más mínimo detalle. ¡Y vaya si los espectadores las querían ver! Todas estas películas fueron grandes éxitos en la taquilla y dos tercios del público norteamericano de la época se divirtieron y emocionaron con ellas. Hubo todo tipo de consecuencias. Las persianas estilo Venecia que se ven el La alegre divorciada causaron furor y todo el mundo quería tener unas. Las habitaciones completamente blancas con detalles modernistas y de Art Déco se pusieron de moda en todas las clases sociales del país.

El dinero que se ganaba con estas películas fue la financiación perfecta para que los estudios de la R.K.O. pudieran competir por fin con las majors a todos los niveles. Y así, Van Nest Polglase, se convirtió en uno de los más respetados directores de arte de Hollywood con todos los cineastas llamando a su puerta y queriendo contar con él. Hitchcock le llamó para Mr. & Mrs. Smith y para Suspicion; Orson Welles le llamó para Ciudadano Kane.

En el año que se rodó el Ciudadano Kane, 1941, los cambios que había sufrido Hollywood ya eran notables. Ya iba quedando menos de aquel Hollywoodland mitificado. Se estaba convirtiendo en una ciudad llena de empresas y corporaciones y aquel reino mágico de los años 20 y 30, si es que alguna vez lo fue, iba desapareciendo.

Welles criticó a Polglase durante años diciendo que el diseñador artístico se había convertido en un ejecutivo y que él mismo podía haber hecho todo el trabajo sin contar con su ayuda. Estas críticas del director eran una mezcla de celos, generaciones diferentes y de su idea de autoría total de la película, ya que no fue fácil para Welles aceptar a ese Polglase veterano y moderno a la vez y que se las sabía todas sobre el Séptimo Arte y en todos los sentidos. Polglase era un especialista en convertir los sueños en algo real y palpable. No sólo eso: lo hacía en el tiempo indicado y con el presupuesto justo.

Ciudadano Kane no tuvo una presentación exitosa, ya que el magnate William Randolph Hearts la destrozó en todos sus periódicos, con todo tipo de críticas escritas por especialistas comprados con mucho dinero y pocos escrúpulos. Hubo algo que todos los críticos estuvieron de acuerdo en destacar: los decorados y la dirección artística.

Van Nest Polglase recibió una nominación a los Oscar por ese trabajo y Welles siguió refunfuñando envidioso y diciendo que todo había sido trabajo de  Perry Ferguson, uno de los alumnos aventajados de Polglase, que aprendió y trabajó con él en muchas películas, incluyendo la última de la pareja Rogers-Astaire en la R.K.O., The Story of Vernon and Irene Castle (1939) de H.C. Potter. Le gustase o no a Orson Welles, su película tiene el sello inconfundible de Van Nest Polglase.

Como dato anecdótico, decir que la última película que rodaron juntos Fred Astaire y Ginger Rogers fue The Barkleys of Broadway (1949), ya en la Metro Goldwyn Mayer…

Misteriosas y extrañas razones hicieron que Polglase abandonara la R.K.O. en 1942 y se fue a Columbia Pictures, donde asume el mismo trabajo que estaba haciendo. Puede que la razón de este abandono sea que el alcohol formaba parte de su dieta diaria y no aguantó más haciendo musicales. La década de los 40 estuvo en la Columbia y después, aunque no oficialmente, volvió a su viejo estudio, ejerciendo su disciplina en una pequeña compañía productora llamada Film Crest que sacaba sus películas por medio de la R.K.O. La Film Crest era una sociedad independiente creada con el productor Benedict E. Bogeaus y su viejo amigo, el cineasta Allan Dwan.

Van Nest Polglase se retiró en 1957 y su último proyecto fue de ese mismo año: The River’s Edge de Allan Dwan con Ray Milland y Anthony Quinn. Once años después de su retirada, Polglase murió de las heridas sufridas en un grave incendio en su casa. Era el verano de 1968…

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Tampoco se puede decir que Polglase fuese un artista en el sentido estricto de la palabra, ya que él no dibujó cada línea o esculpió cada arista de lo que se veía en las películas donde aparece su nombre. Pero sí era él el único que tenía la responsabilidad de dar el visto bueno final al estilo que convertiría los sueños en realidades. Si nos fijamos con atención fue su sensibilidad artística lo que hizo que la R.K.O. y sus películas sirvieran para salir adelante a toda una generación. También ayudó a la misma R.K.O. a ganar muchísimo dinero en un momento en que los estudios independientes no tenían casi sitio en Hollywood.

El trabajo de Polglase y de sus colaboradores, destacando Carroll Clark, se convirtió en el ejemplo perfecto del look de los años 30: suntuoso, elegante y más sofisticado incluso que los sets de la Metro Goldwyn Mayer, en esos momentos. El dúo de bailarines más famoso de la R.K.O. eran seres terrenales comparados con aquellas estrellas como Clark Gable, Norma Shearer, Robert Taylor o Joan Crawford y un glorioso etcétera, pero todas estas estrellas hubieran matado por aparecer en alguno de aquellos sets en donde Ginger y Fred bailaban, flotaban etéreos...

Continuará.

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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