La figura de Henri de Toulouse-Lautrec es una llena de nostalgia, y su obra -preciosa- parece que intenta hacernos ver que la nuestra es una época horrenda y que los viejos tiempos eran mejores.

Hace poco vi de nuevo Midnight in Paris de Woody Allen y la premisa de la película, que nos explica cómo y por qué creemos que todos los tiempos pasados fueron mejores, me parece una de las razones fundamentales por las que la exposición de carteles de Toulouse-Lautrec está en México: estamos insatisfechos con el presente y queremos volver a una época que con el paso y la distancia de los años ahora nos parece dorada.

El talento y la exploración de los nuevos medios (en aquel entonces los carteles eran un nuevo medio) del francés son indudables, y también es cierto que en nuestro país pocas veces podemos ver esta obra. Pero esa es justamente la razón de mi desasosiego: la mayor parte de lo que hay en la exposición no es "esta obra": son reproducciones.

Si bien es cierto que los carteles son un medio esencialmente pensado para la reproducción, son éstos, de hecho, de los pocos originales que se pueden ver en la exposición; lo demás son copias de dibujos, algunas fotografías de la época y un solo óleo. Se han montado, además, en las dos salas más pequeñas de exposición del Palacio de Bellas Artes por lo que tendría que aceptarse que en realidad es una exposición más o menos modesta, pero la Secretaría de Cultura no tiene esa intención: ya antes montó una gran exposición dedicada a Leonardo y Miguel Ángel en la que los únicos originales eran un par de dibujos, pero la gente abarrotó el lugar, hizo filas por horas, se tiró el fin de semana en medio ver todas esas réplicas, y supongo que se intenta que con esta exposición se pueda llegar a esos números (porque eso es lo que importa, los números.)

Tengo intención de escribir un poco más sobre qué tan importante es realmente ver una obra original o que tan turbio es que instituciones como el Palacio de Bellas Artes no digan que lo que están presentando son reproducciones, copias, falsificaciones o facsímiles, pero de momento he de decir simplemente que vale la pena ver los carteles de Toulouse-Lautrec, pero no emocionarse demasiado, porque al final es probable que no se esté viendo un dibujo de Lautrec, sino una copia hecha por una máquina en algún lado.

El París de Toulouse-Lautrec, impresos y carteles del MoMA

11 de agosto - 27 de noviembre, 2016

MUSEO DEL PALACIO DE BELLAS ARTES

Eje Central esq. Av. Juárez. Centro Histórico. Ciudad de México

***

Gabriela Mosqueda (León, Guanajuato, 1986) es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León con Maestría en Museografía y Gestión de Exposiciones por el Instituto Superior de Arte de Madrid, España. Ha colaborado en museos estatales y federales, galerías y colecciones privadas en Guanajuato y la Ciudad de México, donde actualmente vive y trabaja.

[Ir a la portada de Tachas 169]