Es lo Cotidiano

EL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DEL FRACASO LITERARIO

Benjamin Rust

C.D. Rose (Traducción de José Luis Justes Amador)

Benjamin Rust

Nacido en 1906 en Headingley, un suburbio poco exótico de Leeds, de una familia que no era ni sofocantemente clasemediera ni intrigantemente clase baja, Benjamin Rust fue un niño solitario muy dado a las infecciones de los bronquios y a vagabundear por las bibliotecas. Con unos padres distantes, sin hermanos y con unos compañeros que lo tildaban de ser “un poco raro” desde su primera infancia, Benjamin creció con su imaginación como su mejor amiga.

Su imaginación (a la que le dio el nombre de Azeroth después de haber leído sobre un demonio menor) le llevaba a lugares que hoy no resultarían extrañas para un adolescente. (De hecho, si benjamín hubiera vivido hoy, sería un gran jugador de videojuegos de rol multijugador masivos en línea.) A los trece ya había leído La clave de Salomón, El libro de Thoth y la Mesa Esmaraginda, además de otros muchos textos esotéricos, y de esas lecturas salieron las desapariciones de un gran número de gatos en el vecindario.

De hecho, a semejanza de J. D. ‘Jack’ Ffrench (véase entrada 12), Rust decidió que no era suficiente con usar sus pocas aventuras adolescentes y una lectura profunda de Aleister Crowley como materiales para su ficción, y aunque Azeroth (recuerde el lector su imaginación) era una criatura fértil, Rust decidió que lo que necesitaba era conjurar un demonio por sí mismo, ver lo que pasaba cuando lo soltara en el Leeds suburbano, anotar los resultados.

A pesar de que lo hizo lo mejor que pudo, encontrar una cabra le resultó casi imposible pero al final encontró una que colocó en el pentagrama dibujado con tiza en el suelo de su dormitorio. Después procedió a realizar una serie de procedimientos exactamente como describen antiguos tratados de demonología y grimorios que había consultado, y lo último que cuentan que vieron de él sus vecinos fue arrastrar una oveja por su puerta de entrada a casa. Después de eso, Benjamin Rust nunca volvió a ser visto.

Sus padres no encontraron nada, salvo una marca de fuego en la alfombra, aunque creyeron que podía haber sido causada por una chispa de carbón. Sin embargo, resulta también interesante el hecho de que también hayan desaparecido todos sus escritos.

Nosotros, en el DBFL, no creemos que Benjamin Rust fuese arrastrado hasta uno de los círculos del infierno por un demonio de rango menor, pero que quede como advertencia para los escritores: cuando se juega con la palabra escrita, uno no sabe lo que puede pasar.

[Ir a la portada de Tachas 170]