miércoles. 24.04.2024
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EL DICCIONARIO BIOGRÁFICO DEL FRACASO LITERARIO

Chad Sheehan

C.D. Rose (Traducción de José Luis Justes Amador)

Chad Sheehan

Cuidado con las primeras líneas.

Siempre se dice que un buen principio de un poema o un cuento es fundamental para su éxito, que esa imagen o frase impactante es un anzuelo esencial para atrapar al lector y mantenerlo interesado en el resto del trabajo. Cómo abre una historia, es una promesa que el resto del cuento tiene que cumplir.

Chad Sheehan fue iluminado por una genial primera frase cuando tenía dieciocho años. Poseído por la perfección de la línea que había llegado a su cabeza, salió y se compró un cuaderno de espiral en el que inscribió con todo cuidado ese puñado de palabras y dejó el resto del cuaderno en blanco esperando el momento en el que legara la segunda línea y la tercera y la cuarta y así sucesivamente hasta completar el trabajo, cumpliendo la promesa de la primera línea.

Pero eso nunca ocurrió. Tan pronto como Sheehan escribió su gran primera línea, le llegó otra: el inicio perfecto de otra historia completamente diferente. Sheehan se apresuró, compró otro cuaderno, escribió esta nueva línea en la primera página y ya no pudo continuar. Ya había sido poseído por otra idea totalmente diferente y su consiguiente introducción perfecta.

El proceso continuó, a veces con rapidez, a veces más lentamente, hasta que Sheehan tuvo mil novecientos diecisiete cuadernos, perfectamente ordenados en su departamento, cada uno de ellos esperando ser completado.

Han pasado muchos años desde que la última gran idea le llegó a Sheehan y, a pesar de su insistencia en ser incluido en el DBFL, dudamos al principio ya que la falta de terminar algo no es sinónimo del fracaso. Aunque estuvimos tentados a reproducir alguna de las grandes primeras líneas de Chad Sheehan (muchas de las cuales son impresionantes), no lo haremos y las dejaremos como lo que son, centinelas de aviso para aquellos que temen a la página en blanco.

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