miércoles. 24.04.2024
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Para qué un teatro crítico. Ibsen y Casa de muñecas

Eduardo Celaya Díaz

Para qué un teatro crítico. Ibsen y Casa de muñecas

Al teatro se le ha señalado como el reflejo de la sociedad, de la humanidad, como una pintura en la que podemos reconocer nuestra realidad y entender nuestros errores. Cierto, pero incompleto. El teatro es más que eso (mucho, mucho más.) Si bien el teatro es reflejo del mundo, no se limita a darnos una imagen veraz pero invertida, lo que hace el teatro, en tanto que es arte, es darnos una versión reflexiva de nuestra realidad. No sólo ver lo que somos, sino por qué, cómo, desde cuándo, desde dónde, y sobre todo, nos dice qué es lo que podríamos empezar a mejorar.

Pongamos un ejemplo. Henrik Ibsen publicó en 1879 una de sus más famosas piezas teatrales, Casa de muñecas, que inmediatamente se hizo famosa por su peculiar forma de tratar el tema familiar y el rol de la mujer. Evidentemente, Ibsen no estaba retratando la realidad. Es poco probable que una mujer fuerte y valiente como Nora fuera la norma en una sociedad burguesa en plena expansión capitalista en la Noruega del siglo XIX. Sin embargo, Ibsen hizo algo más que retratar la sociedad, la criticó.

Dejemos sólo por un momento a Ibsen. ¿A qué me refiero con decir que hay una crítica de la sociedad? Criticar, como bien se sabe, no significa señalar errores o deficiencias. Va mucho más allá. La crítica (cuyos orígenes se explorarán en posteriores entradas) se fundamenta en una revisión concienzuda de nuestra realidad contemporánea. Es decir, cuestionar todo. La crítica, por tanto, se refiere a no dar nada por sentado y cuestionar cada uno de los aspectos que damos por hechos, y asumir de esa manera una postura mucho más clara para observar y analizar los aspectos de nuestra vida cotidiana. La crítica, pues, busca encontrar razones y fundamentos de las instituciones con las que convivimos día a día.

De regreso con Ibsen. La crítica que este dramaturgo noruego hace a la familia no es un llamado a la rebelión de todas las mujeres para derrocar al poder androcéntrico. Nada más alejado. Más bien, el autor lo que hace es cuestionar la dinámica de roles que la sociedad burguesa impone a la familia tradicional, es decir, en el caso específico de Nora, la protagonista, su papel como mujer abnegada y obediente, que ha de sufrir en silencio por su esposo y dedicarse, en su papel de mujer acomodada, a disfrutar de su posición. El discurso crítico entonces discurrirá por las siguientes preguntas: ¿qué papel debe tener una mujer en la familia y en la sociedad?, ¿es ése su único objetivo?, ¿una mujer debe involucrarse en asuntos económicos y financieros? Pero más importante, Ibsen cuestiona la función de la mujer para con su esposo, de ahí que el verdadero conflicto de Nora sea sobre la visión que su marido tiene de ella, que la considera sólo una avecilla a la que admirar mientras come almendras dulces.

El rol de madre de Nora también es cuestionado duramente en esta pieza teatral. No sólo son los tres hijos de esta mujer las víctimas de la pieza, sino que son un punto que hace flaquear a Nora. ¿Es ser obediente esposa y correcta madre su papel en la vida? Esta respuesta no la da claramente Ibsen, ya que ahí radica la importancia del teatro crítico. Es el espectador, o el lector, quien ha de tomar esa decisión, pero no tanto respecto a los personajes, sino a su vida misma. He ahí la importancia de un teatro crítico, no sólo en nuestras lecturas, sino en nuestro tiempo de esparcimiento. Por cierto, sólo como una anotación, el título original de la obra es Una casa de muñecas, lo cual habla sobre la posibilidad de una mujer como Nora, no una generalidad.

El teatro es por tanto, sí un reflejo de la humanidad, pero es también una reflexión, una crítica a nuestra propia naturaleza, y una invitación a sopesar nuestras decisiones y actitudes ante la vida y ante los demás. Por esta razón, y por otras más, sólo queda por decir: más teatro crítico, por favor.

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Eduardo Celaya Díaz
(Ciudad de México, 1984) es actor teatral, dramaturgo e historiador. Fundó el grupo de teatro independiente Un Perro Azul. Ha escrito varias piezas teatrales cortas. Silencio, las aves pasan volando, texto cuya segunda escena reprodujimos en exclusiva en Tachas, fue estrenado con elenco femenino en CUSI y con elenco masculino en Rombo Negro, ambos foros independientes de la Ciudad de México.

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