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Reyes de Harlem [III]

Javier Morales i García

Reyes de Harlem [III]

El 11 de mayo de 1937, ante las puertas del Savoy Ballroom, un cuerpo de policía y otro de bomberos intentaban controlar a la multitud que pugnaba por hacerse paso en el club. La leyenda habla de más de 20,000 personas intentando entrar y dentro ya no cabía un alma. Abrió la sesión Benny Goodman y su intervención causo una buena sensación... Pero cuando Chick Webb redobló para dar entrada a su orquesta, el Savoy se vino abajo. La multitud bailaba, aullaba y silbaba y ganaron claramente el duelo. Años después, el genial batería Gene Krupa aun recordaba aquella noche y contaba que Webb le había dejado tumbado, sintiéndose tan pequeño como si fuera un simple principiante.

Al margen de los números más queridos por el público, la orquesta continuó grabando fascinantes instrumentales, si bien la subordinación a los tres minutos por cara de los discos de la época una política comercial de las casas discográficas, motivó que solo en raras ocasiones pudiera aproximarse en el estudio de grabación lo que se podía escuchar en esas confrontaciones musicales – no hay que olvidar que en vivo algunos de los números llegaban a durar más de 20 minutos. En el mes de marzo de 1937, la orquesta de Webb grabó tres de sus éxitos en vivo: "The Naughty Waltz", el gran clásico "Harlem Congo" y "Clap Hands! Here Comes Charley!”

Los tres temas están dominados por el ímpetu baterístico de Webb. Por ejemplo, en el "Harlem Congo", se toma para sí mismo un coro entero, como si fuera un prodigioso solo en un momento en que los solos ni se planteaban. Así que, por lógica, tras Benny Goodman, el próximo rival habría de ser Count Basie con todo y su orquesta. La batalla fue programada para el 18 de enero de 1938, el mismo día en que Goodman haría su histórica aparición en el Carnegie Hall y, sin embargo, el Savoy Ballroom volvió a llenarse hasta la bandera. En esta ocasión las cosas no fueron tan fáciles para Webb y los suyos y fue necesario todo el encanto de Ella Fitzgerald para hacer olvidar a Lester Young y Billie Holiday. Aunque el veredicto popular volvió a ser favorable para Webb, aquella noche quedó claro entre músicos y críticos que una nueva época estaba a punto de empezar.

1938 fue el año de "A Tisket, A Tasket", el mayor éxito de Chick y Ella, y uno de los hitos de la música popular de los siglos pasados. Unos arreglos de Van Alexander y una letra escrita por la misma Ella pusieron el resto. La cancioncilla, tan swingeante como odiosa, vendió miles de discos de su salida en primavera y multiplicó el caché de la orquesta, lo cual tendría consecuencias lamentables…

Otros éxitos de la orquesta en la misma línea fueron canciones como "Oh Johnny, Swingin’ On The Reservation", “The Dipsy Doodle", "Chew, Chew, Chew Your Bubble Gum", "You'll Have To Swing It" y "Vote Mr. Rhythm", además de la igual de hortera segunda parte del "A Tisket… ", es decir "I Found My Yellow Basket". Entre los instrumentales estaba "Spinnin’ The Webb", una expresión traducible como tender la red en alusión al magnetismo de Chick Webb en escena. Otro de los números fuertes en los conciertos era el "Liza, Who Ya' Hunchin’" con la batería muy bien grabada y también el "In The Groove At The Groove", una de las contadas composiciones propias del batería. En varios de estos temas grabados en mayo destaca el extraordinario trompetista Bobby Stark, otro de los misterios que la historia del jazz que resta aún desvelar.

Webb y Ella recorrieron los Estados Unidos y despertaron en todos los públicos tanto entusiasmo como Goodman y Basie. Una sección rítmica enérgica con John Trueheart o Bobby Johnson a la guitarra, Tommy Fullford al piano y John Kirby o Beverly Peer al bajo, propulsa y sostiene a la sección de vientos donde sobre todo el trompeta Taft Jordan y el saxo alto Edgar Sampson, quienes aúllan con sus estilos clásicos y con vigor.

El éxito termino por no ser bueno para la marcha de la orquesta. Incapaz de bajar el ritmo, Chick continuaba apretando la tuerca. En una sola jornada, la orquesta podía hacer un pase en el Savoy, un segundo pase en el Roseland y alguna gala de medianoche en los alrededores de la Gran Manzana. Después de las dos grandes giras por todo el país en un solo año, Chick se sintió indispuesto y tuvo que ser sustituido por John Trueheart en las labores de dirección, mientras Bill Beason se sentaba a la batería. Las intervenciones quirúrgicas a las que Webb tuvo que someterse no hacían sino acentuarle su débil salud.

Moe Gale, que había asumido de nuevo la responsabilidad en la buena marcha de los negocios, consiguió para la orquesta contratos en lugares como el Teatro Paramount o el Hotel Central Park, en Nueva York, siendo la primera banda con sólo músicos negros que pisaba ese escenario.

Chick Webb sintió la necesidad de adecuar el repertorio para hacerlo del gusto de tan selectos auditorios, lo cual le trajo críticas de quienes echaban en falta el espíritu de los primeros años. Se llegó a comentar que frecuentaba en demasía el downtown y que se plegaba a los designios de los jefes y dueños. Por primera vez, parecía como si los habitantes de Harlem se sintieran abandonados por su rey.

C O N T I N U A R Á

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Javier Morales i García (Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse en ecos-de-sociedad.blogspot.com.es. Es obseso de la música y el cine.

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