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La beatitud de los subterráneos [II]

Eduardo D. Aguiñaga

La beatitud de los subterráneos [II]

Otro de los grandes gustos de la generación Beat fue la música. Admiraban y tenían como punto de referencia ese oscuro mundo que el jazz ofrecía, basta con notar el hecho histórico de que “…coincidieron cronológicamente con el nacimiento del be-bop y celebraron a los grandes ‘terroristas del jazz’, como Charlie Parker, en infinidad de poemas y relatos” (según la web Punks Unidos, de Argentina [1].)

El be-bop fue creado con el propósito de tener una gran complejidad tanto para tocarlo, como para poder escucharlo. En aquellos años existían una gran cantidad de músicos blancos que imitaban e inclusive tomaban prestadas (o más bien, robadas) grandes piezas de jazz, muchas veces sólo por estar en una vanguardia superficial. El be-bop, sin embargo, era difícil de imitar y de gustar para los blancos.

A mitad de los años 50, con el be-bop apareció el “boom” del New York Sound (Sonido Neoyorquino de Jazz, nacido desde la mitad de los 40), una música que brindaban grandes maestros como Dizzy Gillespie, Thelonious Monk y el célebre y ya mencionado Charlie Parker. Aún con el propósito que tenía el be-bop, los beats no dejaron de apreciar el jazz y fueron grandes seguidores de ese género, tomándolo como una de sus influencias más fuertes. Según Hebdige:

El Beat y el Hípster, no obstante, empezaron a improvisar sus estilos propios y exclusivos en torno a una forma menos comprometida de jazz: un jazz de abstracción pura que cortocircuitaba lo obvio.

La vestimenta de los beats variaba (entre escritores, observadores-involucrados y los que vinieron después), pero tenían una especie de estereotipo que los hacía identificarse visualmente, como lo menciona Hebdige “…con sus tejanos y sandalias cuidadosamente destrozados, expresaba una relación mágica con una pobreza que para […] los beats […] era como una esencia divina, un estado de gracia, un santuario.”

Algunos de los ideales que tenían los Beatniks siguen siendo llevados como filosofías en muchas de las subculturas actuales, por mencionar algunos (según, de nuevo, la web Punks Unidos):

Sus ideales abogan por un arte como manifestación de las texturas de la conciencia. Su canto a la liberación espiritual derivó hacia una liberación sexual, particularmente homosexual, que hizo de catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros. Llevados por una visión tolerante y no-teísta, un antifascismo cósmico, un eclecticismo... se interesaron por las sustancias psicodélicas como herramientas de conocimiento.

La trascendencia de ésta subcultura a diferencia de los Hípsters, fue el hecho de que los Beatniks lograron emigrar hasta Europa y llegaron convivir con otras subculturas nacidas en la Gran Bretaña (principalmente pero no esencialmente con los Mods y con los Teddy Boys con los que siempre tuvieron cierto y ligero antagonismo.) Respecto a lo anterior, Hebdige menciona que:

…no debería sorprendernos demasiado que sólo la subcultura beat, producto de una sintonía más bien romántica con los negros, sobreviviese la transición de América a Gran Bretaña en los cincuenta.

A finales de los 50 en Inglaterra, los Beatniks ya protagonizaban disturbios contra ciertos grupos de aguerridos Teddy Boys que también tenían problemas con los emigrantes antillanos y con todo mundo.

El Beatnik europeo crecía culturalmente, se interesaba por la vanguardia de la época, como la pintura abstracta, la misma poesía y el existencialismo francés y, daba a conocer su estilo de tolerancia bohemia e ir poco a poco adquiriendo un aire cosmopolita.

Algunos Beatniks ingleses se sumergieron en lo que parecía una estética falsa, vestidos de negro, barba (de ser varones), gafas oscuras, cigarrillo en los labios, y la infaltable beret (boina) sobre la cabeza; algunos otros, como sucedía en EE.UU., usaban una estética más identificada con lo que sería la onda pre-hippie: además de sus jodidas sandalias, ya le habían sumado a su vestimenta las trencas (abrigos de lana.) En Inglaterra, los Beatnik fueron partidarios de la CDN (Campaña Pro Desarme Nuclear), también lograron un verdadero contacto con los negros, esto ocasionado por el intercambio de canutos (cigarrillos mezclados con hachís y tabaco) y el Modern Jazz.

El Beatnik notoriamente tenía un gran legado intelectual debido a su interés exhaustivo por la literatura, la música y la pintura, como lo describe Goldman:

…el Beat fue desde un principio un universitario serio de clase media como Kerouac, asfixiado por las ciudades y su herencia cultural y que quería plantearlo todo para largarse a lugares lejanos y exóticos, donde pudiera vivir como la ‘gente’, escribir, fumar y meditar.

Lo anterior no sé perdió por completo, ni con el trastornó que la subcultura sufrió con el paso de los años ni con su transferencia EE.UU.-Inglaterra, aunque algunos de los miembros fundadores de la generación beat terminaron abruptamente horrorizados con lo que acabaron siendo los Beatniks.

Los beats, aun siendo descritos de la forma en que Goldman lo hace, no pasaron discretos ante la sociedad de la época y fueron tomados ante la misma sociedad en general como el claro ejemplo de “lo que no se debe hacer” y a su vez plantearon su existencia como un enorme peligro moral. Por esto, cabe mencionar que en su nacimiento como subcultura, fue una generación de jóvenes que junto con los Hípsters recibieron, según Dick Hebdige:

“…la hostil acogida de  la América conservadora […] debido a […] la inevitable controversia centrada en los eternos temas de raza, sexo, rebeldía, etc., que rápidamente derivaría en pánico moral […] La convención anual Beatnik en el Festival de Jazz de Newport durante los años cincuenta sirvió como foco de pánico moral…”

Siendo el pánico moral, el principal problema al que siguen enfrentándose las subculturas para relacionarse de forma directa con la sociedad. Sin embargo, los Beatniks pasaron de villanos a héroes, como se mencionó al inicio se les acredita ser los pioneros de la contracultura y fomentarla con sus obras como escritores, ellos fueron, para cerrar con una cita de Luis Eduardo García:

…sin duda alguna, los cronistas de la fugacidad, los poetas del viaje y los precursores de la “V” hippie. Antes que ellos, nadie. Después de ellos todos: los hippies, los flowers power y los undergrounds.

FIN

 

Notas: [1] www.punksunidos.com.ar

***
Eduardo D. Aguiñaga
 (León, Guanajuato, 1984) es arquitecto preocupado (y ocupado) por cuestiones sociales, músico y coleccionista de discos y experiencias. Es pinchadiscos y coeditor del Fanzine del Cerdo Violeta.

La beatitud de los subterráneos fue originalmente escrito en 2008; una primera versión fue publicada en el fanzine La Trampa del Bulevar.

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