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Stanley Kubrick en la Cineteca Nacional

Gabriela Mosqueda

Stanley Kubrick en la Cineteca Nacional

Pocas cosas emocionan a los cinéfilos como poder ver ciertos objetos icónicos de las películas que aman. Ésa es la premisa de esta exposición; una que es cierta.

La obra de Stanley Kubrick es una digna un espacio expositivo. Hay muchos posibles ángulos que abordar sobre ella: su pasión por adaptar libros al cine, el uso de la simetría y los colores, el impecable diseño de sonido en sus películas, la constante crítica -o reflexión- sobre temas de la vida contemporánea, su obsesión por el detalle... Nos fascina la mente creativa de Kubrick, un hombre inteligente, visionario de la cinematografía, famosísimo, amado, admirado y legendario.

Mosqueda, Gabriela - Kubrick en la Cineteca (4)

Ahora: ¿cómo explicar todo lo que Stanley Kubrick hizo y fue? Una forma de hacerlo puede ser una exposición, y si además en ella se pueden incluir elementos de utilería, vestuario y documentación de las películas, mejor que mejor. Es así como entramos a una bastante amplia exposición que trata de abordar en la medida de lo posible -y del espacio asignado para ello- toda la obra cinematográfica de Kubrick, además de sus inicios fotográficos y un proyecto inconcluso que nunca llegó a ver la luz.

La exposición logra su cometido, uno entra y sale muy contento con una sensación de haber visto algo importante, pero el montaje y la gestión tropiezan varias veces durante el recorrido.

Mosqueda, Gabriela - Kubrick en la Cineteca (1)

La Cineteca Nacional, aunque es un espacio precioso con una oferta cinematográfica que difícilmente se puede encontrar en otros lugares, no es un museo. Ésta es apenas la segunda exposición que ha decidido montar, y no tiene todavía la experiencia que se requiere para la gestión y logística de una muestra de esta magnitud –porque se prevén hordas de cinéfilos y filas eternas en la entrada de la galería-. Idealmente saldrá todo bien, y con el largo tiempo que la exposición estará abierta al público habrá oportunidad de recomponer el camino en caso de que se haya construido un poco chueco, pero auguro que habrá unas cuantas decepciones y enojos.

Hay además unos cuantos detalles de montaje que hacen que la muestra por momentos parezca un poco malhecha, aunque no se notan mucho. En un momento de la exposición hay que salir de la sala y subir un piso (no sirve el elevador, así que hay que hacerlo por las escaleras) para ver el espacio dedicado a 2001: Odisea del espacio, otro piso para ver Lolita y uno más para ver la sala de Espartaco, en las que es notorio el menor esfuerzo que se puso en comparación con el resto de las salas. Salir y subir tanto para llegar a ver un storyboard y un vestuario romano de Espartaco resulta bastante anticlimático y tortuoso, y además se debe regresar a la sala original para continuar el recorrido. Quizá haya sido una solución a la falta de espacio pero interrumpe completamente la dinámica, el seguimiento y el ritmo que uno adquiere mientras va recorriendo la exposición.

Si hubiera que sopesar la exposición, resulta que el contenido es mucho más poderoso que los errores tanto de montaje como de logística, así que cuando uno sale de la exposición se siente satisfecho. Esa sensación seguramente hará de la muestra de Stanley Kubrick el Yayoi Kusama de este invierno. Vayan formándose en la fila.

STANLEY KUBRICK, LA EXPOSICIÓN
01 diciembre 2016 - 29 mayo 2017

MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS
Av. México-Coyoacán 389,
Col. Xoco, Ciudad de México.

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Gabriela Mosqueda
(León, Guanajuato, 1986) es licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana León con Maestría en Museografía y Gestión de Exposiciones por el Instituto Superior de Arte de Madrid, España. Ha colaborado en museos estatales y federales, galerías y colecciones privadas, así como publicaciones de arte y diseño en Guanajuato y la Ciudad de México, donde actualmente vive y trabaja.

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