jueves. 18.04.2024
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Rogue One

José Luis Pescador

Me da ternura que los Stormtroopers son tan tontos.
Romina

Aunque hastiados como muchos y decepcionado por la última entrega de Star Wars, acudimos en tropel -en familia dirían algunos- a ver ROGUE ONE, A Star Wars Story. La última entrega, la soporífera The Force Awakens era tan predecible, efectista y tan falta de carisma, que lo que siguiera no podía más que subrayar la elegante decadencia de la gran telenovela que es Star Wars, una saga que sin rubores va de lo épico a lo churro, que tuvo sus fastos y que significa tanto para los fanáticos, como las reliquias de Santo Tomás para los dominicos.

Personalmente pertenezco a esa ínfima minoría de no-fanáticos de Star Wars, dato inútil pero útil para contar que mi punto de vista no es el del convencido sino el del cinéfilo pagano que busca una buena historia antes que solazarse con la saga; Rogue One no promete nada, pero cumple con un buen guion, sin la necesidad de satisfacerle sus fantasias a los fans ni bachear lagunas de las otras películas. La historia es simple, directa. Contar la lucha de un batallón anónimo tiene la misma dimensión épica que las grandes batallas decisivas o las historias de los líderes y héroes emblemáticos de las guerras.

Me entusiasman las historias detrás de las historias principales, esas ramificaciones de Los Otros, como concepto ontológico, que nos llevan a vislumbrar no sólo el lado B, sino el C, D, X, Z de la HISTORIA con mayúsculas. Hay un hilo principal, contado por los vencedores, como en la batalla por Tenochtitlan, contada por Bernal Díaz, pero está la misma historia contada por Fernando de Alva Ixtlilxochitl, o la de los indios Quilmes en la Patagonia.

Incluso obviando la expresión tiesa de Diego Luna que jamás muda de rostro, Rogue One cabalga sobre una historia precisa que bien podría haber sido la primera en contarse, por donde empezó todo, con la metáfora de la esperanza guerrillera contra un imperio todopoderoso que se prepara a dar su último golpe. Imposible no pensar en Guatemala, Nicaragüa o Vietnam, en Rubén Jaramillo o el doctor Mireles. Qué bueno que para tranquilidad del Sistema, la historia comienza diciendo “En algún lugar de una galaxia muy, muy lejana…”, porque si no, correriamos el riesgo de creer que de lo que habla Star Wars es de algo que sucede a la vuelta o, peor aún, aquí mismo, y nos implica fatalmente. Fatalmente nos implica, ya sea que estemos en el lado luminoso, o en el lado oscuro.

Personalmente, prefiero tener de heroína a Madonna, que a Luke Skywalker.

-JLPescador. Dic 2016.

 

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