viernes. 19.04.2024
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THE MIST, DE STEPHEN KING

Monstruos en la niebla

Bernardo Monroy

Monstruos en la niebla

Entre los elementos que componen una historia de terror, no puede faltar la casa embrujada, el cementerio, el pueblo maldito… y por supuesto, la niebla, que induce al peligro y a la incertidumbre, ya sea que la veamos en una pantalla de televisión o cuando vamos conduciendo en plena carretera rumbo a la sierra.

Stephen King, maestro indiscutible de la narrativa moderna de terror, entiende muy bien el sentimiento de inseguridad y miedo que este fenómeno natural inspira, y escribió en 1980 una novela corta titulada, precisamente, “The Mist”. A lo largo de los años se ha convertido en un relato de terror emblemático, que si bien no alcanza el nivel de otras de sus historias, sí es un excelente ejemplo de lo que es su obra.

En estos momentos atravesamos por una sobresaturación de la obra de King: este mes se estrena el remake de “Eso” y hace poco estuvo en cines una adaptación bastante deplorable de lo que el autor considera su opera magna: “La Torre Oscura”. En televisión y servicios de streaming podemos ver “Mr. Mercedes”, más un thriller policiaco que una historia de miedo, y Netflix liberó hace poco la adaptación a serie de “La Niebla”, que se ha quedado como una historia repleta de clichés, y con un éxito tan poco claro como contemplar objetos en medio de la bruma a la que hace alusión, y no saber si son el tentáculo de algún monstruo o una varilla de construcción.

The Mist

“The Mist” vio la luz en 1980, como parte de la antología “Dark forces”, que en su momento recopiló al “dream team” de la literatura de terror de los setenta. La historia es simple: después de una tormenta llega una niebla a un pueblo de Maine. Lo que parece un acontecimiento normal se convierte en una pesadilla pues lleva consigo monstruos amorfos, horrendos, indescriptibles, inenarrables… dignos de Lovecraft, pues.

El protagonista, un pintor llamado David Drayton, va al supermercado con su hijo, y se queda atrapado en medio de la niebla y de los monstruos. Eso es un elemento completamente “kingiano”: lo que parece una actividad normal de cualquier clasemediero, se transforma en una pesadilla de un parpadeo a otro.

Lo aterrador de la novela son dos tipos de monstruos: los sobrenaturales, que van desde criaturas con cientos de tentáculos hasta arañas del tamaño de muebles, y los seres humanos, que durante la crisis muestran su auténtica naturaleza.

Aparentemente, todo es parte de un proyecto del ejército estadounidense, que simplemente se conoce como “Punta de Flecha”. No hay más información al respecto, y es esta ambigüedad lo que inspira miedo.

Entre los monstruos humanos destaca la señora Carmody, representación del estadounidense de clase media cristiano, fanático e intolerante.

La adaptación cinematográfica corrió a cargo de Frank Darabont, y aunque es excelente, no gozó de la fama de otras versiones a cine o televisión del Rey del Terror.

La desafortunada serie

Agosto fue un pésimo mes para Netflix en cuanto a adaptaciones. Por un lado, “Death note” fue despedazada por críticos profesionales y fanáticos por igual, y “The Mist”, aunque fue renovada para una segunda temporada, no despegó.

La adaptación está repleta de personajes clichés: el adolescente gay resentido, la vecina amante de la naturaleza, el policía rudo, el jugador de futbol americano poco inteligente, los blancos ultraderechistas que odian que la maestra de la preparatoria enseñe educación sexual, etcétera.

Tanto la novela como la película arrancan buenos sustos y es una excelente radiografía de la naturaleza humana. La serie no gozó de la misma suerte.

Niebla literaria

No solo Stephen King ha usado la niebla en su obra. Sin duda, se trata de un “plot device” o un elemento argumental aprovechado a lo largo de la historia de la literatura, sobre todo en lo que corresponde al periodo victoriano.

Incluso se han escrito ensayos al respecto, como es el caso de “London Fog: The Biography” de Christine L. Corton y “The Sky of Our Manufacture: The London Fog in British Fiction from Dickens to Woolf” de Jesse Oak Taylor, donde se explica que la bruma londinense es más que un elemento para ambientar un cuento o una novela: es un personaje por sí mismo, un aspecto tan imprescindible de esa ciudad como el calor de la playa.

En “Bleak House” Charles Dickens, la niebla toma un papel principal, al igual que en “Our mutual friend”, cuando el autor la describe:

“…grey, whereas in London it was at about the boundary line, dark yellow, and a little within it brown, and then browner, and then browner, until at the heart of the City … it was rusty-black.”

En “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” la niebla es la principal cortina para que el alter ego del reputado doctor cometa sus crímenes, y en las historias de Sherlock Holmes, concretamente en “Los planos del Bruce-Partington”, forma parte esencial de la narración.

En palabras del tío Stephen

En el epílogo de “Skeleton crew” libro de cuentos de King que recopila de nuevo “The Mist”, King recuerda que la inspiración para su historia nació cuando iba a hacer el súper, y se imaginó qué pasaría si un pterodáctilo entrara a la tienda y pasara destrozando los pasillos y tirándolo todo.

 “The Mist” tiene, como muchas novelas de terror, una inspiración real, pues los personajes recuerdan la gran tormenta de 1888 que asoló a Estados Unidos, paralizando toda su Costa Oeste, causando 400 muertes y provocando daños de más de 25 millones de dólares.

En el epílogo antes citado, King reconoce que su historia es bastante morbosa, y recomienda recibirla como en el autocinema en los años sesenta: “es algo para ver en blanco y negro, con el brazo sobre el hombro de tu amiga o tu amigo y un gran altavoz asomando por la ventanilla del coche… la otra película de la sesión doble ya es cosa tuya”.

En ese sentido, la serie “The Mist” sí es bastante cumplidora.

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