jueves. 18.04.2024
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Festival Aural 2017 [I]

Fernando Cuevas

Festival Aural 2017 [I]

Regresa esta gran celebración musical a nuestro país con invitados de Canadá, Italia, Noruega, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Austria, además de artistas locales. Demos un breve recorrido por algunos de los participantes de la fiesta sonora que transcurre por rutas estéticas menos habituales de las acostumbradas. Para empezar, un par de grupos formados a mediados de los años noventa, con la energía bien enfocada hacia la creación de escenarios de creciente intensidad.

Banda en protesta

Tomando su nombre de un documental japonés que seguía las correrías de una banda de motociclistas, Godspeed You! Black Emperor se formó en Montreal a mediados de los noventa con formato de trío (Efrim Menuck, Mauro Pezzente y Mike Moya), si bien la alineación ha cambiado según las necesidades sonoras del momento. Como carta de presentación, grabaron un casete de distribución limitada, All Lights Fucked on the Hairy Amp Drooling (1995), en el que empezaron a sentar las bases de su propuesta, entre mantenerse tras las bambalinas mediáticas y expandir emotivos y oscuros paisajes de intrincada instrumentación con actitud marcadamente política.

Ya vueltos una multitud, firmaron FA♯∞ (1997), editado por la disquera Kranky un año después y en donde confirmaron su mensaje contestatario cargado de anarquía, con todo y el arte visual en blanco y negro que caracteriza a la mayor parte de sus producciones. El disco se integra por tres largos cortes divididos en capítulos donde conviven cuerdas brumosas, guitarras profundas por momentos apacibles, rítmica de diversa velocidad, metales esporádicos, ruidos ambientales de máquinas sangrantes y discursos antigobiernistas. Por su parte, el EP Slow Riot for New Zero Kanada (1999) amplió el rango de reconocimiento, aunque ellos seguían apartados de los reflectores, congruentes con su propuesta ideológica.

Para iniciar el nuevo milenio, entregaron el contundente Lift Your Skinny Fists Like Antennas to Heaven (2000), acaso su mejor obra, en la que pareciera enfatizarse la orfandad del individuo frente a los poderes fácticos, capaces de cortarte las manos para poder manipularte con más facilidad; musicalmente, la complejidad de las estructuras y la compenetración de los distintos y por momentos contrastantes instrumentos, produjeron intensas atmósferas de alcance envolvente, tanto en la generación de cierta sensación apesadumbrada como de discreta esperanza. Esta etapa cerraría con Yanqui U. X. O. (2002), moviendo de lugar el signo de admiración de su nombre y capturando bombas por explotar apenas contenidas, tal como su música.

Durante los años siguientes, algunos de los miembros del colectivo trabajaron en otros proyectos como el notable A Silver Mt. Zion, Fly Pan Am y Set Fire to Flames. Se volvieron a juntar para un tour en el 2010 y después, con algunos cambios de personal pero conservando el núcleo y los circuitos de antaño, produjeron ‘Allelujah! Don’t Bend! Ascend! (2012), regreso que los mostró en su mejor forma, con la capacidad expansiva intacta, la experiencia bien asimilada y la mirada crítica más afilada que nunca, apuntando hacia un mundo convulso que no termina por estar en paz.

A partir de una mayor presencia de drones, muy acordes con la apuesta armónica, confirmaron su decisión de volver con Asunder, Sweet and Other Distress’ (2015), en la línea de su predecesor. A finales de este mes aparecerá su nuevo disco, titulado significativamente Luciferian Towers (2017). En vivo, al igual que en algunas de sus producciones, se han destacado por el uso de proyecciones visuales que acompañan las piezas, interpretadas con espíritu de convencimiento y notable ensamblaje de los múltiples componentes sonoros.

Fantasías tribales del Dúo Dinámico

El dueto de Providence Rhode Island conocido como Lightning Bolt, se formó en 1995 aunque entregó su primer largo cuatro años después, ya muy bien aderezado y todavía humeante: el hómonimo Lightning Bolt (1999). Los tocayos Brian, Gibson y Chippendale atacando el bajo y la batería respectivamente, desplegaban una fusión de noise, free jazz y experimentación para que Hisham Baroocha completara los rituales con sus vocalizaciones, sustituidas por el propio Chippendale en adelante, empezando por Ride the Skies (2001), segundo álbum en el que en efecto nos ponían por encima de los cielos del silencio.

Ya bien ensamblados, nos llevaron a fieros niveles de percepeción multicolor en el macizo Wonderful Rainbow (2003), quizá su obra más importante a la fecha, seguido por el vigorizante y producido a media cocción Hypermagic Mountain (2005), como para seguir por este mágico y misterioso tour de vehemencia a prueba de cansancio: con este par de álbumes, el dueto se constituyó como un de los actos esenciales del noise postmilenario. Earthly Delights (2009) continuó con la apuesta de duro y a la cabeza, mostrando al dueto todavía en buena condición muscular.

Posterior a Oblivion Hunter (2012), álbum corto que integró algunos cortes de la sesión del 2008, buscando capturar la espontaneidad del dúo dinámico, presentaron después de seis años de no grabar nuevas piezas la obra Fantasy Empire (2015), a partir de una intensa y acaso más prístina interacción entre el bajo y la batería, aprovechando la probada conjunción para establecer diálogos largamente efusivos y a prueba de velocímetros, apoyada por algunos aditamentos orientados a fortalecer su consabido noise.

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