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Roscoe Mitchell: Desde la ciudad de los vientos experimentales

Fernando Cuevas

Roscoe Mitchell
Roscoe Mitchell
Roscoe Mitchell: Desde la ciudad de los vientos experimentales

Recibió con los pulmones abiertos la influencia de grandes como Coltrane, Coleman y Ayler, con quien participó en su banda, para insertarse a la camada de excursionistas como Braxton, Jarman y Threadgill, navegando por las aguas del jazz y la música clásica contemporánea, específicamente el avant-garde, para arribar a tierras donde las estructuras y formas se metamorfosean constantemente y se funden con una improvisación sustentada en una sensibilidad expansiva. En sentido colectivo, ha creado diversas asociaciones para fomentar el crecimiento y consolidación de la manifestación musical.

Jugando con los tiempos e intervalos a partir de un espíritu que privilegia la espontaneidad, el saxofonista y ejecutante de lo que le pongan enfrente, básicamente el saxofón como símbolo inequívoco del jazz, Roscoe Mitchell (Chicago, 1941) se ha convertido en toda una institución, por paradójico que parezca, de la renovación del jazz y sus contornos, justo donde habitan la atonalidad, el free y otras propuestas disruptivas. Por supuesto, se incorporó a la venerable Association for the Advancement of Creative Musicians (AACM), organización clave en el desarrollo del jazz de avanzada.

Después de entrar al mundo del Bop y aprender tanto del mencionado Ayler como del compositor y pianista Muhal Richard Abrams, debutó justamente bajo el cobijo del ensamble en formato de sexteto con el ahora clásico Sounds (1966), toda una aventura sonora en la que ya visitaba parajes espesos que se abrían a espacios de mayor nitidez, estrujando el saxo alto y el clarinete hasta obtener sonidos imposibles, de timbres envolventes, sostenidos en una base rítmica igual de impredecible y en la combinación del chelo, el trombón y la presencia del propio Bowie, trompeta, armónica y fiscorno en la punta de la lengua, por supuesto armando un circo de tres pistas.

Ahí está su decisiva participación en la conformación del Art Ensemble of Chicago, esencial colectivo de renovadores ente quienes se encontraban Lester Bowie, trompetista de excepción y que ha producido una gran y pujante cantidad de discos: Selected Recordings (ECM, 2002) puede ser un buen inicio. Después de firmar Congliptious (1968), enclavado en el free jazz, formó el Creative Arts Collective en los años setenta, década en la que se mantuvo activo vía resonantes obras como Solo Saxophone Concerts (1974), Quartet (1975), el doble Nonaah (1977), junto con la pandilla conocida y Sketches From Bamboo (1979).

En la década de los ochenta, además de su incansable labor colectiva en la AACM y en el famoso ensamble, empezó a saxofón batiente con Snurdy McGurdy and Her Dancin' Shoes (1981), al que le seguirían de manera inmediata 3 x 4 Eye (1981) y More Cutouts (1981); para darle continuidad a sus ideas con respecto a las posibilidades de los ensambles con énfasis percusiva, se aventuró con Roscoe Mitchell and the Sound and Space Ensembles (1983), An Interesting Breakfast Conversation (1984) y The Flow of Things (1986), cerrando estos años con memorables trabajos en vivo.

Las campanas que vienen del sur

En los años noventa, participó con intérpretes clásicos y conformó el grupo Nine Factory para seguir explorando sonidos diversos en la frontera de la música contemporánea y el jazz, a partir de estructuras oblicuas e innovadoras, como se advierte en This Dance Is for Steve McCall (1993), Nine to Get Ready (1999) y Song for my Sister (2002), entrando al nuevo milenio con la fuerza suficiente para crear texturas desafiantes. Por otra parte se desenvolvió en formatos tradicionales como el trío, a través del cual presentó los dialógicos The Day and the Night (1996), Solo 3 (2004) y el doble No Side Effects (2006), en compañía del intenso chelo de Harrison Bankhead y la dislocada batería de Vincent Davis.

Lejos de tomarse un respiro, en años recientes ha mantenido intensa actividad, tocando con los colegas de antaño y con otras figuras centrales de la escena como el baterista experimental Tyshawn Sorey y el trompetista Ragin (Duets, 2013); Pauline Oliveros, John Tilbury, y Wadada Leo Smith (Nessuno, 2014) y con viejos conocidos como Jack DeJohnette, el pianista Muhal Richard Abrams, el bajista Larry Gray y su colega Henry Threadgill (Made in Chicago, 2013). Como quinteto, destaca Turn (2005), con la presencia del pianista Craig Taborn, con quien produjo los retadores Conversations I y II (2014).

Atendiendo una comisión del Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y bajo el prestigioso sello ECM, con el cual ya había grabado, presentó Bells for the South Side (2017), ecléctica y ambiciosa obra en vivo que captura en dos discos el trabajo desarrollado con cuatro tríos, cada uno con características distintas, en función de las intenciones y habilidades de los colegas participantes. El resultado es una de las obras clave del jazz del año, en la que se integran pasajes de hermosa abstracción con otros de alcance orgánico. Discussions (2017), recién salido del horno, no hace sino confirmar los principios artísticos y didácticos que el gran saxofonista de Chicago ha cimentado a lo largo de 50 años de desafiar y trastocar el ambiente con vientos de cambio.

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