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Los discos del 2017 [I]: Alma de mujer por siempre femenina

Fernando Cuevas

Sharon Jones
Sharon Jones
Los discos del 2017 [I]: Alma de mujer por siempre femenina

Iniciamos el recorrido auditivo por algunos de los discos que se editaron en el 2017 y que nos acompañaron en los momentos vividos.

Desde las raíces

Rhiannon Giddens grabó el espléndido Freedom Highway, inmejorable camino para recorrer la música de raíces a partir de un trío de versiones y composiciones propias que denotan profundo conocimiento de los vericuetos que implican los géneros tradicionales. Con The Navigator, su mejor disco a la fecha, inspirado en Bowie y de tono juguetonamente autobiográfico, Hurray for the Riff Raff, proyecto de la descendiente boricua Alynda Segarra, amplía su habitual country con aderezos funk: el grito callejero de “fierro viejo que vendan” nunca había sonado de manera tan significativa.

Con su portentosa voz secundada por orquestaciones multigénero acordes a la fuerza exigida, Eliza Carthy & The Wayward Band produjo Big Machine. Cual efusivo testamento, Sharon Jones & The Dap Kings entregó su espíritu en Soul of a Woman, elevándose en definitiva al cielo acompañada de celebratorios coros llenos de negritud. Joan Shelley toma su guitarra acústica y con la sapiencia que dan los años reflexiona sobre las necesidades, deseos y querencias en el ídem Joan Shelley, con el apoyo de Jeff Tweedy

La maliense Oumou Sangaré regresó a la escena tras largos ocho años con Mogoya, recordando raíces ancestrales con el necesario aditamento rockero de modernidad, en tanto la reconocida actriz francesa Charlotte Gainsbourg buscó exorcizar pérdidas a través del paradójico Rest, empapado con el dramatismo del caso pero con un sintetizador que mantiene la dinámica en activo; también desde el país galo, Colleen se inclinó también por los teclados electrónicos para grabar A Flame My Love, A Frecuency, recorriendo con sutileza los temas que a todos nos ocupan, en particular cuando se viven tiempos convulsos.

Sustentantes

En Masseduction, sexto disco firmando como St. Vincent, la texana Annie Clark apuntala sus elaboradas canciones, ahora lanzando sus dardos alrededor del control y el poder de seducción, bien escondidos bajo rostros imperturbables que parecen no temer al futuro, como en Modern Kosmology de la oriunda de Manchester Jean Weaver, haciéndose cargo de casi toda la instrumentación para dibujar un firmamento con luces ensoñadoras acechadas por cometas roqueros de inesperada aparición. Laura Marling se confirma como una compositora de altos vuelos con Semper Femina, folk de cantautora que transmite intensidad y reflexividad por partes iguales, entre cuerdas que se resisten a la quietud: mi disco femenino favorito del año.

Cuartas entregas: Jesca Hoop produjo el simuladamente delicado Memories Are Now, en el que trae con valentía e ironía el pasado, a partir de un mayor refinamiento de su artpop, mientras que Waxahatchee, nombre artístico de Katie Cructhfield, produjo el roquero y pausado Out In the Storm, combinando enfoques personales con temas globales en letras de largo alcance, ideales para sobrevivir el vendaval o en la calma que precede a la tormenta. Tras una larga pausa, maternidad incluida, la canadiense Feist vuelve al ruedo con una saludable combinación de rock desafiante y estética de cantautora en Pleasure, su séptimo disco.

Desde Toronto, el proyecto Weather Station de Tamara Lindeman provoca sensaciones climáticas múltiples con su poético folk en pleno encuentro con acentos roqueros, vía el homónimo Weather Station, y EMA analiza la situación social y de marginación con espíritu rabiosamente crítico y lances de electrónica intervenida en Exile In the Outer Ring, en contraste con el delicioso sabor retro, desde la portada hasta los arreglos, que Nicole Atkins propone en Goodnight Rhonda Lee. En su tercer lance, titulado Three Futures, la nacida en Georgia Mckenzie Scott, mejor conocida como Torres, posibilita cauces de relaciones que cobran vida en realidades paralelas todavía inexistentes, entre incursiones roqueras y sonidos digitales.

En su sexto disco, el emocional y vibrante Okovi, la originaria de Phoenix Nika Daniolva, conocida en el medio como Zola Jesus, entreveró coros desde el horizonte con una electrónica que quiere resurgir del subsuelo, mientras que la noruega Susanne Sundfør nos regala un poco de calma desde el frío, vía un folk pastoral con Music For People in Trouble, sexto disco en el que anuncia los sonidos de la guerra, aunque también nos canta alguna historia para dormir en paz, con una voz tan nítida como el paisaje nevado. Lana Del Rey tituló paradójicamente Lust for Life a su disco, en contraste con el homónimo de Iggy Pop: se mantienen los medios tiempos y las orquestaciones contenidas, con la presencia de la gran Stevie Nicks, entre otros invitados.

Invasiones a Utopía

Porque el futuro es para siempre, Björk nos anuncia, con el invaluable soporte del colega Arca, la posibilidad de imaginar un mundo informatizado pero profundamente real en Utopia, lugar donde las cuerdas, los alientos, las aves nacientes y formas extrañamente bellas y coloridas te envuelven en melodías inciertas. En su decimoquinta obra y tras 25 años en el camino, Tori Amos refuerza su inspiración compositiva a partir de esa dualidad expresada en el título mismo: Native Invader es político e íntimo, efusivo y reflexivo, enérgico y frágil.

La ex Yazoo Alison Moyet regresó tras cuatro años de silencio con Other, conservando el synthpop ochentero pero actualizándolo a los tiempos que corren, todavía con el reconocible poder en la vocal, que retumbaba en nuestras orejas juveniles. Y la ex ‘Til Tuesday Aime Mann confirma su estatus de cantautora llena de recursos estilísticos y agudo sentido melódico con Mental Illness, buscando dejar de ser el paciente cero y encontrar cierta cordura, de preferencia en pequeñas dosis, para no perder el encanto.

Exploradoras

A 35 años de su debut, la californiana de cuatro octavos de rango Diamanda Galás, sigue alterándonos con sus vocalizaciones en All the Way, integrado por versiones de reconocidas piezas del jazz, folk y pop que aquí adquieren dimensiones inquietantes; además, produjo el mortuorio At Saint Thomas the Apostle Harlem, incluyendo poemas de Pavese y Freiligrath, junto a reformulaciones inesperadas. La china asentada en Berlín Pan Diajin, grabó el arriesgadísimo Lack, entre un tecno intenso y lamentos angustiosos, también escuchados en Contact, tercer álbum de Pharmakon (Margaret Chardle), la radical artista neoyorkina interesada en la naturaleza de la carne, ahora insertando drones amenazantes frente a gritos que buscan liberación somática.

En Halo, la argentina Juana Molina propone un conjunto de lúdicos hechizos y conjuros con sabor latinoamericano insertado en un actualizado folk universal, si ello es posible, del que es difícil salir indemne. Hand In Hand es el sexto disco de la parisina Félicia Atkinson, propensa al desarrollo de arte visual, en el que encuentra inspiración para sus letras en los escritores Philip K. Dick y J. G. Ballard, recitadas sobre una electrónica cauta y minimal. La mitad carnal de The Knife, la sueca Karin Dreijer, vuelve con su proyecto solista Fever Ray tras ocho años y nos trae el ligeramente más luminoso Plunge, con ese peculiar e inteligente uso de los recursos electrónicos para crear atmósferas engañosamente plácidas.

Laurel Halo regresa a la interacción entre vocalizaciones entrecortadas y beats interruptores en Dust, enlazando participaciones de algún sax tenor, el vibráfono y hasta el chelo cortesía de Julia Holter, bien envueltos por un aliento percusivo. Kaitlyn Aurelia Smith se vuelve mujer orquesta y despliega una electrónica sideral del ciclo de vida con toques orquestales y mundos posibles en The Kid, como para reconocer esa infancia que permanece hasta la vejez, en tanto Karen Gwyer gusta de provocarnos desconcierto con sus bytes de Rembo: no sabemos si salir a la pista o regresarnos disimuladamente a la escucha personal.

Debuts

La galesa Kelly Lee Owens despliega una delicadeza espectral en lógica downtempo con tintes de dream pop en el ídem Kelly Lee Owens, debut de completo enfoque personal. Bedouine es el proyecto de Azniv Korkejian, nacida en Siria, crecida en Arabia Saudita y asentada en Los Ángeles, donde preparó su homónimo Bedouine, cargado de sincretismo cultural anclado en un folk que derriba fronteras entre oriente y occidente; se presentó también The Big Moon, cuarteto londinense que nos lleva al rock de finales del siglo XX a través de un encendido viaje en Love in the 4th Dimension. en clave de sentido folkrock, la angelina Phoebe Bridges nos obsequió Strangers in the Alps, mostrando diversas referencias para ir encontrando su sitio en la aglomerada escena musical del género.

Tres felices y prometedores tríos: formado en Londres, de Girl Ray fue una de las revelaciones del año con Earl Gray, imbricando con soltura espíritu indie, folk y un dejo de sicodelia apenas perceptible; por su parte, MUNA aprovecha con habilidad los vericuetos efusivos y  afectivos del pop que se reconoce pronto en About U, para acompañar el desenfado y L. A. Witch, derrochando feminidad expresada sin demasiados filtros, se presentó en sociedad rockeando sin complejos y recordando por momentos el dark noventero con el homónimo L. A. Witch. La oriunda de Alabama Allison Crutchfield, gemela de la bien conocida Katie (a. k. a. Waxahatchee), se presenta de manera solista con Tourist in This Town, indiepop que mira a un difícil pasado por encima del hombro.

Un trío de discos en el terreno de las músicas negras: SZA incursionó con seguridad en los terrenos del soul postmilenario a través de CTRL, esperada primera entrega después de algunos atractivos escarceos, en tanto Kelela, en efecto nos llevó a otro sitio del R&B contemporáneo con Take Me Apart, obra confeccionada con el detalle que exige su sensual orientación. Para complementar el triángulo, Kehlani definió su propuesta desde el título mismo de su disco: SweetSexySavage. La camerunesa llegada a Nueva York Laetita Tamko, apenas a mitades de la veintena de años, firmó con el nombre de Vagabon el emotivo y revulsivo Infinite Worlds, dándole la vuelta al mundo en 8 canciones y Karima Walter apuesta por la sutileza folk casi vaporosa de guitarras efímeras en Hands In Our Names.

Opus 2

En The Order of Time, su consolidada segunda obra, Valerie June acentúa los acentos bluseros a su entramado folk de letrística sureña, instalándose en la memoria gracias a canciones con las raíces bien puestas. A la libanesa Yasmine Hamdam la vimos en Sólo los amantes sobreviven, de Jarmusch, y ahora entrega Al Jamilat, buceando en la belleza más allá de las fronteras, como las gemelas franco-cubanas conocidas como Ibeyi, entregando Ash con el claro mensaje del poder femenino, incorporando invitados de peso jazzero como Kamashi Washington. La rapera de Carolina del Norte conocida como Rapsody, produjo Laila’s Wisdom con una nutrida cantidad de invitados notables que transitan por las rimas y sonidos de ecléctica manufactura.

De Nueva Zelanda: Lorde, que bien podría habitar la Tierra Media de Tolkien, entregó el brillante Melodrama, una joya pop que recorre sentimientos femeninos de juventudes a punto de transformarse en una extraviada adultez: la vida es un drama que se puede componer. De aquellas mismas y lejanas tierras, Aldous Harding invita con voz intrincada a movernos entre un ambiente dark pero de libro abierto en Party, título cargado de ironía, y Nadia Reid nos regaló el reflexivo Preservation, discurriendo entre un folkpop con indicativas letras sobre el mantenimiento y la búsqueda.

Julien Baker, navegando entre el indie pop y la canción de autora, grabó Turn Out the Lights, sin necesidad de intermediarios, mientras que Julie Byrne continuó aventurándose por la melancolía en Not Even Happiness, enclavado en un folkpop de calladas posturas. Por su parte, Angaleena Presley abre las compuertas del country para dar entrada a modernidades que lo nutren en Wrangled, eso sí, buscando la continuidad del género con mente abierta sin perder esencia, como lo hace Margo Price, tomando la estafeta country con espíritu actualizador y dándose tiempo para la perspectiva de crítica social en All American Made.

Jerrilyn Patton, conocida como Jlin, nos vuelve a colocar en esa posición selvática donde es imposible dejar quietos los pies con Black Origami, uno de los grandes álbumes del año, aderezado por ese elefante que en cualquier momento va a cobrar vida para soltar su barritada convocante a integrarnos a la tribu. Melina Duterte, conocida como Jay Som, entregó el integrativo Everybody Works, que recorre con soltura el dream pop, mientras que Japanese Breakfast, empresa de Michelle Zauner, amplió el radar con un consistente y vivificador indie de sensibilidades al filo de la mañana con Soft Sounds From Another Planet.

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