miércoles. 24.04.2024
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FUMADORES [V]

Jaime Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma
Jaime Gil de Biedma
Jaime Gil de Biedma

Esta fotografía, tomada por Colita en la biblioteca del poeta en 1969, es la que utilizó la editorial Circe como portada de la biografía del autor de “Pandémica y Celeste” escrita por Miguel Dalmau. Hay otras muchas más instantáneas de aquel día, pero ésta es la única en la que el poeta aparece fumando. La he visto muchas veces y siempre he pensado que sólo podría tener un pie de foto, una frase entrecomillada del propio Gil de Biedma: “Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema”.

En la fotografía, Gil de Biedma parece todo aquello que fue.  En su mirada, de ojos entrecerrados, diagonal, está el seductor del que hablaban sus amigos. En el gesto sutil de la mano que acerca el cigarro está la elegancia inglesa de su formación y su querencia. En el cabello corto y que no oculta la incipiente calvicie está el hacer de los defectos propios salvación, como en los dos poemas dedicados a sí mismo. En la biblioteca a sus espaldas, de la que no es posible intuir los títulos, están el orden y la amplísima cultura. Lo único que falta en esta fotografía es un indicativo de la verdadera, más allá del título de abogado, profesión del retratado.

Nada en esta fotografía parece encajar en los reproches que le hacían sus editores y sus amigos más íntimos “de que no llegara hasta donde tenía la obligación de llegar, […] que malgastara su talento, que perdiera el tiempo en naderías, que maltratara tanto su precaria salud con el alcohol y con el tabaco”. En esa imagen de alguien satisfecho, muy satisfecho consigo mismo, no aparece ese otro, el  “pelmazo, embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes, zángano de colmena, inútil, cacaseno” que describiera en un poema significativamente titulado “Contra Jaime Gil de Biedma”.

Parece una contradicción que nada de ese Gil de Biedma, el depresivo, el autodestructivo, el negativo, esté en una fotografía tan íntima. Parece que algo de esa “innoble servidumbre de amar seres humanos, / y la más innoble / que es amarse a sí mismo” debería haber aparecido aquí y no lo hace. Parece que Biedma era no quien era sino aquel que otros querían que fuera. Parece que Biedma, aunque no devoto de poeta portugués, aplica en este retrato el dictum pessoano de que el poeta es un fingidor.

Parece pues, en la impecabilidad de sus detalles, que esta fotografía es un poema antes que el retrato de un poeta. Esta fotografía es más una mentira orquestada para decir la verdad que un retrato sincero y exacto. Esta fotografía es, sobre todo, un nuevo intento de Jaime Gil de Biedma de explicar verdades universales inexplicables con su propia vida, con su propio ejemplo. El poeta ha cumplido su deseo más íntimo, ser poema.

A Gil de Biedma le gustaría saber que su antiguo lugar de trabajo, la Compañía General de Tabacos de Filipinas, en La Rambla 109, es ahora un hotel de lujo.

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