Es lo Cotidiano

FUMADORES [VIII]

Jóvenes anónimas

José Luis Justes Amador

Fumadoras, Duke University - News Dog Media
Fumadoras, Duke University - News Dog Media
Jóvenes anónimas

La fotografía es de finales del siglo XIX o de principios de siglo XX. Las muchachas no deben tener más de veinte años, lo que en aquella época las hacía ya adultas, casi adultas. No tenían derecho a casi nada: ni a votar, ni a elegir con quién casarse, ni a decidir sobre su cuerpo. Y, sin embargo, tenían derecho a fumar. Cuando fumar todavía no era casi un delito sino un acto de gran significación social.

Cualquiera que haya leído una novela inglesa del siglo XIX estará familiarizado con la escena. Una vez terminada la cena los hombres ser retiran a una sala a compartir, no el pan y la sal, sino el brandy y los cigarros. Las mujeres se quedaban en otra sala. O, simplemente, se iban a dormir. Fumar a finales del siglo XIX se convirtió entonces en uno de los pocos actos de rebeldía práctica que el género femenino podía utilizar. Fue así, como afirmación de poder, de igualdad, que las mujeres comenzaron a fumar.

Las tres jóvenes no deben tener más de dieciocho años. Por su ropa, elegante pero no especialmente fancy, se puede deducir que no son de clase alta pero tampoco pobres de solemnidad. Parecen vestidas, por así decirlo, de domingo. Puede que sean trabajadoras manuales o estén a punto de serlo. Probablemente hace pocos años se haya aprobado la legislación que impide el trabajo el domingo. Lo más seguro es que hayan salido a recorrer la ciudad y disfrutar de un descanso probablemente merecido. El fotógrafo de nombre desconocido les ha pedido que posen para él.

Los cigarrillos, en las manos o en las bocas, quedan justo al centro de la fotografía, como si fuese más importante lo que están haciendo que quienes son. Lo importante, parece decirnos el encuadre de la instantánea, es que están fumando. Como esparcimiento o como rebeldía, como gesto de compañerismo o como celebración de un día de fiesta. El motivo es lo de menos.

Cada una reacciona, sin embargo, de manera diferente. Cada una mira a la cámara de manera diferente. Es la misma acción aunque en cada rostro parece haber una emoción, una reacción, diferente. Una sonríe, satisfecha de sí misma parece. Tal vez haya recibido una buena noticia o, simplemente, esté disfrutando con plenitud de su, supongo, bien merecido cigarrillo. Otra, a la derecha del espectador, mira con asombro y directamente a la cámara, al fotógrafo como, podemos pensar, si hubiera sido pillada in fraganti. La tercera de las muchachas, a la izquierda, está mirando, seria, a las otras dos. Seria pero no enfadada como si estuviera pensando en lo importante de estar juntas ese día. Y las tres estaban fumando antes de que el fotógrafo disparara y lo seguirán haciendo en cuanto terminen de posar.

Han pasado muchos años desde que se tomó esta fotografía. Y hay, a pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio, algo familiar en la fotografía, algo difícil de nombrar pero mucho más sencillo de reconocer. Podría haber estado hecha ayer o mañana. Probablemente alguien se esté tomando una fotografía muy semejante a esta o esté a punto de apretar el botón de compartir en alguna red social.

Los tiempos están cambiando, cantaba Bob Dylan en 1964. Puede sea verdad, que los tiempos están cambiando. Siempre. Pero hay cosas que siempre permanecen. La rebeldía adolescente con un cigarro en los labios es una de ellas.

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