martes. 23.04.2024
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No soy Superman

Chema Rosas

Lego, Superman
Superman, versión Lego
No soy Superman

Cuando era niño, uno de mis juguetes favoritos era una capa de Superman. Estaba hecha con plástico barato y se rompía fácilmente, pero era roja y tenía una “S” impresa en amarillo. En cuanto me la ponía adquiría súper fuerza, aventaba rayos por los ojos y era capaz de volar. Todos conocemos la historia del niño que se puso una capa de Superman, subió a la azotea y se arrojó para terminar convertido en calcomanía en la banqueta, y en el ejemplo que ponen las mamás de lo que no se debe hacer, por lo que decidí probar mis poderes desde la litera de arriba hasta un colchón en el piso. No terminé hecho calcomanía, pero caí de cabeza y desde entonces me truena el cuello.

A pesar de ello, cuando pasó mi fase de Superman llegó la de He-Man, luego los Cazafantasmas, Indiana Jones, Tortugas Ninja, Wolverine… siempre quise ser un héroe y luchar por la justicia del lado de “los buenos” y derrotar a “los malos”. Las caricaturas y películas de ese entonces estaban diseñadas para que sintiera empatía con los héroes y odiara a los villanos y todo lo que representaban.  Supongo que la idea era transmitir a nuestras pequeñas mentes en formación los valores deseables de amistad, honor y justicia por encima del egoísmo prepotencia y ambición (y si podían vender unas cuantas loncheras, termos, cajas de cereal y calcomanías en el proceso, pues qué mejor).

De aquello hace ya muchos años y parece que dejó de funcionar eso de que los buenos fueran buenos y los malos, malos. Ahora es común que se cuenten las mismas historias, pero desde la perspectiva de los villanos, como la película donde Maléfica es traicionada por un príncipe malvado que le corta las alas. O un libro de John Scieszka en el que lo único que quiere el lobo feroz es pedirles a los tres cochinitos una taza de azúcar, pero tiene gripa y sin querer destruye sus casas.

Y es que, visto en retrospectiva, la mayoría de los héroes de mi infancia resultan ser unos patanes obtusos, abusivos y prejuiciosos. En la mayoría de los casos “los malos” son gente común que hace lo que cree correcto y toma decisiones desafortunadas:

Lex Luthor, un ser humano adinerado y ambicioso que disfruta tener poder sobre los demás, como cualquier egresado del Tec de Monterrey. Encuentra que hay un alienígena con cabello envidiable, capaz de destruir el planeta con súper poderes. Él sólo tiene dinero, intelecto y contactos criminales, pero hará todo para detener la amenaza.

Skeletor, desde que era chico, sólo quería ser tan fuerte como su hermano, el rey Randor de Eternia. Descubrió su talento como hechicero y experimentó con las artes oscuras para defender a su gente de una invasión. Cometió errores, pero las respuestas que siempre ha estado buscando se encuentran encerradas en un castillo custodiado por el musculoso y bien parecido hijo del mismo hombre que le arrancó la piel del rostro y lo condenó a ver un cráneo tenebroso cada vez que se mira al espejo.

Los fantasmas son almas con temas pendientes en la tierra… vagan por las casas en las que vivieron, flotan por las calles en las que alguna vez caminaron felices, hasta que llegan los cazafantasmas y los capturan para inyectar su esencia en un tanque a presión, donde su miseria se mezcla con las de otras miles de almas en pena, sin saber cómo llegaron ahí.

Destructor era un simple niño llamado SakiOroku. Un día ve cómo su hermano es asesinado por el ninja YoshiHamato en un pleito de faldas. Dedica su vida a entrenar para derrotarlo hasta que lo encuentra en Nueva York y cobra venganza estilo ninja. Quince años después, la mascota del asesino de su hermano (¡una rata!) regresa con un equipo de tortugas mutantes entrenadas para matarlo.

Los nazis y los Estranguladores de la India en El Templo de la Perdición Ok, ellos sí estaban jodidos. Indiana Jones es lo máximo.

A lo que voy con todo esto es que los villanos tienden a ser feos, ambiciosos, erráticos, les cuesta trabajo ver por las necesidades de los demás, suelen ser groseros con quienes consideran inferiores, y nunca están satisfechos con lo que tienen. Han tenido momentos felices e historias trágicas; han sido mejores amigos de sus ahora némesis. Son excéntricos, egoístas y actúan como si las reglas no aplicaran a ellos; si les das poder lo usarán de forma abusiva, y es poco probable que acepten tener cualquiera de las características antes mencionadas. En otras palabras, creo que son más humanos que los héroes.

Estoy seguro de que no soy así todo el tiempo. Hay días en los que hasta yo creo que me veo bien, soy generoso, concentrado, amable, considerado con los demás y agradecido por lo que tengo. Un digno representante del lado luminoso de la fuerza… pero también generalmente tengo la sospecha de que soy el villano en la historia de alguien más.

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Chema Rosas
 (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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