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Desnutrición lectora

Chema Rosas

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Desnutrición lectora

Saber leer es un derecho humano. Nos pertenece a todos, y que todos los niños aprendan a leer debería ser una responsabilidad colectiva. Si un adulto encuentra a un niño que, a pesar de tener la edad suficiente no sabe leer, debería sentirse obligado a hacer algo al respecto, sacar de su portafolio un cuento y leérselo en voz alta. El problema es que para sentirse obligado de hacer algo al respecto, ese adulto tendría que ser consciente de su entorno, responsable, ético, lector… y cargar un cuento para emergencias en su portafolio.

¡Esto es una exageración! ¡Hay problemas mucho peores en el mundo, como el hambre, cambio climático, cachorros sin una pata en adopción, Ben Affleck es Batman! Es lo que dirán algunos, y en parte estoy de acuerdo. A menos que haya un letrero de “NO NADAR, TIBURONES”, “NO TOMAR, ES VENENO” algo parecido involucrado, la gente no se muere por no saber leer, y sí de hambre.

De acuerdo a los últimos datos (2014) de la UNESCO, 793 millones de adultos -dos tercios de ellos mujeres- carecen de las habilidades básicas de lectura y escritura. Un niño cuya madre sabe leer tiene 50% más probabilidades de vivir más allá de los cinco años, que aquellos que nacieron de una madre que no sabe leer. Y está demostrado que los individuos con poca alfabetización son menos participativos en procesos democráticos y tienen muy pocas oportunidades de ejercer sus derechos civiles. El analfabetismo es una forma de exclusión que no respeta género ni raza.

La lectura no es la solución a todos los problemas y la pobreza del mundo, pues hay muchos otros factores que se relacionan entre sí y el agua no quiere apagar el fuego, el fuego no quiere quemar el palo, el palo no quiere pegarle al lobo, el lobo no quiere sacar a la chiva la chiva no quiere salir de ahí. Además, me parece necesario aclarar algunos malentendidos que se tienen respecto a la lectura:

No es lo mismo escolaridad que alfabetismo. La SEP se preocupa por elevar las estadísticas de escolaridad. Ahora requiere los alumnos de verdad pongan todo su empeño si lo que quieren es reprobar, y ni así lo logran. Hace tiempo, dando clases de español en secundaria, diez de mis alumnos tenían el promedio reprobado. Como consecuencia, me mandaron llamar de la Supervisión Escolar para firmar una carta en la que me comprometía a ya no reprobar alumnos. Luego tuve que asistir a reuniones de “Profesores Aprehensivos Anónimos”.

Como resultado tenemos que los índices de escolaridad se elevan y se supone que el analfabetismo se reduce, pero cerca del 50% de alumnos en último año de preparatoria son analfabetas funcionales. O sea que saben leer estados de Facebook, y escribir su nombre en reformas constitucionales, pero no son capaces de nombrar tres libros.

Leer es más que decodificar. No basta con saber descifrar las letras en un papel y convertirlas en palabras con significado dentro de nuestro cerebro. Es necesario relacionar lo que se lee con nuestras experiencias previas, con otras cosas que hemos leído, con algo que hemos comido, alguien que conocimos. La verdadera lectura tiene que ser una experiencia que mueva nuestro corazón, o nuestro intelecto o ambos. Algunas emociones deben tener quienes se dedican a interpretar machotes legales.

No nos hace mejores personas. ¡De verdad! Una persona que lee no es moralmente superior a otra, simplemente por disfrutar de los libros. Hay personas realmente despreciables que son también grandes lectores, e incluso escritores. Los hay amables y bondadosos que no pueden hacer una o ni con ayuda de un vaso. Una cosa no tiene que ver con la otra… lo que sí es cierto es que la lectura tiene la facultad de ampliar nuestro panorama, vivir cosas imposibles y aportar información útil. Qué hagamos con ello es cosa de cada quien.

Es una decisión. El fin de semana pasado veía una película en la que David Carradine hace de maestro retirado de artes marciales. Su alumno le pregunta por qué sigue entrenando, si ha jurado no volver a pelear. En plena kata asombrosa, el maestro le responde que entrena para asegurarse de que puede pelear, pues de ser incapaz de hacerlo, su juramento de no violencia dejaría de ser una decisión propia. Saber leer es un derecho humano, hacerlo o no, es decisión de cada quien.

En fin… si se es un adulto que disfruta leer, no está de más que cargar un cuento para emergencias en tu portafolio. Si no acabamos con la pobreza del mundo, seguro le alegramos el día a alguien.

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Chema Rosas
 (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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