miércoles. 17.04.2024
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Poesía para inaugurar una librería

Jaime Panqueva

Foto, María Gómez Bulle
Foto, María Gómez Bulle
Poesía para inaugurar una librería

Impresiona la pléyade de celebraciones que entraña el 21 de marzo. Desde la astronomía se cumple el equinoccio de primavera para el hemisferio norte y el de otoño en el sur. Para la astrología es el inicio del horóscopo. Para quienes sufren el síndrome de Down, es su día internacional, al igual que para los bosques, o para quienes luchan en contra de la discriminación racial. Para los persas el primer día de su calendario. Y, desde 1999, se celebra el Día Mundial de la Poesía.

Esta fecha, que intentamos celebrar por lo menos arrimándonos a algunos versos, colindó con la inauguración de la primera librería del Fondo de Cultura Económica en Irapuato, situada en la planta alta del Centro Regional de Expresión Artística, CREA. A la ceremonia, con toda la pompa y la circunstancia que esta única ocasión merecía, asistió la plana mayor de Fondo, medios de comunicación, autoridades y una parte de la intelectualidad de estos rumbos.

Muchos aprovechamos la efervescencia, de ver una librería tan bien puesta, con capacidad para 50.000 ejemplares (José Carreño Carlón dixit) y con descuentos de apertura, para hacernos al menos con un ejemplar. Mi libro inaugural, que confieso no haber terminado de leer aún, tenía que venir, por aquello de las celebraciones, en verso. De la Biblioteca Universitaria de Bolsillo compré la edición conjunta de Soledades de Luis de Góngora y Argote, y Primero Sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz. El primero, el gran poema inconcluso del vate cordobés, una de las piedras que apuntaló la lengua que hoy hablamos. Me sorprende saber que Góngora nunca vio sus trabajos impresos; unos años antes de morir intentó publicarlos sin resultado alguno. Sus versos circulaban y se leían manuscritos, y llegaron a nosotros gracias la edición póstuma de Vicuña, el mismo año de la muerte del poeta, y a cancioneros como el manuscrito Chacón. Este último, bautizado con el nombre de su colector, don Antonio Chacón y Ponce de León, señor de Polvoranca. Desde 1619, don Antonio fue reuniendo la obra de don Luis y comunicándola con el propio poeta, que le proporcionó fechas y circunstancias de sus versos y rechazó falsas atribuciones.  El manuscrito, en tres volúmenes en vitela, se concluyó en 1628, un año después de la muerte de Góngora. Pasó a engrosar la biblioteca del que había sido su gran admirador y protector, el conde-duque de Olivares, a quien está dedicado. Lo interesante es que se dio a conocer apenas a principios del siglo XX, con lo que muchos de los contemporáneos de Góngora y varios siglos descendientes de su poesí,a tuvieron sólo acceso a la edición Vicuña, y nunca conocieron la versión “oficial”, que en la actualidad puede consultarse en forma gratuita en línea aquí. Las soledades están en el primer tomo, en la sección Sylvas.

Entre estos fervientes seguidores estaba Juana de Asbaje, quien nacería más de veinticinco años después de la muerte de Górgora, lo cual no fue impedimento para que le profesara gran estima y le dedicara su Sueño Primero, según la poeta, su obra más preciada.

Hermanados, con sendos estudios explicativos estos dos textos y por un precio de 60 pesos, me parecieron un excelente motivo de celebración. Poesía fundacional de una librería recién estrenada.

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