Es lo Cotidiano

FUMADORES [XIV]

Kate Moss

José Luis Justes Amador

Kate Moss fumando
Kate Moss - Foto, Testino

Muchos años antes de que el nombre Kate Moss apareciera en una playeras customizadas que decían “Kate Moss is God”, se había puesto de moda una con una fotografía suya. Cuando apareció la segunda, Kate Moss ya era famosa. Cuando apareció la primera también. Cuando le tomaron la fotografía todavía era una joven que empezaba a abrirse camino en el mundo de la pasarela. Testino le fotografiaría durante toda su carrera con libro de Taschen dedicado a los dos, la modelo y su inseparable fotógrafo.

“En esta vida existe el perfume y la colonia. La colonia hay que usarla cada quince minutos, pero con el perfume basta un toque para que dure por días. Tú eres perfume”. Esas fueron las primeras palabras que el fotógrafo le dirigió a Kate al final de un desfile en el que estaba deprimida. A partir de entonces la retrataría con ropa o sin ella, para campañas publicitarias o en la intimidad de las vacaciones, el día de su boda y en los camerinos de los desfiles, jugueteando o posando seria. Y en una fotografía ya icónica, fumando.

“Kate representa el tipo máximo de mujer, un ícono de nuestro tiempo. No sólo una imagen de la belleza, sino de un estilo de vida, una actitud", escribe Testino sobre la modelo. Y, ¿qué mejor actitud por parte de alguien que tiene que conservar, o eso nos dicen, su belleza y su salud, en ese orden, intactas? Fumar.

«Antes de él, yo sólo era la chica de aspecto grunge […] Él cambió la forma en la que la gente me veía como modelo», es lo que Kate escribe del fotógrafo. Antes de él, de su dichoso encuentro, ella ya fumaba. Testino convirtió su delgadez y su personalidad en la contraparte femenina de Pete Doherty, de quien sería novia en una carrera de excesos que incluían sustancias aún más peligrosas que el tabaco.

Es imposible en esta fotografía no dejarse sorprender por la belleza de Kate, para la que parece haberse inventado el adjetivo “lánguida”. Sabemos que la estamos viendo en un momento íntimo. El fondo, aunque borroso, parece una casa. Tal vez una cocina. Quizá Kate está fumando mientras prepara, o degusta, el primer café del día. Sabemos que no deberíamos estar ahí pero ahí estamos en la lente de Testino. Como con todas las bellezas extraordinarias, una vez pasado el momento de asombro que durara toda la vida, llega la reflexión. ¿En qué estará pensado esa Kate de ojos entornados, somnolientos todavía quizá por el jet lag?

La propaganda del volumen de Taschen es, como todas las buenas cuartas de forros, breve, directa y emocionante: “Este libro es el homenaje personal de Mario a su mayor musa: una chica joven que cautivó su corazón y su mirada con su belleza, sentido del humor y carisma, y cuya imagen en sus fotografías ha estimulado la imaginación de medio mundo”.  Una imaginación que se desata al verla fumar sin saber en qué piensa. Una imaginación que se desata pensando que tal vez esté pensando en nosotros. Y fumando.

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