Un niño lector, soñando ser escritor, descubría, a través de su ventana, un día (pintura fresca, quizás acuarela sobre papel) en el que habitaba un vecino recostado en la frivolidad de su jardín marchito, anotando lo que probablemente eran extraordinarias descripciones o pensamientos ornamentados del momento. ¿Será escritor? –pensaba el niño– ¡Jamás he visto uno! ¡Tiene que serlo! Luce imponente y solitario, viste colores apagados y se rodea de los detalles de su jardín (macetas escarapeladas, ladrillos con rupturas, helechos polvorientos, rosales entelarañados). ¡Tiene que ser escritor! El retrato era evidente, tal cual se presagiaba a través de las grandes lecturas, el retrato clásico, genérico, el más repetitivo de los arquetipos, el estereotipo más reconocible del escritor.

Excitado e ilusionado, el niño casi saltó de su ventana para gritarle una pregunta: “¿Es usted escritor?”, a lo que el vecino arrumbado contestó: “¿Por qué preguntas, niño?”.

(Ese tono… pensó el niño) ¡Genial! ¡Es un auténtico escritor!

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Andrés Baldíos es escritor. Los primeros peldaños son peligrosos, su hasta ahora primer libro de cuentos, fue editado en 2012 por San Roque.

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