jueves. 25.04.2024
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Las abejas y las flores

Chema Rosas

Campos margaritas
Campos margaritas
Las abejas y las flores

No recuerdo con exactitud quién era la maestra o la mayoría de mis compañeros en quinto de primaria. Lo que por alguna razón sí recuerdo con detalle es mi libro de biología y sus esquemas con la estructura celular de las plantas y animales, sustancias como la clorofila, y procesos de fotosíntesis. Aprendí, por ejemplo, que las flores son en realidad órganos reproductores con ovarios, óvulos y toda la cosa, pero tal información no tuvo mayor impacto en mi vida hasta que conocí la historia de Erasmo.

Era parte del capítulo de salud reproductiva y se trataba de un cuento titulado “El viaje increíble”. Relata la épica de un espermatozoide llamado Erasmo que está con sus amigos – creo que uno de ellos toca la mandolina y otro de dos cabezas le pregunta que por qué tan triste, si no va a un entierro (jeje) – cuando el ambiente se pone tan festivo que provoca un temblor y todos salen disparados. De pronto son acosados por células femeninas que les pellizcan los gametos y los invitan a pasar. Algunos se pierden en el camino, otros se quedan atascados o se cansan de nadar por las trompas de Falopio, pero al final -spoiler alert- Erasmo logra nadar hasta un óvulo, lo fecunda y así inicia el milagro de una nueva vida.

Erasmo el espermatozoide resultó ser un maldito héroe que logró lo que millones intentaban, gracias a su determinación y a que su viaje no inició con una falsa alarma – pues habría terminado su vida de manera menos glamurosa en un bote de basura o dando vueltas en el remolino de un excusado- una mezcla de suerte y determinación que lo llevaron a cumplir su potencial como espermatozoide.  A partir de ese momento se transformó y comenzó su proceso de gestación dentro de la mujer que nueve meses después se convertiría en madre. Ahora que, si hacemos cuentas, a estas alturas el Erasmo que leí en quinto de primaria es hoy un tipo de aproximadamente veinte años.

El impacto no fue saber de dónde vienen los bebés –que a los once años probablemente ya tenía una buena idea-, en realidad mi problema fue relacionar la historia de Erasmo con el diagrama de la reproducción sexual de las flores.  Entonces los estambres se convirtieron en conductos deferentes, el estilo en trompas de Falopio, el polen se convirtió en Erasmo y sus amigos, y los pétalos… los pétalos me dejaron realmente confundido. Además… para que el polen inicie su viaje increíble requiere de las abejas, que son todas hijas de una misma reina que se reproduce con un zángano usando métodos que aún me resultan misteriosos.

Algo en esa relación flor / abeja / reproducción humana no me cuadraba del todo. Fue hasta hace poco que, mientras esperaba el siga en un crucero vi un grupo de vendedores de rosas y el reflejo cromado de una pick up me iluminó el rostro ante la epifanía: Las flores son parte del ciclo de la reproducción humana.

Como declaración de intenciones. Es cierto que acostumbramos regalar ramos a músicos cuando termina la función o a deportistas que reciben una medalla… pueden ser considerada una muestra neutral de aprecio y admiración y hasta ahí. Pero obsequiar un ramo de rosas rojas a una potencial pareja en edad reproductiva y sin razón aparente es signo inequívoco de galanteo.

Como adorno: Parte importante del ritual de cortejo es el uso de aparatos reproductores de plantas –comúnmente claveles- para adornar la cabeza de las damas y la solapa de los caballeros.

Como paliativo: Hay veces que el hombre comete un error que pone en riesgo la relación con la fémina y las oportunidades de cópula. En esos casos ofrece un ramo de flores para calmar la ira de su compañera y así abrir el diálogo con la esperanza de que concluya en coito de reconciliación.

Como recurso poético: Desde la antigüedad, la comparación de características estéticas de las flores con la belleza femenina ha probado ser un catalizador de relaciones entre hombres y mujeres… suele ser efectivo siempre y cuando no se hable del cempasúchil.

Como oráculo romántico: Se deshoja una margarita siguiendo la secuencia binaria “me quiere” / “no me quiere”. El último pétalo determina la situación romántica y las posibilidades reproductivas con una pareja específica.

Como señalética: Se considera romántico arrojar pétalos de rosas para indicar el camino al lugar reservado para la cópula.

Como felicitación: Una vez que ocurre el milagro del nacimiento, se acostumbra llevar más órganos sexuales de plantas a las nuevas madres como felicitación por haber concluido el proceso de gestación con éxito. Tal costumbre se repite cada diez de mayo en el llamado día de las madres.

¿Estaremos abusando de las flores en nuestro ciclo reproductivo y social? Probablemente sí. A fin de cuentas, todos esos ramos están llenos de ovarios, óvulos y pólenes anónimos que no llegarán a fecundar y verán el fin de sus días desde un florero, sumergidos en agua con aspirina. Por otro lado ¿cuál sería el destino de tantos Erasmos sin tal belleza, paliativo, poesía, y orientación? ¿Cómo agradecerles? No lo sé… Por lo pronto lo único que se me ocurre es cuidar a las abejas y felicitarlas por sacudir el mundo de nuestras flores.

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Chema Rosas
 (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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