Es lo Cotidiano

FUMADORES [XXIV]

Johan Cruyff

José Luis Justes Amador

Johan Cruyff

Es el 28 de mayo de 2003 y se celebran dos acontecimientos: la final de la Copa de Europa de futbol y la Jornada Mundial sin Tabaco. La disputan la Juventus y el Inter de Milán. La FIFA ha anunciado que al año siguiente los entrenadores ya no podrán fumar en los banquillos. Carlo Ancelotti dirige al Milán, Marcelo Lippi a la Juve. Ambos son fumadores empedernidos. Como gesto de buena voluntad ha pedido a ambos técnicos que se abstengan de fumar. Los noventa minutos y la prórroga terminan con un empate a cero en el marcador. Para la tanda de penales los dos, casi al unísono, deciden saltarse la norma aún no impuesta.

“En la vida he tenido dos pasiones, el fútbol y los cigarrillos”. La frase podría ser de cualquiera de los dos o de los muchos entrenadores que fumaban en la zona del banquillo mientras observaban a sus jugadores, pero quien la pronunció, mejor dicho quien la escribió en sus memorias, es uno de los entrenadores más inolvidables de la historia del fútbol mundial, Johan Cruyff.

La imagen hoy sería imposible: esa mirada concentrada que parece preocuparse más por el juego que por el resultado, ese flequillo tan demodé incluso para los cánones de su época, la gabardina de corte gansteril. Y, sobre todo, por el cigarrillo que cuelga de sus labios.

Todos los que lo rodean, desenfocados, miran en su dirección. Nada parece distraerlo. Ni siquiera el cigarrillo al que no le presta ninguna atención. Probablemente vaya a estar ahí colgado mientras dure la jugada. El cigarrillo que cuelga de sus labios no es un complemento, como podría serlo en actores o modelos. Es una razón de ser. El otro vicio (o el primero, si el futbol es el segundo) por el que vale la pena estar ahí.

Ver a Cruyff fumando en el banquillo es asistir a un espectáculo de otra época. Parece, tan desacostumbrados como estamos, una fotografía de otra época, falsa incluso. Una fotografía tan lejana en el tiempo como el fumar en los aviones o ver a los personajes de una película prender un cigarrillo.

La FIFA, según el propio boletín que emitieron, trataba de impedir “el acceso de los menores de edad a imágenes que no resulten beneficiosas para ellos”. Lo que la FIFA no puede evitar, a no ser como en la Rusia stalinista o en el país (no tan) imaginario de 1984 de Orwell, es que ciertas imágenes queden en la memoria de los aficionados para siempre. Que queden en los archivos de otros tiempos, que si no eran mejores, al menos eran más libres.

Ya en una temprana época de su vida se le diagnosticó un cáncer contra el que luchó y que le llevó al quirófano varias veces. Nada más salir la primera vez, cambió el tabaco por los dulces. Por eso su frase termina con un giro. “El fútbol me lo dio todo... Los cigarrillos casi me lo quitan”.

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