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Maceo Parker en Tenerife, 2006: three hours of funk!

Javier Morales i García

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Maceo Parker
Maceo Parker en Tenerife, 2006: three hours of funk!

Viernes 13 de Julio, 2006. Parque de La Vega, La Laguna, Isla de Tenerife

Gara, Patricia, César y yo llegamos temprano a este parque lagunero... Frío... Si vas a La Laguna, llévate abrigo. No había mucha gente aún. Orgullosamente paseamos un vinilo que teníamos, Maceo and All the King’s Men, 1970. Para eso estamos allí: para ver en directo al genial Maceo Parker, todo un trabajador del Funk.

Había un stand con compactos y mucho curioso mirando. Enseñamos el disco y alucinan.

Hacemos un poco de tiempo en una noche agradable, solo algo de viento y el sereno, esa humedad que lo moja todo y que da calor... El mar no está lejos... y se nota.

En el escenario, los músicos ajustaban los últimos detalles. El batería no terminaba de quedar contento con la caja. En una esquina, un órgano Hammond B-3, precioso.

Al rato, luces de colores y parece que todo empieza.

Maceo Parker, el hombre con la idea. El hombre del saxo. El músico de los mil sonidos.

Allí estábamos los del Ecos de Sociedad, dispuestos a disfrutar y a aprender. Era como cerrar una especie de círculo extraño. Más de 15 años atrás había visto a James Brown en la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife, viniendo como un extranjero más desde el sur de la isla.

Y aquí estaba Maceo Parker y los suyos. Sus composiciones y solos: una de las claves de la música negra de las últimas décadas.

Una presentadora introduce a la banda: la banda de Maceo Parker. El batería, el teclista, un bajista inmenso, un guitarra con un chaleco morado, trombonista y trompeta en la sección de vientos y un coro de tres personas. Empieza un calentamiento que no dura mucho... Maceo sale en seguida, ¡y empezaron los clásicos! Uno tras otro. Esas canciones que hemos oído en otras canciones y un sonido que tumba de espaldas. Incluso el propio Maceo lo dijo varias veces, agradeciéndolo todo a la gente del sonido... Gran aplauso para ellos... un detalle de su parte, ¿no?

En cualquier caso, el principio fue algo extraño ya que el viento empezó a soplar con más fuerza y unos acoples se ponían pesados. Da igual, con el Funk, el Soul, el Jazz... la magia surge siempre.

–We are gonna have a party tonight! –dijo Maceo. Y vaya si lo fue.

Tres largas horas duró aquel concierto y lleno de un sentimiento muy especial. Sí...una fiesta en todos los sentidos. De la supuesta frialdad al principio todos fuimos entrando en calor y en una comunión de las que se dan muy poco. La gente ya abarrotaba toda aquella explanada y bailaba y se movía. Maceo y su banda empezaron a mostrarse sorprendidos de que en aquella isla perdida en el Atlántico existía el reconocimiento. Fans cantando y bailando sus canciones... ¡y es que, tras tres canciones, el boncho era total!

Ese olor característico de La Laguna estaba en el aire. Olor a humedad y tierra, a frío reparador que se te mete muy dentro y que se ve reflejado en la cara de los músicos. Todos negros menos el teclista y la presentadora. Todos trajeadísimos de principio a fin del concierto y con una sonrisa de sorpresa en la cara. Hablaban entre ellos y la distensión era total. Desde las primeras filas les enseñamos el disco que habíamos traído y señalaran incrédulos...

–We Love You! –Maceo lo repitió varias veces dirigiéndose al público... Déjame que crea que solo nos lo dijo a nosotros. Pero lo cierto es que un concierto que iba a ser de una hora, se convirtió en una reunión de amigos, en una historia con final feliz.

Uno de los más grandes, el eterno hombre de sesión, el hombre con el PLAN.

Y La Vieja Ola estaba allí...

Clásicos del Funk uno tras otro... Make it Funky. Lickin' Stick. Got To Getcha. It Takes Two. Think. Pass The Peas. Gimme Some More. We Are Gonna Have a Funky Good Time. Shake Everything You Got…

Y así durante tres horas... Pero hubo más, incluso hubo tiempo para versiones funk y disparates y otro tipo de sorpresas... Alguien a mi lado dice la barbaridad de la noche:

–Pero, ¿Otis Redding no es una mujer? –En fin…

Yo me pregunto... ¿Soy tan raro o bicho raro por saberlo?

Maceo Parker, tanto tiempo a la sombra de James Brown... con su propia carrera en solitario de lo más espectacular, capaz de tener estilo propio incluso cuando le pedían lo contrario, el hombre de los mil sonidos. Autor de canciones que han sido bailadas por diferentes generaciones.

Si Maceo hubiera muerto hace tiempo (ojalá esté con nosotros una eternidad) ahora sería un mito, pero siguió viviendo para trabajar y tocar, tocar y trabajar. Uno de esos músicos negros que puso la conciencia negra en lo que estaba haciendo. Un héroe de los nuevos seguidores del Modern Jazz, de los buscadores de Rare Grooves, de singles de Deep Funk.

El saxo de Maceo Parker fue el nexo de unión para toda esa pasión de la música de colores de los años 70. ¿Quién se acuerda del Verano del Amor?

¿Qué tipo de gente va a ver este tipo de conciertos?

¿Fueron a oír a Maceo Parker los mismos que fueron a oír a Pat Metheny?

Si en un concierto bailas, eso es lo que más recuerdas. Y yo bailé. No es que me haya disparatado, pero estuve todo el rato bailando de la misma manera que la banda estuvo todo el tiempo tocando. Incluso hubo momentos de pérdida de conciencia, de éxtasis, de comunión con lo que estaba sucediendo en el escenario y que era un servicio de religión... y lo mejor es que el Funk siempre te devuelve a la realidad en forma de sonrisa o de realismo puro y duro. Y al final lo que importa es que bailes, que los pies se te muevan casi solos y que la cabeza haga esos movimientos de arriba a abajo, muy despacio y siguiendo la línea de bajo.

Un grupo de diez músicos, incluido Maceo. Los recuerdo como si los tuviera delante.

El coro estaba formado por una señora guapísima vestida de cuero negro, el pelo blanco como la nieve y un moño detrás de su sonrisa eterna durante toda la noche. No pudimos confirmar que fuera una de las grandes damas del Funk, Lyn Collins, pero cantó temas de su repertorio y fue algo frustrante no poder hablar con ella. Ella habló con las mujeres que estaban en la sala...

–Where are The Ladies? You've got to shake what you've got, you've got to think!

Después estaba "el Personaje". Parecía sacado de una de esas películas de Shaft... Su edad podía oscilar entre los 40 y los 80 años... Tenía un traje de chaqueta color vino brillante y una camisa violeta de botones rosas... ¿Tal vez una peluca? Unas gafas de sol gigantescas que no se quitó en toda la noche... Delgado hasta el extremo, entre una anguila y una jirafa... También tuvo su momento. Interpretó el "Mustang Sally" y cuando llegaba a esa parte del "ride, Sally, ride", los pasos de baile que hacía era como las más extrañas de las contorsiones. El público conecto con "el Personaje" de principio a fin, así que hubo un momento en que este se adelantó unos pasos y realizo un solo de algo parecido a unas llaves de Karate, demostrando estar en forma. Entre nosotros hablamos de que tal vez podía ser el padre de Maceo. ¿O tal vez el padre de Jaaaames Brown? Por último, el tercer corista era el hijo de Maceo Parker, Tony Parker, que llevó con maestría la parte que le toco del concierto, recibiendo las miradas de orgullo de su progenitor.

Tony hizo el par de raps estilo West Coast, incluso hubo un momento y con él al mando, que la banda giro hacia el hard rock y hacia el punk. Era como que nos estaban diciendo "eh, estamos aquí y podemos tocar de todo, chico blanco... Baila, es lo único que puedes hacer”.

Quiero hablar de la sección de vientos. Un trombonista y un trompetista, realmente impresionantes. Mi predilección me llevo a fijarme más en el trombón. Vestía un traje gris, corbata, zapatos marrones. Era como si no le importase un pimiento el concierto, pero a la misma vez estaba pendiente de cada detalle. Hacía coros, algunos pasos de baile, todo muy cool.

¿Será verdad la leyenda de estos solistas?

Durante todo el concierto sus solos fueron geniales, con unos toques jazzies de vibrato prolongado, como si fuera una línea ondulándose en el aire. Hubo uno de esos solos en especial que fue increíble. Sus compañeros le aplaudieron también. Manejaba el trombón de varas con maestría y hubo momentos en los que estaba tan metido en su solo que la saliva explotaba y salía por el intrumento. No quisiera hacer un simbolismo sexual, pero era fascinante... Saliva, líquido elemento, espejismos...

En la trompeta había todo un veterano, con una chaqueta de color negro, muy larga y sinfonía de marrones en el resto de su atuendo. Solo le hizo falta un solo, con notas incluidas de esa pieza de Rimsky-Korsakoff, para dejar claro lo bueno que era. Ecos de Roy Aldridge. Ecos de Harlem. Buenas vibraciones. Hubo un momento en que nos miró y nos hizo el típico gesto de asentimiento: Ok, man...

El bajista era inmenso, pero inmenso en todos los sentidos de la palabra. Con un chaleco azul y el típico bajo de madera y color nácar rojo. Empujaba al resto de músicos sin hacer ningún tipo de aspaviento, casi sin moverse y con una seguridad pasmosa. Funk, R&R, Soul, Punk... ¿Qué quieres que toque?, parecía decir con la cara seria. Allí, en el escenario, muy pegado a la batería y tocando su bajo de todas las maneras posibles. Su única concesión fue un solo que apenas duró unos segundos. El resto del tiempo fue sólido como una roca.

El "Funky Drummer" tenía una boina blanca. Elegante y serio, en un momento dado le tocó su solo. Él y su batería. Nada espectacular, pero... ¡joder! Sonando duro y cortante, seguro de ser clave en la banda. Caja, bombo y chester. Una máquina del ritmo, llevando el funk a donde tiene que estar: al servicio de los vientos.

El guitarrista se llamaba Bruno, creo... También en uno de esos chalecos gigantescos y muy serio, como concentrado en lo suyo, aunque al final del concierto acabó sonriendo. De su guitarra blanca y marrón salieron todo tipo de sonidos. Ayudaba a que aquello pareciera una fiesta de la música negra, de funk sudoroso, de soul psicodélico, de rock, de free jazz. Parecía que el espíritu de Jimi estaba presente o que los espíritus de todos los buenos guitarristas estaban reunidos en uno solo. Eso es versatilidad y lo demás es bobería. Hubo unos momentos en que nos dejó sordos.

Y no hizo ni un solo movimiento de chulería, solo tocando y tocando y la sobriedad justa.

No me quiero olvidar del teclista que estaba como en un segundo plano, sentado con su Hammond y una camisa blanca y floreada. Rubio y un poco calvo. ¿Un Beach Boy?

Sus sonidos fueron geniales todo el tiempo, siempre como en el fondo y con contados momentos de virtuosismo. Y sí, me recordó a todos los pioneros; a Jimmy Smith, por supuesto. También puso varios momentos de magia en que cerraba los ojos y seguía tocando.

¿Ya están todos? Sonaron como una maldita maquina engrasada que nunca falla. Ajustados y serios. Y era alucinante darte cuenta de que, realmente, podían hacer lo que querían, tocar lo que quisiesen y siempre, siempre, con el Funk como idea final. Allí estaba el espíritu de Sonny Rollins, de Sun Ra, de todo el Bebop y de todo el jazz moderno. También de lo más primigenio como Louis Armstrong, como Duke Ellington. De lo más tradicional a los más underground. Siendo serios... pero también con bromas refiriéndose a James Brown.

La idea de llevar aquel disco de Maceo Parker fue de César, un amigo y compañero de sesiones de DJ que durante todo el concierto tuvo la carpeta del disco en el aire y la enseñaba. Eso hizo que todos los músicos se fijaran en nosotros con cara de decir "pero, ¿estos cuatro locos de qué van?”

Nos señalaban y Maceo Parker saludó personalmente a las primeras filas... Y allí estábamos, tan emocionados y aun sudando de una noche de baile de las que se recuerdan toda la vida.

Patricia fue la que llevó adelante las operaciones en plan groupie que quiere ser amiga del manager, así que se fue al backstage y les enseñó aquella portada a todos. Todos la firmaron, aunque no se lo terminaban de creer. Leían las notas de la contraportada y después nos miraban a nosotros. Maceo nos decía "This is me!" y firmó justo encima... El guitarrista se reía al verse joven en aquella foto. Pude hablar un poco con ellos y les di las gracias por el tremendo concierto que acababan de hacer, todo un gesto por su parte. César sacó varias fotos y todo acabo con un simpático intercambio de saludos. Amistad y respeto en el aire.

Aquel concierto es de lo que no olvido... creo que aún me dura la adrenalina para hacer mil cosas.

Y son mil cosas las que recuerdo de aquella noche...

Los pasos de baile que hacían todos juntos, como robots. La conexión entre Maceo y Tony, padre e hijo, que se marcaron un baile espectacular en medio del escenario, de esos que dan ganas de copiar, si es que no te partes la columna antes. Juro que lo he intentado. Y aquella Señora maravillosa de pelo blanco, dándonos lecciones a todos. Ellos y nosotros.

Otro momento mágico: hubo una parte del concierto en que el viento era muy fuerte. Entre canción y canción, el ulular del viento de las montañas de Anaga casi impedía que la banda siguiese tocando... y en esos instantes, Maceo Parker, con su saxofón y su traje gris azul de chaqueta, se acercaba al micrófono y tocaba unos solos preciosos, clásicos, de una belleza impresionante. Y el silencio del público era total ya que nos dábamos cuenta de que algo único y mágico estaba pasando. Era como una especie de serenidad en un mundo que se había quedado muy quieto y absorto. Hasta los músicos entraban en unos instantes de reflexión y cuando Maceo acababa, todos aplaudíamos...

Momentos de gracia como ese no se olvidan jamás, seguramente por esos segundos estoy escribiendo todo esto

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Javier Morales i García
(Tenerife, España) es editor del fanzine Ecos de Sociedad, la publicación mod más longeva en Europa. Desde inicios de los 80, escribe, reseña y edita; hoy, Ecos puede leerse aquí. Es obseso de la música y el cine.

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