Es lo Cotidiano

FUMADORES [XXXI]

Sara Montiel

José Luis Justes Amador

Sara montiel
Sara Montiel
Sara Montiel

El médico me ha dicho que lo deje y sé que el tabaco hace daño, por eso sólo me fumo medio purito después de comer y medio después de cenar.

En 1922, probablemente el año más glorioso de la cultura del siglo XX, Juan Viladomat Masanas y Félix Garzo compusieron, respectivamente, la música y la letra de un tango que pasó sin demasiada pena ni gloria. Hay infinidad versiones de ella. La primera fue de Ignacio Corsini. Entre las grabadas destacan la de Libertad Lamarque y la de Imperio Argentina. Pero quien hizo la canción popular y la volvió indisoluble de su imagen fue Sara Montiel en la película El último cuplé, de 1957.

Fumar es un placer
genial, sensual.
Fumando espero
al hombre a quien yo quiero,
tras los cristales
de alegres ventanales.
Mientras fumo,
mi vida no consumo
porque flotando el humo
me suelo adormecer.

María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, es decir Sara Montiel, logró con esa canción que para las mujeres en una España gris y machista, fumar ya no fuera un gesto desagradable sino sensual. Todo el mundo ha esperado alguna vez. Siempre estamos esperando algo. Basta ver la imagen para ver a Sara tumbada, esperando la llegada del amante y anticipando el placer con otro placer, para descubrir que el escalofrío de la espera es más placentero con cigarrillo.

Dame el humo de tu boca.
Anda, que así me vuelvo loca.
Corre que quiero enloquecer
de placer,
sintiendo ese calor
del humo embriagador
que acaba por prender
la llama ardiente del amor.

Pero ha pasado tiempo desde esa fotografía del 57. Es imposible ahora escuchar un elogio del tabaco fuera de los reducidos círculos de los fumadores. Es más, lo más fácil ahora es encontrar denuestos y antielogios. Incluida una versión casi literal de la placenterísima letra que propone que es impráctico fumar mientras se espera, dado que aumenta la ansiedad (faltan, por supuesto, estadísticas) y lo desagradable que resulta para el amante besar una boca repleta de malos olores. Contra esos y otros mil argumentos sólo queda prender un cigarrillo, cerrar los ojos y esperar como espera doña Sara.

La hora de inquietud
con él no es cruel,
sus espirales son sueños celestiales,
y forman nubes
que así a la gloria suben
y envuelta en ella,
su chispa es una estrella
que luce, clara y bella
con rápido fulgor.
Por eso estando mi bien
es mi fumar un edén.

 

Sara Montiel [imagen secundaria]

PD1: En la versión de la película desapareció una maravillosa estrofa de la composición original, con casi toda seguridad por resultar demasiado atrevida y muy poco metafórica para los censores españoles de la época franquista.

Tras la batalla
en que el amor estalla,
un cigarrillo
es siempre un descansillo
y aunque parece
que el cuerpo languidece,
tras el cigarro crece
su fuerza, su vigor.

(PD2: Y también es icónica la imagen de doña Sara fumando habanos, algo que le enseñó nada más y nada menos que Ernest Hemingway).

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