sábado. 20.04.2024
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"DISFRUTES COTIDIANOS"

Una trompeta de dos continentes

Fernando Cuevas

Tomasz Stańko
Tomasz Stańko
Una trompeta de dos continentes

Sus sonidos transitaron de las influencias estadounidenses del post-bop y del free jazz, con la abarcadora presencia de Miles Davies y la injerencia de Chet Baker, a las formas clásicas desarrolladas en Europa, sobre todo en los países del este y su carga de aventura, melancolía y romanticismo. Empezó a mostrarse en público a finales de los años cincuenta y formó el cuarteto Darins en 1962 con Makowicz; tocó con Trzaskowski y fue parte del grupo de Krzysztof Komeda a mediados de la década de los sesenta, uno de los principales impulsores del jazz en el viejo continente y su gran mentor.

Después de este intenso proceso didáctico que lo marcó para bien de por vida como aprendiz permanente, integró The Tomasz Stańko Quintet de 1968 a 1973 junto con Muniak y Seifert en el sax y el violín: el primer homenaje a Komeda titulado Music for K (1970); el epistolar Jazzmessage for Poland (1972) y Purple Sun (1973), reeditado en 1999, fueron los tres frutos obtenidos de esta deslumbrante asociación temprana, en la que ya advertía de esa gran capacidad para viajar de la calidez íntima al excursionismo de carácter atonal.

El panorama del avant-garde y la innovación estaba por completo abierto: en los setentas fueron diversas sus colaboraciones con grandes nombres del ecosistema de la experimentación dentro de los márgenes del jazz, incluyendo su participación con la Globe Unity Orchestra y su alineación en el cuarteto del percusionista finés Edward Vesala, quien a su vez participó en Twet (1974), firmado nada más con el nombre de Tomasz Stańko (Rzeszów, Polonia, 1942 – Varsovia, 2018), también en complicidad con tres músicos. Su debut en la prestigiosa disquera ECM fue Balladyna (1976), en compañía del propio Vesala, el saxofonista Szukalski y el gigante del bajo Dave Holland, explorando notas y contrastes a partir de exprimir su trompeta hasta que el jugo se terminara.

La década de los 80’s amaneció con Music from Taj Mahal and Carla Caves (1980), seguido por Korozje (1983) y la conformación del grupo Freelectronic, con quien produjo un disco en vivo en Montreaux en 1987 y en el 2008. En estos años, se sumó a la banda de Cecil Taylor y acompañó a gente como Gary Peacock, Chico Freeman, Jack DeJohnette y Rufus Reid, por mencionar algunos notables. El homónimo Stańko (1983), AiJ (1985), Music 81 (1984) reeditado en el 2005, C. O. C. X. (1985), Lady Go… (1986) y el electrificado Chameleon (1989), si bien de alcance local, fueron cimentado la trayectoria del jazzista polaco.

Ya entrados en los noventa, propuso en esquema de trío Bluish (1991), con un carácter continuista, el ecléctico Caoma (1991) a través de un cuarteto en el que participó el joven saxofonista berlinés Sigi Finkel, en tanto Tales for a Girl (1991) fue más bien un ejercicio de estilo. Bosonossa and Other Ballads (1993) se entretejió con seis piezas en las que participaron Stenson y Jormin, hijos predilectos del jazz vanguardista europeo y el veterano Tony Oxley. El cuarteto volvió pronto con Matka Joanna (1994), mismo año en el que el trompetista compuso la música para A Farewell to Maria, filme televisivo de Filip Zylber's; en tesitura más etérea, musicalizó la obra Roberto Zucco (1997), escrita por Piotr Szymanowski.

De la colina a verde a la avenida decembrina

Vendrían años de consolidación. Litania: The Music of Krzysztof Komeda (1997), fue el disco que lo catapultó al conocimiento mundial, al que le seguiría From the Green Hill (2000), también a manera de homenaje para su mentor pero ahora desde la perspectiva propia, contando con una alineación de lujo en clave de septeto: Michelle Makarski (violín), John Surman (sax), Dino Saluzzi (bandoneón), Jon Christensen (batería) y el cómplice del bajo Anders Jormin. Volvió con su cuarteto de los noventa para grabar el íntimo Leosia (2000) y participó en los soundtracks de Reich (2001) y Egzekutor (2001), filmes más bien desconocidos en estos lares.

Acompañado por sus jóvenes compatriotas en plena ebullición Marcin Wasilewski (piano), Slawomir Kurkiewicz (bajo) y Michal Miskiewicz (batería), desarrolló Soul of Things (2002) y Suspended Night (2004), un par de obras que se instalaron en la imaginería jazzera de Europa con saltos auditivos por el Atlántico. Estableció una fructífera relación con Manu Katché, bien conocido en los ámbitos del rock y apareció Selected Recordings (2004), una muy buena alternativa para introducirse en el diverso universo sónico, valga la aparente contradicción, del trompetista, quien continuó con actividad frecuente reflejada en el orquestal Freedom in August (2005), Too Pee (2006), integrado con grabaciones anteriores y el añorante Lontano (2006).

Volvió al formato de quinteto con el enfáticamente renovador Dark Eyes (2009), acompañado por jóvenes que pronto entrarían a la cofradía de ECM, como el guitarrista Jakob Bro y el bajista Anders Christensen. Cual prueba de fuego, se metió a Nueva York para darle nombre a su cuarteto y entregó el definitivo Wisława (2013), deslumbrante álbum doble inspirado por los textos de la gran poeta Wisława Szymborska, grabado en compañía de Virelles (piano), Cleaver (batería) y Morgan (bajo), que estaban en pleno proceso para despuntar: el resultado produjo un siguiente disco, con la inclusión de Rogers en lugar de Morgan: December Avenue (2017) fue el nombre del álbum que resultaría al final testamentario.

Años antes entregó Polin (2014), disco grabado en compañía de varios colegas, entre los que se encontraba Ravi Coltrane, y dedicado al Museo de historia de los judíos polacos: se incluyó la célebre pieza Polish Suite, una de sus composiciones más reconocidas. Posteriormente se publicó el álbum Tomasz Stanko & Adam Makowicz Unit (2017), grabado en 1975 y que muestra su talento temprano para las inacabadas colaboraciones.

Nació y murió en el mes de julio: nos regaló una novedosa combinación de melancolía eslava con blues, según sus propias palabras; su trompeta evocaba paisajes invadidos por una niebla a punto de disiparse, liberándose de la tristeza para encontrarse con la exploración y el descubrimiento. Tomasz Stańko supo incorporar la tradición a sus trayectos sonoros, probando con diferentes alineaciones como líder y también como generoso participante de varios y exigentes ensambles, aportando y aprendiendo por partes iguales.

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